Capítulo 18

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Maratón 1/3 ❤

-¿Acaso he llegado tarde para cenar? -pregunto.

-En la selva se hace de noche muy pronto y resulta fácil confundir los senderos. Además, a veces los animales vienen a beber aquí -dijo, esperando que ella saliera despavorida del agua. Alejandra ni se inmuto, por lo que Rafael decidió seguir atacando-. No se sabe nunca lo que puede haber en el agua. Pirañas, anacondas, cocodrilos...

-¿Nada mas peligroso que eso?

-Bueno, algunas veces los Jaguares...

-Me gustan los gatos.

-¿Es que no vas a salir? -pregunto el, con irritación.

-¿Para que? ¿Para que puedas intimidarme?

-Eso no es cierto.

-Claro que lo es, pero no te culpo. Si yo fuera tu, seguramente haría lo mismo... Resulta agradable saber que te preocupa algo.

-Te recuerdo que no sabes nada sobre mí.

-Eso es cierto -afirmo ella, tumbándose de espaldas y cerrando los ojos-. Tienes puestas las corazas. Seguramente, tienes miedo de que alguien pueda descubrir que, en realidad, eres una buena persona y que eso dañe tu imagen de hombre peligroso.

-Hablas demasiado.

-Y tu no hablas lo suficiente. ¿Sabes una cosa? Si aprendieras a no juzgar por las apariencias, serias casi humano...

-¿No vas a salir del agua?

-Supongo que si -respondió ella. Se dirigió hacia la orilla y salio del agua. Tras apartarse el cabello del rostro, tomo una toalla-. ¿Estas intentando asustarme con toda esa charla de animales, Rafael? He de decirte que estas perdiendo el tiempo.

Ya lo había notado. Alejandra había recorrido la selva, había caído en ríos y había pasado junto a arañas del tamaño de su mano sin quejarse.

-En la selva hay que tener mucho cuidado. Siempre hay peligros.

-Igual que en el mundo de los negocios. Si una baja la guardia durante un instante, siempre hay alguien dispuesto a tragarte de un bocado, acompañada de tus sueños.

Rafael no podía evitar mirarla. Sus movimientos eran tan gráciles como los de una bailarina. El traje de baño rojo se moldeaba a su cuerpo perfectamente, resaltando sus curvas.

-¿Has realizado tus llamadas?

-Si. Parece que no se puede hablar con nadie cuando el tema de conversación es un fraude. Al menos, esto de estar en la selva debería darme un curso de protección contra depredadores. Evidentemente, lo necesito.

-¿Con quien esperabas hablar?

-En realidad con nadie -respondió, mientras se calzaba-. Con mi padre. Con la persona que nos vende el café. Sin embargo, todo el mundo parece haberse evaporado. Supongo que podríamos decir que las ratas se marchan siempre de un barco que se hunde. Es culpa mía por ser tan confiada.

-Tal vez simplemente no estén -comento él, con ironía.

-Espero que sea eso...

De repente, a Rafael no le importo que fuera culpable o inocente. Simplemente deseó tenerla en su cama. Por lo que a él se refería, el resto esa irrelevante.

-Bueno -dijo ella-. Cambiemos de tema. Este problema ya no es tuyo. Creo que en eso si estaremos de acuerdo.

Por fin estaban llegando a donde Rafael quería.

-Eso es. Olvidémonos de los negocios. Deberías hacer otra cosa con tu vida. Algo diferente.

-No, no podría. Hay demasiadas personas que dependen de mí. No estaría bien. Ellos dependen de mí y también les afecta este asunto. No pienso dejarlo. Voy a tratar de descubrir quien es el culpable e intentar recuperar el dinero. Después de eso, pediré otro préstamo, les pagare a Carlos y Filomena y seguiré con mi negocio.

Rafael sintió una profunda frustración al ver que ella aun estaba tratando de culpar a otra persona. Además, estaba aburrido de hablar de cafés cuando lo que de verdad quería era estrecharla contra su cuerpo y volver a besarla. Decidió que solo había un modo de reconducir la conversación en esa dirección.

-Te extenderé el préstamo -dijo-. Así, podrás seguir jugando a los cafés todo el tiempo que quieras.

-No, gracias. Es una oferta demasiado generosa.

-Es mi dinero y puedo hacer con el lo que quiera.

-Igual que yo puedo negarme a aceptarlo. No quiero tu dinero. Dadas las circunstancias, no estaría bien.

-En ese caso, dejemos de hablar del tema. Va a oscurecer dentro de muy poco. Tenemos que regresar. Además, necesitaras tiempo para cambiarte para la cena.

-Oh, no... -susurro, llena de desesperación, tras inclinarse y recoger el vestido-. Esta lleno de barro. He debido de salpicarle con agua mientras estaba nadando.

-¿Y? -pregunto él, sin responder.

-¡No tengo nada mas que ponerme! Los pantalones están mojados y cubiertos de barro, como este vestido...

-En ese caso, podrías ir desnuda -sugirió él, viendo como ella se sonrojaba inmediatamente.

-Tendré que ponerme el traje.

Rafael decidió no ceder a la tentación de decirle de que la ropa era completamente irrelevante, dado que no tenía intención de que Alejandra permaneciera vestida mucho tiempo. La tomo por el brazo y la condujo por el sendero.

-Azucena te encontrara un vestido. Ahora, vamos si no quieres que nos convirtamos en la cena de alguien.

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Publicaré mas estos días ya que estoy de vacaciones 🎊 Espero que les guste ❤❤ comenten y denle a la estrellita porfiis!

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