Apunto de tenerte

891 144 18
                                    

"Su corazón, su respiración, su sonrisa, su cuerpo.... Su vida. Todo me importa de Lee Donghae para tenerlo día con día"

De un momento a otro el contexto había cambiado de nuevo, de un misterioso e intimidante momento, a un dulce y romántico segundo.

Donghae le miraba desde su posición con una mezcla de intriga-ternura. Cuando su mano cálida fue a tocar la mejilla pálida, esta se encontraba helada hasta el punto de hacer estremecer al dulce azabache.

El silencio reinaba igual que la oscuridad de la noche, siendo que la luna solo brillaba en su punto más alto, sin alcanzar a filtrarse por las ventanas. Entre las sombras los dedos de HyukJae fueron buscando a tientas los botones que abrirían la camisa, pero en vez de hacerlo, solo jugaron con ellos.

-¿No piensas hacer nada?- dijo el menor, viendo hacia sus manos entre sus cuerpos. A lo que HyukJae negó con suavidad, mirándolo penetrante. –Mmh, ya veo- volvió a susurrar; y de puro e inusual impulso, sus labios se adhirieron a los suyos como imanes compatibles.

La sorpresa no cabía en sí; las reacciones eran inexplicables y la situación tan bizarra que no le parecía lógica. Lo que atino a hacer fue mover sus labios al compás de los del azabache, y cerrar sus delgados parpados mientras las manos exploraban con parsimonia su espalda baja.

Donghae suspiro cuando fue alejándose, satisfecho de lo suave que se sentía, y lo excitante que era besar a un completo desconocido, que había tenido la intención de abusar de él mientras estaba vulnerable en el suelo. La respuesta a la pregunta "¿Por qué?" no la tenía en concreto, solo sabía que quería romper toda regla sin razón de solo fijarse en su boca y sus ojos.

Jae le miro por unos cortos segundos antes de afirmarlo más a su cuerpo, y atacar el cuello con besos que se asemejaban al aleteo de las mariposas. Hae permitió que las cosas fluyeran, y atraído por la aventura que le representaba comenzó a apartarle la chaquetilla y luego la fina camisa negra.

>>No puedes continuar... no puedes hacerlo<< reprochaba la conciencia, mientras el sentido primitivo gobernada. >>No es el momento y quizás jamás lo sea. ¡No te hagas más daño!... No se lo has a él<< la energía de hacia un momento se disolvió trayendo como consecuencia un duro remordimiento, y una irritante melancolía.

-¿Qué pasa?- jadeo Donghae, apartándose para mirarlo. La imagen era desgarradora, aunque una parte fuera demasiado seductora, siendo que su torso musculoso se mostraba en todo su esplendor; sin embargo la palidez del rostro lechoso no hablaba de un buen estado, lo erizado de su piel y las ligeras convulsiones le asustaron, y al ver como los labios entreabierto por donde se escapaba la respiración estaban pintándose de un color violáceo... todo se empeoro.

-Vaya... debes estar congelándote- musito, observando entonces que la ropa era demasiado ligera, y le había quitado la mitad de ella en una noche que amenazaba con una feroz tormenta. –Deberías colgarte un abrigo.

-No traigo ninguno- respondió HyukJae, fascinado por su preocupación repentina.

Donghae sonrió tiernamente. Se irguió seguido de Jae hasta quedar sentado sobre sus piernas, tomo la ropa que estaba regada a un costado y comenzó a colocársela en orden como si vistiera a un bello muñeco. Luego de terminar con el último botón del chalequillo escarlata, le miro para nada convencido, hasta que fue quitándose su propio saco.

-¿Qué es lo que haces?

El azabache no respondió y simplemente le colgó la prenda sobre los hombros, para después indicarle con un gesto que introdujera sus manos en los brazos de tela. –No quiero que te resfríes por mi culpa.

La expresión asombrada no pudo ocultarse ni por el uso del antifaz, por lo que Donghae rio con nerviosismo. –No me conoces- afirmo HyukJae, como si quisiera hacerle ver con claridad.

-Lo sé- respondió.

-Pero entonces... porque....tu- lo que salía de su boca no tenía coherencia, aun asi el menor comprendió.

-No lo sé ¿vale? Solo creo que me has parecido demasiado atractivo....- mordió el labio inferior apartando la mirada, con un rostro ya sonrojado. –Además, eres dulce.

Levantándose de encima estiro una mano para ayudarle. ¿Es que no había hecho ya suficiente por él?

-Fue un placer... aunque en realidad no nos hemos presentado.- El pelinegro entro en pánico, y al notarlo, Donghae agrego: -No es necesario. Seria incómodo para ambos volvernos a encontrar y recordar esta escena, solo... dejémoslo asi.

Sin esperar respuesta, agacho la cabeza avergonzado, y con una sonrisa de oreja a oreja avanzo hacia la puerta.

=*=*=*=*=*=

HeeChul reía descaradamente pasando fotografías una a una como una película, viendo el mismo rostro en todas las imágenes hasta cansarse. La memoria no era más que una serie de un adolescente carismático que bien conocía por Choi Siwon, que extrañamente era muy fotogénico.

Una vez termino con eso, mordió la punta de su meñique pensando, maquinando una manera de usar tan valiosa cosa a su favor. Pero se dio cuenta que no servía de nada ahora...

-Tengo que saber antes porque tiene a Lee Donghae como objetivo... ¿qué es lo que quiere ese bastardo con este chico?

Con la pregunta ya pintada, se prometió a si mismo encontrar la respuesta.

¿Por qué? Porque lo que quiere Kim HeeChul... Kim HeeChul lo obtiene.


Blanco de lenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora