Misterio

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Donghae termino cansado esa noche, por lo que luego de vestirse con un par de pijamas, se abrazó con fuerza a HyukJae de brazos y piernas diciéndole al oído que no pensaba moverse ni un centímetro.

-¿Y tú tía? Donghae tienes que ir a casa.

-Si quieres que vaya a casa entonces tendrás que llevarme tu.- dicho aquello, cerro sus ojos y suspiro golpeado con su aliento el cuello ajeno.

-¿Has pensado en Sora? Ella entra sin avisar continuamente.

-Lo siento por ella.

HyukJae ya no veía como hacer razonar al azabache, y estaba feliz porque sostuviera la decisión de quedarse. Así que sintiéndose repentinamente como un niño se dejó apretar, calentar y besar por el menor, acurrucándose en él ronroneando satisfecho.

Al final Donghae recostó su cabeza en el hombro de Hyuk, con sus manos entrelazadas y una de sus piernas sobre las del pelinegro. Se quedaron profundamente dormidos, ambos con una sonrisa adornando sus labios que parecía imborrable.

Al otro lado en el pasillo, Sora intentaba abrir la puerta, pero era claro que habían puesto el pestillo. Tenía algo muy importante que decir y no se fiaba de su hermano encerrado en la habitación, así que saco su llave y con cuidado hizo ceder al seguro.

Al pasar estuvo a punto de gritar, sin embargo la imagen de dos chicos perdidos en las manos de Morfeo la hicieron detenerse; con lentitud camino hasta ellos encontrando la ropa regada por el suelo, haciéndose una idea de lo que estuvieron haciendo en su ausencia.

Se inclinó para observar sus rostros, ambos parecían felices, tan juntos que era evidente que las cosas entre ellos iban muy bien. Sora mordió el labio reprimiendo una risita y tomo la cobija que había estado arrugada a los pies de la cama, jalándola para cubrirlos con ella por la madrugada fría que se avecinaba. Sabiendo que tenían un sueño pesado, se atrevió a besar con ternura y sonoridad la mejilla de su hermanito, y la frente de su cuñado.

-Par de pillos- musito –No pueden adelantar la luna de miel, ¡Ni siquiera lo han hecho oficial!

Todavía con las ganas de reír se apresuró a salir antes de que ellos lo notaran. Ya se enteraría Hyuk de lo que iba a informarle por su cuenta, había decidido que lo dejaría como una sorpresa después de todo.

=*=*=*=*=*=

-Mmmh Hae

-¿Hum?

-Hae, ¿Qué hora es?

-¿Tengo cara de saberlo?- respondió aletargado, al igual que él.

HyukJae se estiro perezosamente, aprovechando para alcanzar su móvil que permanecía en la mesita de noche. Encendió la pantalla y se fijó, con la vista nublada, en los números del reloj digital.

-Joder es muy temprano.- gruño regresando a su posición, abrazando a Donghae por la cintura.

-Agradece que estoy despedido, de lo contrario tendría que irme.- rió el azabache sin abrir los ojos.

-¿Te despidieron?

-No hagas como que te sorprende, bien sabes que nadie quiere volver a pisar esa cafetería por mi culpa.

Hyuk arrugó la nariz y torció la boca en un gesto cómico. –Sí, tienes razón. Además de mal servicio, haces un café horrible.

-¡Hombre, gracias!- ironizó.

Rieron hasta darse cuenta que ya no podían conciliar el sueño, por lo que Donghae se dio vuelta, mirándolo a los ojos pegándose más a su cuerpo hasta hacerlo caer sobre su espalda; se recargo en un codo y con la otra mano se dedicaba a apartarle los mechones del rostro.

Blanco de lenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora