24. Resignación

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El teléfono sonó temprano por la mañana. Harun se levantó algo mareado y ojeroso, debido al cansancio acumulado en los últimos días debido al esfuerzo de intentar encontrar a Anthea.

-Bueno, ¿quién habla?

-Harun, soy Mohammed.

-Hola, quedamos que hoy nos reuniríamos en la plaza, ¿cierto?

-Ya no va a ser necesario. Anthea volvió sola a casa.

-¿Qué?- preguntó Harun realmente sorprendido.

-Ella ha vuelto. Gracias por tu ayuda de todos modos, pero que quede clara una cosa. No quiero verte cerca de mi casa, ¿entiendes?, ni de mi casa ni de mi familia.

-Entonces...

-Tú no encontraste a Anthea, así que ella no irá al colegio. Fue decisión de ella volver a mí, así que olvida esas ideas locas que tienes.

Mohammed colgó, y Harun se quedó sentado en la orilla de la cama, desanimado.
¿Por qué Anthea habría regresado?

Hada y Fadila quedaron muy asombradas al encontrar a Anthea en la cocina al despertar.

-Mira quién volvió.

-¿Te fugaste con tu amigo?, Harun se llama, ¿no?

-Cállense. No es asunto de ustedes- dijo Anthea.

-Supimos que ayer fue tu cumpleaños, ¿qué te regaló Harun?, ¿el rechazo?

Anthea no puedo evitarlo y le lanzó un pedazo de pan a Fadila.

-¡Maldita!, ¡Salvaje!

-¿Qué pasa aquí? - irrumpió Mohammed en la cocina- ¿no les había dicho que quería que se llevaran bien?

-Tu esposa está loca- dijo Fadila.

-No se metan con ella, ¿aún no saben la noticia?, está embarazada.

Hada quedó pálida:
-No me lo creo. Justo lo que faltaba.

-¡Hada y Fadila!- las reprendió Mohammed- se quedarán sin marido un mes entero, por atacar a Anthea. Ella no se merece eso.

-¡Estás ciego!- estalló Hada- ¡esa niña te tiene encantado!

Mohammed respondió:

-No es su culpa ser más encantadora que ustedes dos juntas. Ahora, largo de aquí.

Las mujeres se fueron más que enojadas, y Anthea se sentó para descansar.

-¿Te sientes bien, habibi?- le preguntò Mohammed.

-Sí, es solo que aún no puedo creer que una criatura esté creciendo dentro de mí. Nunca imaginé tener un hijo a mi edad.

-Yo estaré a tu lado en todo momento, habibi. Lo sabes. Cuentas conmigo.

Anthea miró a su esposo. Estaba por cumplir los cuarenta, pero aún era bastante apuesto. ¿Podía ser que se enamoraría se él?, ¿podía olvidarse de Harun?

Solo el tiempo lo diría.

~

-No puedo creer que no se despidiera de mí- murmuró Miranda, mientras limpiaba su escritorio.
Tom le sonrió.

-Tal vez no quería hacer la despedida más dolorosa para ella.

-¿Cómo puedes saberlo?, apenas te acabo de contar su historia.

-Bueno, solo es una opinión, tranquila.

-La extrañaré, era como... como la hija que nunca tuve- Miranda bajó la cabeza. Sabía que había tenido una niña, pero se limitó a pensar en ella y no decir nada.

-Me hubiera gustado conocerla. Te encariñaste mucho con ella, y tú no eres así, tu corazón no es fácil de ganar.

-¿Ah no?

-No, recuerdo cuando te conocí e hice lo posible por acercarme a ti. Me alejabas, Miranda. Como hacías con todos los compañeros.

-Pero luego me di cuenta de que no eras tan estúpido y me hice tu amiga.

-Ja ja, claro.

-¿Sabes?, recibí un mensaje de Abby. Probablemente el último.

-¿Y qué decía?

-Bueno, me dio la noticia de que ella y Jerry ya están instalándose en Los Ángeles, y que están muy contentos con Wilhem.

-¿Y te sientes bien con eso?

-¿Qué más da?, aunque no lo hiciera, no podría pedirles que me devolvieran a mi hijo, Abby nunca me lo perdonaría.

-Miranda, hay algo que te he estado ocultando.

-Oh, Dios. Tom, más vale que no hayas asesinado a nadie.

Tom soltó una risita.

-Es algo peor que eso.

-¿Algo peor?

Tom se acercó a Miranda y la tomó suavemente por los hombros, y mirándola directo a los ojos le dijo:

-He estado enamorado de ti desde que tengo memoria.

-Tom...

-Déjame terminar, luego me dices lo que quieras... te quise al conocerte, porque no eras como las demás chicas. El simple hecho de rechazar mi amistad al principio hizo que sintiera algo más intenso por ti.

-Tom, yo...

-Sé que estamos algo grandes para esta clase de cosas... pero créeme que nunca es tarde para el amor. Jamás es tarde, y eso tú me lo has enseñado.

-Tom...

-No digas nada.

-Yo también te he ocultado algo... y si me quieres después de que te lo confiese, entonces aceptaré estar contigo.

-¿Qué pasa, Miranda?, ¿tú sí asesinaste a alguien?

-Ja. No, no es eso. Cuando yo era adolescente, uno de mis tantos padrastros me... oh Dios, no puedo creer que lo estoy contando.

-Miranda, estás llorando.

Tom se acercó más a ella y la abrazó. Miranda sentía que estaba haciendo lo correcto. Desahogarse es lo que había necesitado desde hacía tanto tiempo, ya que ni siquiera a Ray le había contado nada.

-¿Qué pasó con el tipo?- preguntó Tom

-Harold, así se llamaba. Fue arrestado. 

-Eso es bueno, ¿no? Mira, Miranda, no me importa nada de eso, ¿entiendes?, voy a cuidarte y amarte para que olvides todas esas horrendas cosas de tu pasado.

-Harold me dejó embarazada.

-¿Qué?

-Tuve una hija a los quince años, a la que di en adopción.

-Miranda, ¿por qué nunca me dijiste esto?, te conozco desde la universidad, pudiste habérmelo contado.

-Tenía miedo, Tom. Miedo a ser rechazada.

-Pero ni siquiera fue tu culpa...

-Oh, Tom.

Miranda se acurrucó en los brazos de Tom, y él la abrazó fuertemente. Acarició su suave piel mientras ella lloraba empapando su chaqueta.

-Miranda, te amo.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo.

Llantos De Arabia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora