10. Castigo

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Latifa visitó la casa de los Rajid, a primera hora de la mañana.
Hacía apenas unas horas, en la madrugada, Mohammed y sus esposas habían regresado a Fez.
Se encontraban todos en la casa, cada quien en sus respectivas actividades.

La criada abrió el portón para dejar pasar a Latifa, quien aunque ya no estaba tan furiosa como hacía unos días, aún se sentía indignada por el comportamiento de su amiga.
Mohammed apareció en la sala principal.

-Latifa, ¡qué sorpresa! Anthea se está bañando, puedes esperarla aquí.

-No he venido a hablar con ella, sino contigo.

-¿Qué pasa Latifa?, ¿ocurre algo?

-Tú esposa te ha sido infiel. La vi con otro hombre.

-¡Oye!, ¡oye!, ¿cómo te atreves a decir eso de mi esposa?, ella no es capaz de eso, además es una niña de catorce años, no puede ser lo suficientemente valiente para desafiarme.

-¡Mohammed, te estoy diciendo!, ¡Anthea te ha engañado!

-Ella es tu amiga, no entiendo cómo tienes las agallas de decir esas cosas.

-No estoy mintiendo- recalcó Latifa

-Si fuera verdad lo que dices, debe ser confirmado por cuatro testigos, como dicta la ley ¿Dónde están los otros tres?

-¡Mohammed!, soy la única que los vio.

-Entonces eres una difamadora, y la degradación de una mujer es un crímen severo que debe ser castigado.

-¡No estoy difamando a nadie!

Mohammed llamó con señas a unos criados suyos que habían acechado a escuchar la discusión, y tomaron bruscamente a Latifa por los brazos, sosteniéndola justo frente a Mohammed.

-Última oportunidad para disculparte, Latifa. Mi esposa no ha hecho nada. Solamente eres una envidiosa de la vida que tiene, del dinero que yo tengo y de lo que le obsequio.

-No puedo creer que seas tan inocente. ¡Suéltenme!- exclamó, para que los criados que la sostenían la dejaran libre.

-Latifa. ¿Estás segura que quieres continuar con esta difamación? Te aseguro que tendrás un castigo.

-No. Me retiraré.- dijo ella, haciendo una mueca.

-Muy bien. No vuelvas a meterte con Anthea, ¿sí?

-Te vas a arrepentir, Mohammed. Esa niña será tu ruina- dijo Latifa mientras era echada de la casa.


Los vecinos y vendedores de La Medina acechaban para presenciar el escándalo de la joven que acababa de pelearse con la familia Rajid. Ahora sería la comidilla de toda la ciudad por difamar a la esposa de un hombre rico como Mohammed.

Anthea salió del baño y Fadila fue deprisa a contarle todo lo sucedido.

-¿Eso dijo Latifa de mí?- preguntó Anthea, fingiendo sorpresa y horror. No podía creer que su mejor amiga la hubiera traicionado, y todo por un capricho adolescente.

-Sí. Pero no es verdad, ¿No, Anthea?

-No lo es- dijo ella, sintiendo como su corazón se partía en dos.
Si ella no hubiera sido tan insensata, Latifa no estaría en esa situación.
Pero por otro lado estaba Harun...
¡Él tenía la culpa de todo! Si nunca le hubiera insinuado nada a Anthea, todo hubiera seguido normal, pero ahora la chica tendría que cargar con la humillación que Latifa sufriría de ahora en adelante.

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