Capítulo 15

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- No comprendo a que te refieres.

-A lo largo de los últimos años, Café Brasil ha ido ajustando gradualmente el precio hasta que este cafetal casi no tiene beneficios. Sin los subsidios, esta hacienda no podría funcionar y, tal y como están las cosas, ya casi no puede sustentar las necesidades las necesidades de esta familia. Han llegado al punto de que muchos de sus hijos tienen que marcharse a otro sitio a trabajar. Con lo que tú les pagas, Carlos no puede darles de comer. Estas son las consecuencias de tu avaricia. ¿Comprendes ahora a lo que me refiero?

Alejandra se quedó completamente inmóvil. ¿Avaricia? Miro a los ancianos con el corazón a punto de salirse del pecho. No comprendía lo que había hecho mal, pero, resultaba evidente que Rafael creía que así había sido. Al igual que toda aquella familia.

-Pagamos un buen dinero por nuestro café. Es una de las razones por la que nos está costando sacar beneficios a nuestro negocio.

-Las cuentas sugieren otras cosas -dijo Rafael. Entonces, miro a Filomena, que había vuelto a tomar la palabra-. Ella me está diciendo que ya no se puede permitir vender el café al precio que quieres pagar. Están buscando compradores alternativos.

-¡No! No pueden hacer eso. Este café es realmente especial... por favor, explícale a Filomena que debe de haber un error. No conozco todos los hechos, pero los investigare. Descubriré los que están pasando, pero pide que no deje de suministrarnos el café.

-¿Qué vas a investigarlo, dices? ¿Y qué hay que investigar?

-Has visto las cuentas. Sabes que pagamos mucho dinero por este café.

-Lo que he visto es que pagas mucho dinero al proveedor que se encarga de importarte el café.

-¿Estas sugiriendo que nuestro dinero no llega aquí? ¿Qué el proveedor que mi padre utiliza está cobrándonos más de la cuenta? ¿Qué no es honrado?

-Bueno, no creo que el proveedor sea el único que no es honrado. El dinero que tú pagas es demasiado, mucho más que el precio real del café. Estoy seguro que de eso se benefician varias personas. Desgraciadamente, la familia de Carlos y Filomena no.

-¿Acaso estas sugiriendo que tenemos un acuerdo con el importador? ¿Qué nos cobra demasiado y que luego nos repartimos la diferencia?

-Eso es lo que parece.

-¿Me estas acusando de fraude?

-Así es -afirmo el, sin inmutarse.

-¿Y no se te ocurre que podría haber otra explicación para esas cifras?

-Tú dirás.

-Aun no puedo. Todavía no, pero la encontrare -susurro ella, mordiéndose el labio.

-¿Cuándo hayas tenido la oportunidad de pensar en una?

-No, no se trata de eso. Cuando haya descubierto lo que está ocurriendo.

-Evidentemente, está ocurriendo algo extraño. No te culpo por pensar que yo estoy implicada porque todo sugiere que así es. Tengo que hacer algunas llamadas. Necesito información.

-No te molestes en hacer llamadas. Tú negocio está finalizado, pero no debes preocuparte. Estoy seguro que podrías ganarte la vida como actriz. Resultas muy convincente -dijo Rafael, poniéndose de pie-. Tenemos que regresar antes de que oscurezca y, en la selva, eso ocurre muy rápidamente.

Alejandra se sentía fatal. Evidentemente, algo iba mal. Si Rafael estaba en lo cierto, eso significaba que alguien estaba falseando los libros de cuentas para conseguir dinero. ¿Cómo podrían haberlo conseguido? ¿Quién podía ser el responsable? Tenía la intención de encontrar las respuestas a aquellas dos preguntas en cuanto lograra convencer a Rafael de que era inocente.

¿Le importaba de verdad lo que él pudiera pensar de ella? Lo que si importaba era la situación en la que se encontraban aquellas personas y el hecho de que la consideraran culpable. Tal vez, en cierto modo, lo era. Efectivamente, ella no había robado el dinero, pero la empresa era suya, eran sus cuentas y no había notado nada fuera de lugar.

Completamente desesperada por que aquellas personas estuvieran sufriendo por ella, trato de pensar en lo que podía hacer para reconciliarse con ellos. Siguiendo un impulso, se dejó caer de rodillas y tomo la mano de Filomena entre las suyas.

-Descubriere lo que ha ocurrido y les pagare el dinero que les debemos. Su familia no tendrá que sufrir por esto -prometió, con la voz desgarrada por la emoción-. Tradúceselos -añadió, dirigiéndose a Rafael.

-No creo en dar falsas esperanzas.

-¡He dicho que se lo traduzcas!

Jungla De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora