Capítulo 20

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-¿Acaso tengo aspecto de necesitar ayuda? -le pregunto, con una irónica sonrisa.

-No hablaba de dinero. Evidentemente, eso no lo necesitas.

-Entonces, ¿Qué es lo que yo necesito en tu opinión?

-Amor. Necesitas amor -dijo ella, sin dudarlo-. No creo en la reputación que tienes ni en la imagen que quieres tramitar. He visto amabilidad en ti y, en lo que se refiere a tu país, pasión.

-No voy a negar que soy apasionado. De hecho, hasta estoy dispuesto a demostrarte cuanto. Siempre estoy dispuesto a permitir que las mujeres me amen del modo que deseen.

Alejandra contemplo su rostro y decidió que no seria fácil amar a un hombre como Rafael. Físicamente no habría ningún problema. El problema eran las corazas que levantaban y que no permitían que nadie se asomara a su corazón. De repente, se sintió abrumada por lo mucho que deseaba acercarse a él, tanto que decidió cambiar de tema.

-¿Traes a menudo a invitados a esta casa?

-Eso depende. Las actividades que les puedo ofrecer aquí son... limitadas.

-¿Hiciste tu que construyeran esta casa? -pregunto Alejandra, tratando de volver a un tema mucho mas neutral. Deseaba tanto que el volviera a tocarla y besarla como había hecho en la selva...

-Si. Quería algo que fuera inaccesible y privado.

-La gente te molesta, ¿verdad? ¿Tienes familia?

-No concedo entrevistas, Alejandra. Ni a colegas, ni a periodistas... ni a amantes.

-Sin embargo, no puedes vivir el resto de tu vida sin tener nada que ver con la gente.

-Me relaciono con la gente... si me interesa.

Aquella frase básicamente significaba cualquiera que pudiera proporcionarle dinero o calentarle la cama.

¿Qué era lo que Rafael quería decir con eso? ¿Estaba tratando de escandalizarla o acaso estaba haciéndole una proposición?

El calor iba extendiéndose por el cuerpo, provocándole una extraña sensación en la pelvis.

-Debe se ser muy agradable poder escapar, pero tu no dejas de trabajar. Ni siquiera aquí.

Rafael frunció el ceño, lo que provoco que Alejandra se diera cuenta de que acababa de revelar que había estado observándolo la noche anterior.

-Anoche no podía dormir muy bien -confeso-. Estaba mirando por la ventana. Te vi trabajando en el ordenador y hablando por teléfono.

-Tenía trabajo que hacer...

-Por las noches es siempre el peor momento del día -murmuro ella, preguntándose que le impedía dormir por las noches-. Si hay un problema, entonces se magnífica.

-¿Acaso te estas ofreciendo para distraerme? -le pregunto Rafael, con una extraña expresión en los ojos.

-No te conozco...

-Conoces lo que tienes que conocer.

Es decir, con eso había querido decir que Alejandra sabia de él todo lo que el propio Rafael le había permitido que supiera. En aquel mismo instante, ella que no era suficiente. Quería más. Ansiaba saberlo todo sobre Rafael. ¿Cómo había podido ocurrir aquello en tan solo dos días? ¿Cómo había podido empezar a sentir lago por aquel hombre?

-Resulta difícil comprenderte, Rafael...

-No creo que necesites entenderme.

Rafael sonrió y aquel sencillo gesto le robo a Alejandra su capacidad de pensar con claridad. No era la sonrisa de un amigo o conocido. Era la sonrisa de un amante. Secreta. Sugerente. Como si supiera lo que ella estaba pensando.

Alejandra espero sinceramente que no fuera así, por que sus pensamientos eran muy escandalosos. Volvía a desnudarlo, como lo había hecho el día antes, solo que aquella vez en el mundo de las fantasías. Sintió de nuevo los dedos recorriendo su piel, la carne, fuertes músculos...

Se rebullo en el asiento y vio que Rafael entonaba los ojos. Y que comprendía.

El se inclino hacia delante y toma la mano de Alejandra entre las suyas.

-Lo que hay entre nosotros resulta casi doloroso, ¿verdad?

Ella respiro profundamente y dejo aun lado la comida. Extrañas sensaciones que estaba experimentando en el estomago le impedían comer.

-No se a que te refieres...

-¿No? -pregunto él. Le dio la vuelta a la mano y empezó a acariciarle la palma con el pulgar, con un movimiento suave pero insistente que fue incrementando poco a poco la tensión que había dentro de ella.

Lo miro e inmediatamente se arrepintió de haberlo hecho por que ya no pudo apartar los ojos de Rafael. Él le pedía con la mirada que le contara todos sus secretos...

Se sentía tan atrapada por aquella mirada que trato de retirar la mano.

-No me mires así.

-¿Así como?

-Como si... - dijo en un susurro.

-¿Cómo si quisiera despojarte de ese vestido y continuar lo que empezamos en la selva? Yo quiero minha paixão . Y tu también.

Jungla De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora