Capítulo 40

4.7K 387 2
                                    

Acurrucada en el sofá de la lujosa casa que Rafael tenia en Mayfair, Alejandra miraba sin ver en realidad un cuadro que había sobre la pared.

Después del enfrentamiento con su padre, Rafael la había llevado a su limosina y le había dado al chofer instrucciones para que los llevara a su casa. Llevaba diez minutos sentada allí mientras el se ocupaba de una llamada de teléfono muy urgente.

-Siento haberte tenido que dejar así -dijo él, cuando volvió a entrar al salón. Al ver lo seria que estaba, frunció el ceño-. ¡Deja de pensar en él! No merece la pena.

-¿Cómo sabes que estaba pensando en mi padre?

-Conociéndote, es evidente. Espero que no estés intentando encontrar excusas al abominable comportamiento de tu padre, porque no las hay -afirmo, sentándose junto a ella en el sofá y tomándole la mano-. Deberás haberme dejado que le diera otro puñetazo antes de que le dijeras que no querías volver a verlo.

-No podía hacer eso. Sigue siendo mi padre...

-Eres increíble. Tu padre intenta destruirte y, ¿Qué haces tú? ¡Le dices que lo quieres! ¡Ese hombre no se merece tu amor!

-Todo el mundo se merece ser amado -susurro Alejandra, mientras se secaba las lágrimas con una mano.

-Se que estas disgustada, pero debes olvidarte de él por el momento.

-Sí... Lo siento. Se que odias los sentimientos y que hoy has tenido que ver demasiados. Este asunto debe de ser tu peor pesadilla. Por cierto, ¿Cómo tienes la mano?

-Esta bien, pero nada de eso tiene comparación con el estrés de la semana -le seguro él-. En el momento en el que te marchaste, me di cuenta de que no debería haberte dejado escapar. No podía condecir que tuvieras que enfrentarte a tu padre en solitario.

-Era mi problema, Rafael.

-Tu no estas hecha para luchar -dijo él, haciendo que ella se levantara para sentarla de nuevo sobre su regazo-. No tienes ni un gramo de agresividad en todo tu cuerpo. En el momento en el que te marchaste supe que había cometido un error.

-¿Por eso viniste tras de mi?

-Sí. No podía soportar que tuvieras que enfrentarte sola a tu padre. Entonces, descubrí que habías desaparecido

-Cuando vi ese periódico, me sentí muy disgustada. Lo siento. Se que no te gusta hablar de sentimientos, pero no tienes idea de lo que se siente al verse completamente defraudado por la única familia que se tiene...

Se produjo un largo silencio. Alejandra sintió que Rafael se tensaba.

-En realidad, si lo se -admitió él, con voz ronca., se exactamente lo que se siente.

-Creía que no tenías familia. ¿Me estas diciendo que tu padre también te defraudo a ti?

-Mi padre me defraudo incluso antes de que yo naciera por que me dejo que mi madre me criara sola -confeso. Entonces, se aparto a Alejandra del regazo y se puso de pie para dirigirse a una ventana-. Hasta que tuve ocho años, ella me crió sola.

-Vaya... Jamás habías hablado de tu madre antes. ¿Vivías en Río?

-Sí. En una pequeña habitación que casi no ofrecía espacio suficiente para una persona, mucho menos para dos. Llevábamos una existencia llena de miseria. Entonces, mi madre conoció a un hombre.

-¿Se enamoro?

Rafael sonrió con gesto burlón.

-Alejandra siempre la romántica, ¿verdad? No, no estaba enamorada de él. Sin embargo, ese hombre era muy rico y mi madre pensó que casarse con el era el único modo de mejorar su vida. Solo había un problema. Ese hombre no quería el hijo de otro hombre.

-¿Te lo dijo? -pregunto Alejandra, asombrada.

-Escuche una conversación entre ellos. Estaban a punto de llevarme a un internado.

-Estoy segura de que tu madre no iba a hacer eso. Tal vez creyó que si decía eso, él cambiaria de opinión y te aceptaría.

-Te equivocas, Alejandra.

-¿Tu madre te llevo a un internado?

-No. No les permití que lo hicieran. Me marche de casa. ¿Ves? Incluso a la tierna edad de ocho años, estaba completamente decidido a controlar mi destino. No iba a consentir que la vida me dominara.

-Pero solo tenías ocho años... ¿Cómo pudiste hacerte cargo de tu destino tan solo con ocho años? ¿Qué fue lo que hiciste? ¿A dónde fuiste?

-Le robe dinero de la cartera, hice la maleta y me monte en un autobús. Me marche todo lo lejos que el dinero me permitió. Cuando me baje del autobús, me que de al lado de la carretera, preguntándome que diablos había hecho. De repente, me di cuenta que no tenia ni comida ni bebida ni ningún sitio donde dormir. También comprendí que si me quedaba al lado de la carretera, alguien me recogería y me devolvería a Río. Decidí meterme en la selva.

-¿En la selva? -pregunto ella, atónita-. ¿Te metiste en la selva con solo ocho años? ¿Cuánto tiempo estuviste allí?

-Un mes.


-------------------------------

Ya falta poco jaja 😘 comenten y denle a la estrellita

Jungla De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora