—Mire, en realidad, no me es necesario saber el por qué está en la Legión de Reconocimiento. Usted me ha dicho en repetidas ocasiones que no me estanque en el pasado, es hora, pienso, que tome su propio consejo—. Lo que dice puede costar una seria consecuencia como soldada, pero conoce, por el rostro ajeno, que no tendrá represalias.

Y no se equivoca, pues Levi relaja los músculos de su espalda, sintiendo como la presión desaparece paulatinamente.

Fuera del agua avanzando en un tenue resonar, las hojas verdes de los árboles bailando en un vaivén por un amigable viento y la fauna lejana respirando con normalidad, hay un silencio entre las dos personas, ya sin la conexión entre sus ojos, notoriamente incómodos con monólogos que no querían escuchar, pero que saben que eran necesarios.

La chica, con el corazón palpitando con fuerza, deja su cuerpo caer, con cierto cuidado, en la humedad de la tierra al lado de la masa de agua, donde yacen marcas seguras de sus botas. Se sienta, abrazando las piernas, sin importar manchar el uniforme.

El hombre, a su diferencia, desvía su mirada para prestarle atención sin que se dé cuenta, como un admirador secreto, mas, jugando con el interior de sus mejillas, reúne el valor para caminar hasta el cuerpo encorvado de la fémina y posicionarse a su lado derecho en un silencio ensordecedor.

—Yo... lo siento por otorgarme la licencia de... por decir todo eso—. Titubea ella, escondiendo la mitad del rostro entre sus brazos, sin poder mirar fuera del agua verdosa. A pesar de sus intentos de bajar la tensión, se percata más temprano que tarde que el azabache no está dispuesto a responder, pues luego de un suspiro esperanzador para la mujer, hay tres puntos sus suspensivos que incineran tales predicciones.

—Déjalo así—. En una imagen en movimiento, dos siluetas, una sentada en la tierra húmeda y otra a cuclillas, permanecen juntas en el plano, sin embargo, las palabras atoradas en ambas gargantas los separan kilómetros.

El hombre se pregunta, mientras que sus manos juegan en el espacio entre sus piernas, si algún día dejará de torturarse, de sentir un dolor en el pecho cada vez que ve las alas de libertad, sus alas de la libertad, que a su visión se tiñe en tonalidades rojas.

Es su tortura cada vez que respira, cada vez que camina o que les da órdenes a sus subordinados, unas cuchillas que se clavan sin un tope, pero, ¿Es necesario?

Cuando vislumbró los ojos brillantes de la chica que está a su lado, tan problemática como impulsiva, se topó con una esperanza tan cálida como una fogata en invierno, e irónicamente, un espejo donde una persona desconocida se asomaba con su rostro. ¿Ella lo ve, acaso, así?

—Eres ingenua, en demasía para este mundo podrido—. Masculla centrándose en el suave movimiento del agua, relajante y cariñoso. La fémina rota su cabeza unos centímetros, pestañeando. —Dices todo aquello como si fuese la verdad, pero no deja de ser una opinión de una niña que apenas ha vivido, no sabes que es lo que pasa aquí. Hace, prácticamente, unos días, estabas apostando a la gravedad si lanzarte de una torre te partiría la cabeza. Estoy seguro que en ese momento te sentiste responsable de las muertes, y está bien, solo que una de las tantas diferencias que tenemos es que en realidad las muertes a mi alrededor si son mi culpa y tus bellas palabras al respecto no harán cambiar lo genuino—. No titubea, dando un monólogo plano, sin emoción. Ante la incomodidad que ha creado, intenta impulsarse con las manos en las rodillas con la intención de incorporarse y cortar todo de raíz. Pero su plan es atravesado por la muchacha, quien lo detiene con un suave agarre en su camisa.

—Lo que usted piensa de si mismo también es una opinión, capitán—. Dice con una seguridad apagada bajo una voz calmada. —Pero no sigamos hablando de eso, por favor, no creo que me haya traído aquí para estar recriminando, este es un precioso lugar que no debería escuchar tantas cosas negativas—. Para Tachibana le queda claro, al ver un poco tras la puerta de los ojos de Levi, que en definitiva es alguien que ha sufrido, más de lo que alguien podría aguantar.

En realidad, a ella no le interesa el saber su pasado como a Petra o a sus compañeros, tampoco apaciguar su innegable curiosidad hacia el hombre a su lado, con sinceridad puede decir que hay un impulso que la está llevando a querer ayudar, en cierta manera, a Levi, a intentar pegar los pedazos rotos.

Sin más, ambos se disponen a ver los renacuajos luchar con la corriente del agua, con el solo hablar de la naturaleza a su alrededor, esperando a que una señal indique que es hora de partir de vuelta a un mundo que en silencio parece lejano entre tanta paz.

Las diferencias entre los dos se vuelven, nuevamente, un hilo trasparente casi inexistente. Ella deposita su confianza, su seguridad en él casi a ojos ciegos, en un juicio perdido por los sentimientos a flor de piel, él, en diferencia, siente que ella es un torbellino de aire fresco que llamaba a gritos, una fuente de introspección.









Perdón con la demora, he estado viajando y hace algunos días he llegado a mi hogar solo para ponerme al día con los estudios. 

Me gusta pensar que para Levi, Tachibana es una salida a tanta presión de su día a día como capitán.

Yo creo que si fuésemos capaces de estar en el mundo de Shingeki no Kyojin, todas iríamos de inmediato a darle apoyo a Levi, necesita amor.

Espero que te haya gustado el capítulo <3 


Uno para el otro (Levi Ackerman)Where stories live. Discover now