Como un camaleón.

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En las mesas del frente casi pegada a la pared donde el olor a café era mucho más intenso, se encontraba sentando sorbiendo de la pajilla una malteada de fresa, jugando de vez en cuando con la espuma mientras sus profundos ojos observaban por encimas de las gafas al chico del mostrador.

>>Se le ve tan concentrado. Pero aun asi no se da cuenta que el agua ya se ha evaporado; que los tres cafés de la mesa dos les ha puesto más de cinco cucharilla de azúcar y nada de cafeína; las máquinas de rosquillas llevan 15 minutos anunciando que están listas; y la camisa de su uniforme esta al revés mostrando las costuras.... Donghae ¿no puedes poner un poco más de atención?<< sonriendo levemente acabo el último trago de su bebida. Esperaba lo que ya sabía iba a pasar, siendo que se repetía la misma historia todos los días dentro de aquel pequeño local....

-¡Eh estado esperando mi orden desde hace media hora ¿Qué esperas muchacho?!

-Tú quieres volvernos diabéticas. ¡ESTO ES SOLO AGUA CON DULCE!

-¡Yo no ordene empanadas!

-¡¿Dónde están mis rosquillas?!

-¡Estoy esperando mi cambio!

-Hijo algo se quema allá adentro

Donghae no sabía a quién atender primero, todos sonaban inconformes y molestos. Sobresaltado por el vapor que salía de atrás, decidió correr a asegurarse que las máquinas de café estaban bien antes de lidiar con toda esa multitud enardecida.

Uno de los hombres que notó cómo se iba y dejaba la caja registradora abierta, asomo a su alrededor que nadie le estuviera viendo, para tomar él mismo el dinero que le debía aquel chico, y tal vez un poco más... pero su mano se vio detenida por un fuerte agarre en la muñeca.

-¿Ah?

-Disculpe, ¿Cuánto es su cambio?

-Eh... 100 wons.

Tomando la cantidad exacta se los entrego rápidamente, cerrando de golpe la caja. -Tenga un buen día.

El resto de clientes se levantó de sus mesas y se fueron soltando maldiciones y malos comentarios sobre el servicio, jurando no volver a pisar esa cafetería nunca más. >>Lo de siempre<< pensó, alejándose del mostrador y volviendo a su anterior asiento.

-Uff logre salvar las maquinas- dijo sonriendo victorioso Donghae, limpiándose el sudor que el vapor le había generado en la frente. -¡Oh! ¿Dónde están los demás?

-Se han ido- respondió la única persona presente.

-¡Joder!- chillo el azabache -No me han pagado nada.

Con ambas manos jalo los mechones de su cabello hacia arriba en signo de frustración. Luego se dirigió a aquel cliente con grandes anteojos y una mata de pelo espeso que le ocultaba parte del rostro. -Disculpe. ¿Quiere algo más?

-Mmh por hoy no. Pero vendré mañana por otra de estas- dijo, mostrándole la copa vacía y acercándose con su billetera.

-Creo que es el único que regresa.

-Es por la malteada. Te quedan deliciosas.

Donghae sonrió apenas, poniendo la combinación de la caja registradora. -Creo que solo soy bueno moliendo fresas y agregándoles algo de leche. Tal vez debería buscarme otro empleo.

-No lo hagas- dijo el desconocido -Me gusta aquí.

El azabache vio cómo su cliente frecuente se iba con parsimonia del local, dejando una fragancia dulce en el aire a su paso. No sabía quién era, y tampoco sabía si le interesaba, simplemente gracias a él era que seguía manteniendo su trabajo por sus visitas diarias y sus grandes copas de malteada de fresa.

====*====*====

HyukJae caminaba por el parque viendo los grandes árboles de cerezos con una sonrisa de encías, adoraba ese paseo antes del atardecer mientras esperaba a que fueran las 17:00hrs, cuando acompañar en silencio a su objetivo de vuelta al pequeño departamento.

El viento zarandeaba los mechones interfiriendo con su vista y la hojarasca tronaba bajo la suela de sus zapatos conforme sus pasos aumentaban en los jardines. Se detuvo a ver como la luz del sol aun presente se reflejaba en las copas de los árboles, cuando una mujer choco con fuerza contra su costado.

-Oh cuanto lo siento- dijo ella, como un disco rayado que repite y repite esa inclinación a modo de disculpa. Sus mejillas se sonrojaron mientras decía: -Es que no lo vi. Lo siento, no pude notarlo cuando pasaba. A lo lejos parecía como si no... ¡Lo siento!

Jae la vio irse veloz aun ocultando su rostro con una mano, como si eso pudiera hacerla pasar desapercibida.... ¿Desapercibido? Una as grande sonrisa se generó instantáneamente en sus labios. Aquella palabra lo describirá perfectamente.

Su vestimenta se adaptaba al ambiente otoñal a la perfección, la prueba estaba en ese pequeño incidente. Lo único que podía salir fuera de tono era su oscuro cabello, pero lo ocultaba con una boina inglesa café/anaranjado muy bien.

-Soy como un camaleón- rio para sí mismo -Perfecto en el camuflaje... casi invisible. Pero mucho más atractivo.

Unos ladridos le sacaron de su auto-conversación, una bola de pelo festejaba a lo lejos atada a una correa azul junto con otro par de perros de distintas razas. HyukJae se alegró tanto como el pequeño can que corrió a alcanzarla.

-¡Choco!- le grito obteniendo como respuesta un segundo ladrido. -¡Oh preciosa, ¿Cómo te has portado hoy, eh?!

-Es una perrita traviesa- dijo la adolescente que los sostenía.

-Gracias por cuidarla.

-Cuando quiera.

La correa le fue entregada pero contrario a traerla arrastrando, él prefirió tenerla en brazos asi podía acariciar su sedoso pelo. La alarma de su móvil le alerto que ya era hora de irse, por lo que dijo a su mascota: -Quiero que te estés calladita ¿vale?

Choco meneo la cola y ladró como un asentimiento.

-¡Yah, eres muy inteligente!

=*=*=*=*=

Donghae comenzó a guardar el resto de sus pertenecías en la mochila desgastada, asomo la hora en el móvil y se colgó el saco sobre el hombro.

-Hora de irse- el azabache cerro muy bien el local antes de comenzar a subir la pendiente, y se le ocurrió tataratear una cancioncilla pegadiza para hacer el recorrido más ameno.

Saludo a cada persona que se topaba enfrente aun esta no le respondiera, ni tampoco la conociera. Donghae había tenido otro día excelente (sin contar su mala fortuna en el trabajo) asi que quería demostrárselo al resto del mundo.

El viento soplaba muy fuerte para cuando iba por aquel callejón iluminado por alguna que otra farola, varias veces tuvo que detener el paso porque el polvo le entraba directo a los ojos; el frio le hizo recordar que traía un abrigo cargando pero cuando intentó ponérselo, este le fue arrebatado por el aire.

-¡Joder ven aquí!- estaba a punto de ir traes él cuando a lo lejos, una silueta que iba a pasar de largo el callejón, se detuvo en la entrada y tomo el abrigo sin dificultad mientras este aún era arrastrado.

-¡Muchas gracias!- grito Donghae, para después irse acercando con más calma. El salvador de su saco no respondió nada, y antes de que el azabache terminara de llegar hasta ahí, dejo el abrigo colgado sobre el señalamiento de la esquina. -¿Ah?

La persona, quien quiera que fuera, simplemente se desapareció de la nada. No había ni un rastro, o Donghae realmente estaba mal de la vista. Asi que encogiendo los hombros y sintiendo un escalofrió recorrer su espalda, se colocó la prenda y se fue corriendo.

Mientras tanto a varias calles más adelante, alguien sonreía con una mueca extraña, retorcida, viendo en sus manos una hoja doblada en dos partes con una nota escrita con letras mal hechas: "Horario de clases"

Blanco de lenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora