35. Verano

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A punto de acabar primer año, Anthea ya no era atacada por las ofensas racistas de Ashley, ya que su amiga había sido expulsada, y ahora estaba sola en el colegio.
Incluso, cuando llegaba el momento de hacer parejas para los proyectos, Ashley le pedía a Anthea estar con ella, ya que nadie en el aula quería formar equipo con la chica popular, por miedo a ser burlado.

-Anthea, déjame estar contigo- pidió tímidamente la muchacha.

Anthea pensó en rechazarla, y humillarla frente a todos sus compañeros, quienes observaban la escena indiscretamente.
Pero recordó las enseñanzas de Allah sobre el perdón.

-Te diré algo Ashley. Voy a aceptarte solamente porque ya he perdonado todas las cosas que me hiciste pasar. ¿Y sabes por qué te perdoné?, porque en mi "religión terrorista", el Corán nos dice que Allah recompensará a quien  sabe perdonar. Y solo por eso no te odio, porque a pesar de lo que me has dicho, te demuestro que mi religión no incita al terrorismo, no incita a matar personas para reunirse con Allah. Mi religión es de paz, es de paz y amor.

-Tienes que admitir que hay muchas injusticias... he escuchado lo mucho que luchaste contra corriente para poder estudiar. Y todo por culpa de tu religión.

-Bueno, si bien hay cosas que no están a la mano, hay otra más importantes. Y eso es el amor.

En el instante que Anthea dijo la última palabra, pensó inmediatamente en Mohammed. Él, a pesar de sobreprotegerla y prohibirle cosas, la amaba más que a nada en su vida, más que a sus otras esposas o más que a su propia religión. Anthea comenzaba a percatarse de lo enorme que era el amor de él hacia ella.

-Lamento todo, Anthea... estaba tan enfurecida con lo de papá...- comenzó a llorar Ashely. Todos los compañeros se sorprendieron. Ashley jamás pedía perdón a nadie, y por primera vez había admitido su culpa.

-Entiendo que sufriste, Ashley. Pero no es razón para atacarme, ni a mi religión.

-No sabes lo que es, Anthea... vivir día tras día en una enorme mansión, pero tan vacía de amor. Mi madre no habla y sale todo el tiempo, no tengo hermanos y el aroma de mi padre está impregnado en todos los rincones, recordandome a cada momento que ya no está vivo. ¿Sabes lo horrible que es?- ahora Ashley estaba llorando con intensidad.

-No lo dudo.- dijo Anthea, y luego la abrazó. No sabía que circunstancias vivía la chica, y por más cruel que hubiera sido con ella, no tenía derecho a juzgarla.

"Las personas difíciles son el reflejo de vidas difíciles" le había dicho Ibrahim una vez a su hermanita, contándole sus experiencias con soldados insoportables en el campo de batalla.

Ashley y Anthea formaron equipo hasta el último día de primer año, para darse cuenta de que tenían muchas cosas en común.
Para sorpresa de todo el colegio, y más de Terry, se volvieron buenas amigas.

Las vacaciones comenzaron un día miércoles, y aunque solo sería un mes de descanso, Anthea estaba emocionada de pasar las veinticuatro horas con sus hijos, quienes ya tenían dos años de edad, y ya corrían por toda la casa volviendo loca a su madre.

Ashley visitaba a Anthea de vez en cuando, pues odiaba quedarse en casa sin nada por hacer, y tener una amiga le servía para distraerse. No era una mala chica... simplemente necesitaba a alguien que la comprendiera y que la aceptara.

Miranda y Terry invitaron a Anthea y su esposo a cenar en su casa.

-No podré ir esta noche- dijo Mohammed- tengo una reunión importante. Ve tú.

-¿Yo sola?

-Hmmm... ¿Por qué no llevas a tu amiga?, por lo que he escuchado, le gusta tu compañía. Eres una buena amiga, Anthea. Y también una buena esposa- dijo él depositando un beso sobre su frente.

-La llevaré, entonces. Supongo que Miranda pasará por mí y me traerá de nuevo.

Mohammed asintió.

Anthea se alegraba de que ya confiaba más en ella, y de que no se alarmaba al dejarla salir sin su compañía a algún lugar.
Ashley aceptó ir con ella, y en menos de media hora, ambas se encontraban en la entrada de la comunidad esperando por Miranda.

-¿Cómo está tu madre?- preguntó Anthea.

-Ella sigue ignorandome... como si yo no existiera. Supongo que ha sido así desde que papá murió... la verdad, Anthea, yo no soy muy creyente, pero a veces pienso, si realmente existe un Dios, ¿por qué me quitó a la persona que más he amado en el planeta?, ¿por qué me obliga a pasar por esto?

-Ya sabes lo que dicen... Dios le da las peores batallas a sus mejores soldados.

-No suena lógico.

-No le busques la lógica. Así es la vida. No sabes qué puede regalarte, o arrebatarte...

-Suena como si tú también hubieras perdido a alguien...- añadió Ashley.

Anthea miró impasible hacia el frente, nostálgica.

-Perdí a mi hermano. Su nombre era Ibrahim. No sé por qué Allah permitió que muriera, pero al menos sé que Ibrahim está en el paraíso, junto con tu padre, y todas las víctimas del terrorismo y las guerras.

-Ay, Anthea. Eres tan buena conmigo.- dijo Ashley, apoyando su cabeza sobre el hombro de su amiga.

Miranda las recogió en cinco minutos más, y llegaron al departamento.

Terry las recibió con alegría, pero se sorprendió al ver a Ashley ahí con Anthea.

-¿Profesor?, ¿qué hace aquí?

-Aquí vivo, Ashley.

-Ah, creo que olvidé mencionar que Terry es hermano de Miranda...- dijo Anthea.

-No debí venir-dijo Ashley, poniéndose toda roja.

Miranda les presentó a su novio, Tom, quien presumió sus talentos culinarios al servirles la cena.

Anthea estaba alegre de tener sus propios amigos en Washington.

Al finalizar la velada, Tom ayudó a limpiar, y fue el primero en marcharse. Luego Miranda salió al estacionamiento a encender el auto, y Anthea fue tras ella.
Antes de que Ashley saliera, Terry la tomó del brazo.

-¡Qué le pasa, profesor!

-Te conozco Ashley, no quiero que lastimes a Anthea como lo hiciste en ocasiones anteriores, ¿entiendes? Ella tiene un corazón noble, pero tú eres impredecible. No quiero que la apuñales por la espalda, sino que demuestres que de verdad quieres ser su amiga.

-Relájese, profesor. Ya aprendí la lección. Anthea es mi amiga, no es mi culpa que usted sea paranoico. Y no me conoce para nada, no se atreva a decir que lo hace.

Terry se acercó más a ella.

-Ve a casa, Ashley.

Ella asintió, roja como un tomate.

Miranda dejó a la chica en su mansión, y luego a Anthea en la comunidad.

-Fue muy agradable verte, Anthea.

-Igualmente. Tu novio es buen tipo, parece que le importas mucho.

-Lo sé. Descansa Anthea, las vacaciones no son para siempre.

-Ay Miranda, he tenido suficientes vacaciones toda mi vida.

Miranda rio, y arrancó el automóvil.

Anthea volvió a casa, deseando que el verano terminara ya.

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