Teddy en Hogwarts [1/2]

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— ¿Vas a... Vas a ser profesor...?

—De Herbología. Y también jefe de la casa Gryffindor—anunció Neville, orgulloso. Y guiñándole un ojo a Teddy, añadió—: Espero verte por allí.

— ¡Gryffindor!—chilló de pronto James. Aquella era una de las palabras que más repetía su hijo mayor, y ni a Harry ni a Ginny les sorprendía en absoluto.

Sus padrinos y Neville comenzaron a charlar sobre más temas que tenían que ver con Hogwarts, y eso no ayudó en absoluto a Teddy. Solo consiguieron que le entraran todavía más ganas de que llegara ya su carta.

—Eh, Gin—dijo Harry de pronto, señalando una columna del periódico—. ¿Sabías que hay un artículo sobre ti en el Profeta?

— ¿Es ese donde se quejan de que todavía no he vuelto a jugar con el equipo?

—Ese mismo—afirmó Harry.

Ella soltó un largo suspiro.

—No sé por qué les cuesta tanto entender que sigo de baja. Por Merlín: ¡me gustaría ver a todas esas personas cuidar de tres niños a la vez! Por suerte no lo ha escrito Skeeter. Vete tú a saber la sarta de mentiras que habría redactado ella...

—Bueno—intervino Neville, leyendo de reojo el artículo que hablaba sobre su amiga—. No se puede decir que este reportero sea muy... Experto en el tema, que digamos.

—Hoy en día no hay periodistas deportivos decentes—se lamentó Ginny.

—Deberías presentarte tú para ese trabajo—bromeó Harry; sin embargo, Ginny se lo tomó como algo muy serio.

—Pues mira, ¿sabes qué? Que quizás lo haga—sentenció ella—. El mundo mágico necesita gente que de verdad se tome esta profesión en serio.

Teddy se entristeció un poco ante la idea de que su tía Ginny se estuviera planteando dejar de jugar a quidditch; pues le encantaba ir a verla a los partidos con el resto de los Weasley. Antes de que el chico pudiera decir nada respecto a la decisión de la pelirroja, Darwin entró por la ventana. Teddy se puso en pie de un salto.

— ¡El correo! ¡Darwin ha traído el correo!—gritó, sin apartar la vista de la lechuza. Se posó en el hombro de Harry, quien recogió las cartas que su mascota traía consigo. Después de entregarle una a su esposa y quedarse con una para él, sonrió, y tendiéndole un sobre a su ahijado, pronunció:

—Creo que es para ti.

Teddy agarró el sobre, y contempló durante unos breves instantes el sello del Colegio de Magia y Hechicería, antes de abrirlo a la velocidad del rayo.

— ¡Mi carta! ¡Por fin tengo mi carta!—. Se la mostró a James, contento a más no poder—. ¡Mira, Jamie! ¡Mi carta de Hogwarts!

James la observó con detenimiento y gran admiración. Albus, sin acabar de comprender la situación, sonrió, contagiado por el buen humor de Teddy.

— ¿Podemos ir al Callejón Diagon?—le suplicó Teddy a su padrino—. ¡Porfa, porfa, porfa!

—Ya iremos mañana, Teddy—le interrumpió Harry—. Así podrá acompañarnos tu abuela también.

Teddy no tardó nada en protestar. Él no podía esperar más: ¡quería ir inmediatamente a por sus cosas! Y por supuesto, a por su nueva varita. Sabiendo que no dejaría de incordiarles respecto al tema durante el resto del día, Ginny, astuta, murmuró:

—Si te esperas a mañana, quizás pueda convencer a Bill y Fleur para dejen que Vic venga con nosotros...—añadió Ginny, con una media sonrisa.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora