Capítulo 6

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Había pasado un mes de su regreso del hospital, tenían casi una rutina marcada. Edward iba a trabajar por la mañana y volvía pasada las cinco de la tarde y ella como le quedaba un mes aún antes de empezar a trabajar, solía hacer algunas compras o se quedaba en casa; solo dos días se alejaba de la casa, pero solo uno era un viaje lo suficientemente largo... ese día era mi día de suerte.

El lunes por la noche habíamos repasado con James el plan, él la esperaría en la ruta y la agarraría ahí. Ella salía después de su desayuno con Edward en la casa por lo que teníamos el tiempo justo.

El martes muy temprano salimos hacía la ruta y esperamos hasta ver su auto. Habíamos aparcado un auto viejo y yo le hacía señas para que pare y así conseguir que bajara.

Aparco el auto sobre la banquina, se bajo y camino hacía donde yo estaba.

Bella – hola... ¿necesita ayuda? – me pregunto con esa cara de duda.

Ángela – se paró y no quiso arrancar otra vez – le dije con una sonrisa falsa

Bella – déjame ver – y se acerco al motor. Fue la oportunidad justa, James llegó y le puso el paño en la boca para dormirla. Cuando se desvaneció la metimos en el baúl de su auto.

Yo arranque el auto viejo y James me seguía con el de ella. Dejamos abandonado el auto a Km. de distancia del lugar donde la levantamos y lejos de la casa. Me subí al auto de ella y nos fuimos a la casa. Cuando llegamos esperamos a que se haga de noche antes de abrir el baúl. Para que no viera el lugar ya que para ese entonces ya se estaría despertando. Abrí el baúl y en cuanto la vi con los ojos abiertos le pegue en la cara y se desmayo. James la tomo en sus brazos y la metimos dentro de la casa, la tiramos en la que era su habitación, el sótano. El oscuro, hermoso e incomodo sótano.

Me acerque a la casa Cullen mientras James la vigilaba. El placer comenzaba.

Edward había regresado poco antes de las cinco. Se lo veía asustado, preocupado, supuse que una de sus amigas lo había llamado preguntando sobre Bella. La hora de la cena había pasado hacia unas horas y vi como caminaba por toda la casa, a veces lo veía hablar por teléfono, otras veces sentado en el sillón de su living. Sus amigos lo acompañaban, todos tenían cara de preocupación y desconsuelo.

Yo sonreía, comenzaba a sentirme feliz. Mi oscura felicidad me abrazaba.

Volví a la casa para saber del estado de mi invitada. James estaba en la cocina tomando un café.

Ángela - ¿Cómo está? Ya se despertó nuestra invitada de honor – dije con ironía

James – no, sigue inconsciente.- me dijo con una sonrisa- tu puño es pesado hermana- y reímos juntos.

A la mañana siguiente James se había ido a comprar y averiguar si había algún rumor en el pueblo sobre su desaparición. Por lo que yo me quedaba con ella. Hice el recorrido de los pasos incontables y la fui a ver. Estaba en un rincón hecha un ovillo. Me reí de solo verla.

Bella - ¿Qué quieres? ¿Quién eres? – me pregunto con la voz entre cortada.

Ángela – sabía que eras insignificante, pero no creí que fueras inútil. Ni un bebé puedes cuidar en ese feo vientre- me reí de solo pensar en el daño de esas palabras. Ella no dijo nada.

Me acerque y le volví a pegar. –No eres digna de su compañía- y le pegue otra vez- no mereces sus besos si sos incapaz de darle un hijo- y le pegué una y otra vez. Mas le pegaba, más placer sentía. Con el último golpe y antes de que se desvanezca, le tome con fuerza sus cabellos y le dije – esto recién comienza primor- la solté y cayo al piso.


El Precio de la Felicidad    -Finalizada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora