Capítulo 29

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¿Por qué no? ¿Acaso podría sentirse peor?

-En el colegio, mis progresos eran más lentos que los del resto de los niños. La idiota de la clase. Los profesores se mostraban muy impacientes conmigo. Y mi padre...

-¿Tu padre?

-Para el resultaba muy difícil. Siempre había deseado tener un hijo que lo ayudara en sus negocios y lo que tuvo fue una niña que ni siquiera era capaz de sumar.

-¿Jamás se te ocurrió pensar que tenias un problema?

-Bueno, sabía que tenía un problema. Pensaba que yo era algo retrazada, perezosa... estúpida. Una vez trato de ayudarme, pero no era capaz de comprenderlo, así que lo dejo.

-¿Cómo se te diagnostico tu problema? ¿Qué ocurrió?

-Llego una nueva profesora al colegio. Ella conocía ese tipo de cosas y había tenido experiencia con estudiantes disléxicos. Empezó a sospechar lo que me ocurría inmediatamente y ordeno que se me hicieran pruebas. Los resultados la escandalizaron. Yo tenía una dislexia muy fuerte y le resultaba imposible creer que nadie me hubiera ayudado hasta entonces. Me salvo la vida -dijo, encogiéndose de hombros., se paso horas conmigo, horas de su propio tiempo libre, ayudándome. Me enseño todo lo que yo seria capaz de hacer y me convenció de que yo no era una imbécil. Y, sobre todo, me enseño a no rendirme nunca.

-¿No se te ocurrió mencionarme nada de esto antes?

-Bueno, solo me diste diez minutos -bromeo-. No -añadió, más seria-. Jamás me ha gustado excusarme. Solo quería vivir mi vida del mismo modo en el que Vivian los demás.

-¿No mencionaste tu problema cuando te concedieron el préstamo?

-Si lo hubiera mencionado entonces, tu equipo jamás me lo habría concedido.

-Eso no es cierto.

-Claro que lo es. Tú habrías dicho que yo no era la clase de persona adecuada para dirigir un negocio... y habrías tenido razón. Ahora lo veo. Yo creía que podría dirigir mi empresa y cuando tuviera personas que pudieran ayudarme. Sin embargo, si una no puede confiar en su propia familia, ¿en quien puede confiar?

-Yo no soy la persona mas adecuada para responderte esa pregunta porque, en mi experiencia, nunca se debe confiar en nadie y mucho menos en la familia.

-Oh... ¿Acaso tu familia te miente y te engaña y te quita lo que es tuyo? Eso es suficiente para romper en pedazos las ilusiones de uno, ¡no te parece?

-Yo no tengo familia, Alejandra. Ni tengo ilusiones sobre nadie.

-Eso te convierte en el más sensato de los dos. Mira, te agradezco mucho que hayas investigado todo lo ocurrido y que hayas descubierto lo que esta pasando. Es mas de lo que yo he conseguido hacer hasta ahora. Debes de estar muy enfadado conmigo.

-En eso tienes razón.

-Tienes derecho de estarlo. Mi descuido les ha costado a Carlos y Filomena mucho dinero.

-Esa no es la razón de mi enfado -dijo el., frunciendo el ceño-. Evidentemente, tengo la intención de darle todo el dinero que necesiten. Estoy enfadado por que no me diste toda la información y por que no me dijiste todo esto mucho antes.

-Sin embargo, si te dije que yo no había robado el dinero -afirmo ella, tratando de defenderse.

-Dado que me ocultaste un dato que era vital y que me habría ayudado a creerte, estarás de acuerdo conmigo que las pruebas no te favorecían en nada.

-Supongo que simplemente esperaba que confiaras en mí.

-¿Y por que yo iba a hacer algo así? No soy como tu, Alejandra. Yo no confió en personas a las que no conozco. La verdad es que no confió en nadie. Ni siquiera doy a la gente el beneficio de la duda ¡No te lo habían dicho antes?

-Si, claro que lo sabia. Resulta difícil no saberlo. Los periódicos no hacen mas que hablar de lo mal chico que eres.

Rafael sonrió levemente.

-Sin embargo, a pesar de saber todo eso, decidiste venir aquí a tratar de persuadirme de que te extendiera el préstamo -susurro él. Estaba muy cerca de ella, tan cerca...-. Debiste de imaginarte que te haría preguntas difíciles sobre las cuentas de la empresa.

-Esperaba que fueran las preguntas para las que me había aprendido de memoria las respuestas.

Rafael sacudió la cabeza y se mezo el cabello.

-Hombres de negocios con décadas de experiencia se lo piensan dos veces antes de hablar de números conmigo y, sin embargo, tu te metiste en la guarida del lobo como un cervatillo que se ofrece a si mismo como un sacrificio.

-Eso no es cierto. Desde el primer momento en que te vi supe que había algo de bueno en ti. Supe que los periódicos mentían.

Rafael dio un paso atrás y ella presintió que aquel comentario le había desagradado.

-No hagas eso, Alejandra -dijo, con voz dura y agresiva-. No me des virtudes que no existen. No confíes en personas que no merecen tu confianza. Cometiste un error son tu padre y sus cómplices. Y vas a hacer lo mismo conmigo.

-No.

-Si. Anoche te equivocaste conmigo.

-Yo no creo que lo de anoche fuera un error -afirmo ella, pensando en la pasión que habían compartido.

-¿No? Sin embargo, no escuchaste las palabras que querías oír. No oíste promesas sobre un futuro juntos. Lo único que hubo anoche fue sexo, Alejandra. ¿Estas dispuesta a admitirlo?

-Si.

Jungla De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora