50. Padres e hijas

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-Estoy esperando un bebé, papá. Lo hemos intentado tanto tiempo, ¡y al fin tendré un hijo!

Mohammed se llenó de regocijo, y abrazó a su hija.

-Dul estaba como loco cuando lo supo. Me ama mucho papá. Tendré... Un hijo- dijo Janiha, y comenzó a llorar amargamente. Mohammed la abrazó nuevamente y le besó las lágrimas.

-Deberías estar feliz. Tendrás un bebé. Eso es razón de alegría siempre.

-Lloro porque... Porque no vas a conocer a tu nieto, papá. ¡Y yo quiero que lo conozcas!, ¿por qué Allah me bendice con un hijo cuando estás por morir?, ¿por qué Allah es tan injusto?

Mohammed sonrió tiernamente a Janiha.

-Allah... Bueno, él obra de formas misteriosas que nadie es capaz de entender, pero todo, absolutamente todo lo que Él crea y manda, tiene una razón. Así que no dudes de la mano de Allah. Sólo tómala, y deja que te lleve con él.

Janiha sonrió.

-Mi bebé va a llamarse como tú. Va a llamarse Mohammed.

-¿Cómo sabes que será varón?

-Solo lo sé. Voy a llamarlo igual que su abuelo.

Mohammed abrazó a Janiha por última vez, y ésta hizo el intento de no llorar de nuevo. Sabía que esa no era una despedida, sin embargo se sentía como una.

-Pidele a Salma que suba- dijo Mohammed.

Janiha asintió, e hizo lo que su padre pidió.

Salma fue hasta el cuarto de Mohammed, y apenas lo vio se abalanzó contra él para darle un abrazo.

-Creí que te había sucedido algo muy malo, papá.

-Salma... Olvida a tu prometido.

-¡¿Qué?!

-Cometí un error hace mucho tiempo, el mismo error que contigo. Y me costó el amor de tu madre. No puedo retenerte a algo que te hace infeliz, tienes que buscar tu propio camino.

-Papá...- dijo Salma asombrada- ¿es en serio?

-Es en serio. No me queda mucho tiempo, y quiero resolver mi vida.

-Pero papá, ¡no te vas a morir!, ¿por qué hablas de ese modo?

-Mi niña, recuerdo el día que naciste. Eras tan pequeña y frágil. Mira lo preciosa que eres.

-¿Papá?

-Tu mamá se ve tan feliz contigo, creí que no te quería, pero cualquier mujer se enternece ante su bebé.- decía Mohammed con el rostro perdido en el techo.

-¡Enfermera!- llamó Salma por la puerta.

Angélica y una enfermera llegaron a la habitación, y sedaron a Mohammed para que pudiera dormir.

-Está diciendo incoherencias, cosas que no tienen nada que ver con lo que estábamos conversando.

-Es el cansancio, y la medicina. Necesita dormir.- dijo Angélica.

-¿Lo cuidarán bien?

-No dudes que lo haremos- señaló la doctora.

La familia de Mohammed regresó a la comunidad, exhaustos y desanimado por el estado en que se encontraba el hombre de la casa.

Janiha anunció por la noche la noticia de su embarazo, y aunque nadie tenía muchas ganas para celebrar, se realizó una pequeña cena familiar, a la que fueron invitados Tom, Miranda y su hijo. Así como Terry y Ashley.

Salma evadió toda la noche a Wilhem, hasta que éste se acercó discretamente detrás de ella.

-¿Te pasa algo?, me has estado evitando.- susurró Wilhem

-No me pasa nada.- susurró Salma de vuelta.

-No te creo. Cuando una mujer dice que no tiene nada, es porque ¡sí tiene algo!

-Pues no. No me pasa nada.

Wilhem hizo una mueca.

-Mujeres.

-Debes saber mucho de ellas. Especialmente cuando tienes una novia americana que te entiende y tú a ella.

-¡¿Qué?!, ¿qué novia americana?

-Tu novia, esa. La americana.

-¿Quién?

-Oh, rayos. En serio no sabes de qué estoy hablando, ¿cierto?- dijo Salma mirándolo apenada a los ojos.

-No hay ninguna novia... Y espera. ¿Es posible que estuvieras celosa?

-¡¿Celosa?!, ¡¿yo?!, ¡¿de ti?!, ¡JAMÁS!

Wilhem se bufó.

-Solo me indignó que coquetearas conmigo cuando tienes una novia. Occidentales.

-Pero te estoy diciendo que no hay otra...

-Como sea, olvidé decirte que ya no estoy prometida. Papá accedió a dejarme elegir a mi marido.

-Eso es asombroso.

-Y no serás tú.

-Ah.

-Primero tendré una carrera, un empleo y éxito en la vida. Seré una... Musulmana moderna. Creo que así las llaman- explicó Salma soñadora.

-¡Salma, ven aquí!- llamó Anthea su hija, al fijarse de que había estado conversando mucho tiempo con Wilhem.

Entonces Salma comprendió que Anthea había creído que Wilhem tenía otra novia por un chisme que Miranda le contó, y que en realidad hablaba únicamente de una sola chica: Salma.

Salma le reveló a Anthea la decisión de Mohammed, y ésta se enfadó mucho. Según ella, el rompimiento del compromiso causaría problemas en la economía de los Rajid.

Y no estaba del todo equivocada.

Llantos De Arabia Where stories live. Discover now