Observador experto

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Donghae terminaba de ajustarse el uniforme de su empleo -el único que le quedaba- para después meter su chaqueta y camisa anteriores en la mochila escolar que además de eso tenía que cargar con los libros y cuadernos necesarios. Aquel pedazo de tela era muy útil y resistente, digna de admirarle luego de haber estado en manos de Lee Donghae durante cuatro años enteros ¡Un milagro!

Cuando al fin terminó de ordenar se dispuso a salir de los vestidores, pero Yunho de nuevo le detenía quitándole el tiempo.

—Ten cuidado ¿quieres?

El azabache retiró bruscamente la mano de su hombro, rodando los ojos. —Si papá- chilló irónico —Deja de ser tan espinudo. Nos vemos después ¿vale?

Dicho aquello se colgó al hombro la mochila y caminó rápidamente a la salida viendo la pantalla de su celular. El reloj le decía que tenía el tiempo contado así que quiso acelerar el paso, pero el dolor que sintió después punzar en toda su cabeza le obligó a retroceder abruptamente.

HyukJae estaba tan metido en las letras de aquel buen libro -una filosofía pura de un excelente escritor que le enternecía completamente- que no cayó en cuenta que un inadvertido tipo caminaba hasta allí sin fijarse. Si no fuera por el golpe que escuchó justo a su lado como una piedra hueca él no hubiese reparado en ello.

Jae giró la cabeza impresionado del porrazo que se llevó el chico para ver que este seguía ahí sobándose el golpe con ambas manos y lloriqueando en voz baja. >>Siempre tan torpe<< pensó, cerrando su libro y guardándolo en la bolsa.

—Ten más cuidado.— Donghae no alzó la mirada así que HyukJae lo pasó de lado yéndose por el corto pasillo dando largas zancadas.

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El café pertenecía a su tía. Una mujer ocupada como una nómada que se muda cada dos meses para "conocer" más del país y apenas tenía tiempo de fijarse como iba el negocio. Donghae tenía que enviarle las ganancias a la nueva dirección que le entregara, y siempre le daba cuentas enteras a lo que ella simplemente le agradecía por llevar "tan bien" la cafetería en su ausencia. Pero lo que no sabía era que en total Donghae solo obtenía 50 wons a la semana, así que su mesada era lo que a completaba el dinero que debía a su tía.

En realidad su empleo no era un empleo, y los que había querido tener todos terminaba en el mismo punto en el que le despedían.

Así que ahí estaba. Sentado en el mostrador escribiendo su reporte mientras que el local estaba tan vacío que daba depresión solo de mirarlo. Sin embargo la campana de la puerta siendo abierta se hizo escuchar en el silencio espeso y Donghae abandonó sus labores.

—Hola, ¿puedo ofrecerle algo?

La persona que estaba ahí tenia esos lentes de sol grandes y una boina inglesa sobre su cabeza, también una bufanda que cubría la barbilla y la boca lo que le hizo adivinar de inmediato quién era.

—Oh, ya veo. De fresa ¿cierto?

—Te esperaré en la mesa cuatro.

—Por supuesto, como si no pudiera verlo entre toda está multitud- respondió sarcástico, yendo a preparar su pedido. Escuchó a su espalda una risa tenue que le hizo sentir un cosquilleo. >>Que linda<< mordiendo su labio inferior y siguió avanzando.

Luego de apagar la licuadora, vertió el contenido en la enorme copa hasta llenarla, después tomo la crema batida e hizo una montaña con ella para en la cima decorar con una fresa exquisita. Por ultimo no hizo falta más que colocar la pajilla y llevar su obra de arte en malteada, a su cliente.

-Aquí esta- dijo con orgullo en su voz, dejándola sobre la mesa. -Todo lo que siempre me pide.

-Gracias- respondió él, observando (suponía Donghae) su malteada. -Eh... ¿vas a quedarte ahí?

Blanco de lenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora