23. Feliz cumpleaños

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Harun y Mohammed se encontraban en una cafetería cerca del centro. Se habían pasado la mañana intentando hallar formas de encontrar a Anthea

-No tengo dudas de que me hubiera buscado al escapar- comentó Harun.

-¿Y eso por qué?- preguntó Mohammed, cruzando los brazos- ¿tanto confía en ti?

Harun se encogió de hombros:
-Como no tendría a donde ir, sería lo más lógico que buscara a alguien conocido en una ciudad extraña, o sea a mí.

-No lo sé, tal vez ya está al otro lado del mundo y ni siquiera lo sabemos- apuntó Mohammed.

-Sin pasaporte y documentos lo dudo. Tú te quedaste con todo, ¿no?

-Cierto.

-Entonces podemos estar seguros de que no ha salido de la ciudad. Conociendo a Anthea, piensa bastante las cosas antes de hacerlas.

-¿Conociendo a Anthea?, ¿Pues qué tanto la conoces?

-Mohammed, estamos juntos en esto. La prioridad es encontrarla, no podemos estar peleando y perdiendo el tiempo.

-Como sea.

Mientras tanto, cerca del centro de la ciudad, Miranda llegaba con Anthea al hospital general, para que ésta última fuera revisada debido a los continuos dolores de cabeza que la habían estado asolando.

Se sentaron en la sala de espera, y Miranda dijo:

-Cuando lleguemos a casa, te tenemos preparado un pastel. No creas que nos olvidamos de tu cumpleaños, Anthea.

-Oh, que lindos son. No se hubieran molestado.

-¡No es molestia!, no todos los días se cumplen quince años.

Anthea esbozó una sonrisa, pensando en su familia en Fez. ¿Estarían orgullosos o decepcionados de ella hasta este momento?

Pasó un rato más, y luego las hicieron pasar al consultorio, donde una doctora las esperaba.

-Buenas tardes, doctora.

-¿Quién es Anthea?

-Soy yo- dijo la muchacha.

-Cuentame tu problema.

-Bueno, he tenido mareos, dolores de cabeza y vómitos.

-Está bien, voy a necesitar revisarla. ¿Me hace el favor de abrirse un poco el blusón?

Anthea hizo lo que la doctora le pidió, y ésta escuchó su ritmo cardíaco y sus pulmones. Acto seguido, le tomó la presión. La mujer se sentó nuevamente detrás de su ordenador, y tecleó durante varios minutos. Cuando finalizó, le dijo a Anthea:

-Está perfectamente bien. Los síntomas que me describe pueden tratarse de un embarazo incluso, ¿se ha realizado alguna prueba?

Anthea miró incómoda a Miranda, y ésta le lanzó una mirad preocupante. La doctora le entregó a la joven una prueba casera de embarazo, y le pidió que entrara al cuarto del baño para descartar las posibilidades de un posible embarazo.

Antha entró en el baño del consultorio, con un nudo en la garganta.

Pasaron diez minutos tal vez, hasta que salió de nuevo.

Se sentó junto a Miranda, y dijo:

-Tengo un mes de embarazo.

-Oh. Anthea...

Anthea se echó a llorar en el hombro de su amiga, y la doctora se levantó para darle unas palmadas en la espalda.

-Tranquila, te voy a recetar algunas vitaminas para tu embarazo. Todo estará bien, cariño.

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