48. Decaída

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-Presiento cuando te ocurre algo, y creo que hay una cosa que no me estás contando - dijo Mohammed a su esposa, luego de reunirse con ella en su habitación.
-¿Qué podría estar ocultando?- preguntó ella muy nerviosa, sabiendo muy bien lo que estaba por pasar.

Mohammed la abrazó, y ella hizo lo mismo. Acarició su cabeza sin cabello, a excepción por algunos pelitos restantes. Lo sentía más delgado de lo común, y ya no tenía el mismo rostro encantador y seductor de cuando lo conoció. ¿Realmente moriría?

-Anthea, el tiempo que me queda...

-No hablemos de eso, no quiero saber nada de eso.

-El tiempo que me queda lo usaré para conquistar tu corazón. Todo lo que no he hecho, lo haré el resto de mis días para lograr que me ames. No quiero más "te amos" sin significado. Quiero uno que sea verdadero. Uno tuyo que sea porque realmente lo sientes. Al final de mi vida, vas a amarme. Ya verás.

Anthea lo abrazó, una lágrima resbalando por su mejilla.

-No vas a morir. Vas a salvarte.

-Tú eres la única que puede salvarme.

Anthea lo besó, y Mohammed la sostuvo entre sus brazos, presionando sus pechos y rostro contra él, como si quisiera volverse uno solo con ella.

Esa noche durmieron juntos, pero para Mohammed, seguía significando nada. Y así sería hasta que Anthea lo amara de verdad.

Hada estaba sentada en la sala, con un álbum de fotos de su boda. Mohammed se veía tan enamorado de ella, tan alegre y joven.

-¿Qué haces?- preguntó Salma apareciendose por detrás.

Hada no tuvo tiempo de cerrar el álbum y la joven vio las fotos.

-¡Qué bello!, ¿es de tu boda?

-Así es. Esta soy yo, tenía un poco más de edad que tú.

-Te casaste muy joven... Pero no tanto como mi madre.

-Tu madre- repitió Hada.

-¿Qué tiene?, la odias, ¿no? Porque es más joven... Eso es muy típico entre las esposas del mismo hombre. Siempre tienen que odiarse.

-No odio a tu madre... Es decir, al principio lo hice, pero ahora sólo le tengo... Envidia. Mucha envidia.

-¿Y eso por qué?

-Ella pudo tener un hijo varón... Algo que no puedo ni jamás podré. La razón por la que tu padre se casó otra vez.

-Lo lamento, Hada. No tenía idea que era por eso. Creí que casarse tres veces ya estaba en los planes de papá desde su primera esposa.

-No... Él iba a quedarse eterna y solamente conmigo. Pero bueno. Ya ves cómo resultaron las cosas. Así es la vida, y si es la decisión de Allah, así será, tengo que aceptar lo que Él nos otorga, porque al morir, nos estará esperando en el paraíso, y ¿sabes qué hay ahí?

Salma negó con la cabeza.

-En el paraíso solamente hay alegrías y paz, nada más. Ahí todo será razón amor, y dormiremos para siempre en los brazos cálidos y protectores de Allah.

Salma abrazó a Hada. Podía sentir su pena. La pena de haber sufrido todo eso a tan temprana edad.

-Todos está bien- la tranquilizó Hada- no te preocupes por mí. Hace mucho tiempo que me resigné al destino que Allah me puso. Gracias, Salma. Eres una buena chica.

Salma la abrazó una vez más, para luego subir a su habitación.

Wilhem, Miranda y Tom visitaron a los Rajid la mañana siguiente. Salma estaba muy temerosa de que alguien pudiera reconocerlo del día de la fiesta, pero por suerte no fue así, ya que nadie lo había visto.

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