Una fantástica familia [Neville y Hannah]

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Tuvo ganas de abrazar a Neville con todas sus fuerzas. No podía ni imaginarse lo que debía suponer para él vivir aquello día tras día.

La señora Longbottom movía la cabeza de un lado para otro, con la mirada perdida, mientras tarareaba una melodía. Frank, por su parte, jugueteaba con una cucharilla de té. A Hannah le pareció que trataba de usarla como si fuera una varita mágica.

Neville soltó un largo suspiro. Se acercó a una mesilla en la que había un plato con comida, y se volvió hacia su madre.

— ¿No tienes hambre, mamá?—dijo, y su tono de voz sonó apagado.

Una sanadora soltó una aguda risilla, y entornó los ojos.

—Es inútil que lo intentes, chico. Es una testaruda. No conseguirás que pruebe bocado.

— ¿Acaso no es su deber insistir para que lo haga?—saltó Hannah—. ¿Así es como les cuida hasta el momento en el que se recuperen?

La sanadora arqueó una ceja, sorprendida. Tuvo que esforzarse por no dejar escapar una carcajada. Se acercó a Hannah, y murmuró, con tal de que no la oyera Neville:

—Niña, ¿sabes cuántos años llevan estos dos aquí? Todos han perdido la esperanza de que algún día vuelvan a la normalidad.

Hannah se tomó aquello como algo personal. Le lanzó una mirada de desprecio a la mujer, y corrió las cortinas para que no pudiera molestarles más con estupideces como aquella.

Neville se había sentado en una silla de madera. Hannah se colocó a su lado, y apoyó una mano en su hombro. Con una sincera sonrisa en el rostro, ella empezó a hablar.

—Buenos días, señor y señora Longbottom—dijo, alegremente—. Soy Hannah Abbot. La novia de Neville. Bueno, en realidad soy su prometida. ¿Qué les parece? Su hijo va a casarse mañana.

Hannah no esperó respuesta. Sabía perfectamente que no llegaría. Pero no le dio importancia. Continuó hablando, sin borrar su sonrisa de la cara.

—Señor y señora Longbottom, no sé si alguna vez Neville les ha contado la historia de la Batalla de Hogwarts.

—Por encima—Neville respondió por ellos, encogiéndose de hombros.

—Oh, ¿y les has contado lo valiente que fuiste?

Neville negó con la cabeza, riéndose.

—Vamos, Hannah, ya sabes que no fue para tanto.

Hannah se volvió de nuevo hacia sus futuros suegros. Alice había dejado de balbucear en voz baja y ahora se limitaba a mirar los dedos de sus pies.

—Neville se cargó a la serpiente de Voldemort. Y aunque él sea tan modesto, fue un acto digno de un auténtico Gryffindor. Además, él fue quien me enseñó que no hay que temer a su nombre.

Frank la miró de arriba abajo durante unos breves instantes, aunque enseguida volvió a poner toda su atención en la cucharilla.

—Y ahora, es uno de los mejores Aurores del Departamento—siguió contando Hannah—. Ya ha capturado a un par de magos tenebrosos.

—Con ayuda—le recordó Neville.

—Sí, pero, ¿quién fue el que localizó a ese tal Pulasky?—terció ella—. Neville se pasó semanas buscándole. Y lo logró. Fue un gran alivio para todos el que lo encerraran. Había usado la maldición Cruciatus con una familia de muggles. Incluido el hijo más pequeño, de ocho años.

—Mamá, papá, está exagerando. Yo solo... No podía dejar que nadie más tuviera que pasar por...—se detuvo a sí mismo, y bajó la mirada. Hannah se humedeció los labios, y siguió con su charla.

—Deberían estar muy orgullosos de Neville. He de admitir que, cuando le vi en Hogwarts por primera vez, nunca llegué a pensar que podría acabar convirtiéndose en quien es ahora.

—Eso duele—dijo Neville, tratando de sonar molesto.

—Pero el caso es—Hannah todavía no había terminado—, que es la persona más valiente y leal que conozco. Muchos no le creían digno del apellido Longbottom. Y se equivocaban completamente.

Neville se levantó de su asiento y la rodeó con sus brazos, agradeciéndole todo lo que había dicho.

De pronto, Alice se puso en pie, y anduvo hasta ellos, balanceándose. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pasó una mano por una de las mejillas de Neville. Sus pupilas se dilataron y por unos segundos, su piel pareció retomar algo de color. Y, quizás solo se lo imaginó, pero a Neville le pareció ver que las comisuras de sus labios se elevaron hacia arriba. Después de eso, giró la cabeza hacia Hannah. Extendió la mano frente a ella, y Hannah recogió un envoltorio de caramelo que le entregaba.

—Gracias, Alice—murmuró ella, sin dejar de mirar ese papel de colores.

Alice se dio media vuelta y volvió hacia su cama, y empezó a retorcerse unos mechones de pelo. Entonces, Neville dejó escapar un suspiro algo triste.

—Sé que no es la familia con la que uno sueña—musitó, cabizbajo—. Pero...

—Son fantásticos—le interrumpió—. Igual que tú.

Neville dirigió la mirada a su padre. Este, con un enorme esfuerzo, señaló a Hannah con el dedo, y asintió una sola vez.

—Sí, lo sé, papá—dijo Neville, y seguidamente besó a Hannah en la frente—. Es fantástica.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant