Feliz cumpleaños, gemelos Weasley

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"Frederick Gideon Weasley

1 de Abril de 1978 – 2 de Mayo de 1998

En memoria del mejor hijo, hermano y bromista de todos los tiempos"

George estaba convencido de que, por muchos años que pasaran, nunca podría acabar mirando aquella lápida sin que le entraran ganas de estar enterrado bajo una igual.

Bajó la cabeza de nuevo. Ya la había contemplado suficiente para el resto del año.

Se sentó en frente, de piernas cruzadas. Inconscientemente, empezó a juguetear con la varita entre sus dedos. Si alguien le hubiera preguntado qué estaba haciendo allí, probablemente no habría sabido qué responder. En cierto modo, resultaba una tontería y una pérdida de tiempo; pues Fred no estaba realmente a su lado. Pero en un día como aquel, a George le gustaba tenerlo lo más cerca posible.

Pasados unos segundos, George se dio cuenta de que el jersey que había cogido no era suyo. Tenía grabada una letra 'F'. Se le escapó una risa llorosa, y sacudió la cabeza.

—Qué cosas, ¿verdad, Fred? Vengo a verte y mi propio subconsciente ha elegido esta prenda de entre todas las del armario.

Una parte de George, aunque fuera muy pequeña, todavía esperaba encontrar una contestación a lo que acababa de decir. Por mucho que aquella respuesta ni ninguna otra llegarían, siguió hablando:

—La de cosas que han pasado últimamente, Fred. Ron se ha casado con Granger... Bill y Fleur van a por su segundo hijo... Percy se ha prometido... Todos seguimos esperando con impaciencia su boda con Audrey, aunque ambos han decidido esperar a que ella termine sus estudios muggles para celebrarla. Ginny está arrasando en cada partido de quidditch en el que juega. Creo que al final Ron acabará siendo fan de las Holyhead Harpies gracias a ella...

Nadie pudo reírse de su chiste.

—Charlie sigue yendo y viniendo de Rumanía, pero ahora pasa más tiempo en casa. Creo que está pensando en trasladarse. Ojalá lo haga. Papá y mamá estarían muy contentos de tenerlo por aquí. Sobre todo mamá, que ya sabes que odia a "esos bichos feroces y llameantes". A mí también me gustaría que se quedara. Cada una de sus visitas a la Madriguera nos alegra a todos. Creo que a Vic es la que más, pues no para de traerle regalos siempre que viene... Por cierto, tenías toda la razón sobre Oliver y Katie. Están saliendo juntos. Menos mal que no apostamos también por ellos, porque habría perdido otros cinco galeones—. Se humedeció los labios, y continuó—. Y, respecto a mí... Bueno, yo sigo trabajando en la tienda con Lee. Modestia aparte, nos estamos haciendo bastante famosos. Estamos pensando en abrir una sucursal en Hogsmeade... Aunque, de momento, nos va bien solo con la que ya tenemos... Alicia viene muy a menudo, aunque creo que eso no se debe a los artículos que tenemos, sino a nuestro querido amigo Jordan...

George hizo una media sonrisa, pero no tardó en borrársele del rostro.

—Ojalá estuvieras aquí para ver todo lo que te digo con tus propios ojos; celebrar nuestro 23 cumpleaños. Y el 24, y el 25, y todos los demás que vengan después de ese. Odio pasar este día sin ti. En realidad... Todos los días sin ti son horribles. No hay día en el que no me gire para comprobar si estás detrás de mí. A veces realmente pienso que lo estarás, y que esto no es más que una de tus bromas. Una muy pesada, por cierto. No mola nada—sollozó—. N-no es divertido, Fred... Es... Es todo lo contrario. Todavía me da miedo mirarme en un espejo. Todavía... T-todavía pienso en reunirme contigo, ¿sabes?—. George agarró su varita con fuerza, y se apuntó a sí mismo con ella—. ¡Dame una razón para que no lo haga, Fred!—bramó, con voz quebrada, alzando la vista—. ¡Dámela, Fred! ¡Dame una sola razón!

Y a riesgo de parecer imposible, George oyó un fuerte <<crac>> a sus espaldas. Con lágrimas cayéndole por las mejillas, el pelirrojo se giró.

—Angie...—dijo, en un susurro, a la vez que bajaba la varita.

Ella también empezó a llorar. Se lanzó a sus brazos, y suspiró, aliviada.

— ¡No puedes irte así sin avisar, George!—exclamó—. ¿¡Sabes lo alarmados que están tus padres ahora mismo?! ¡Ni una nota, ni un mensaje! ¿¡Cómo se te ocurre?! ¡Ya sabes que...!

George le devolvió el abrazó.

—Lo siento—murmuró, escondiendo la cabeza en su hombro. 

—Estaba muy preocupada—musitó ella—. Supuse que estarías aquí, pero... Eres tan impredecible que...

—Siento haber hecho que te preocuparas—intervino George. La miró a los ojos y se esforzó por sonreír—. Gracias.

Angelina no comprendió el qué le estaba agradeciendo exactamente, pero le devolvió la sonrisa.

—Volvamos a casa.

—No puedo irme—dijo George, negando con la cabeza—. Mi cumpleaños no es lo mismo sin él.

Angelina miró de reojo la tumba de Fred. Tuvo que apartar sus ojos de allí en seguida para no echarse a llorar de nuevo.

— ¿Vas a obligarme a volver?—preguntó George, y por un momento pareció asustado de verdad.

—Tu familia debe saber que estás bien—insistió ella. George volvió a mover la cabeza de un lado para el otro, dándole a entender que no se movería de allí—. Pues iré yo sola, entonces...

—No—la detuvo—. Quédate. Por favor.

Ella se colocó unos pelos detrás de la oreja, se llevó la mano a su bolsillo y cogió su varita.

Expecto Patronum—murmuró. De su varita apareció un haz de luz, que seguidamente se transformó en un zorro—. Soy Angelina. He encontrado a George. Está bien.

Ambos observaron al animal plateado salir del cementerio, en dirección a la Madriguera, para enviar aquel mensaje a los Weasley.

—No sabía que podías conjurar un patronus que hablase—comentó George, perdiendo de vista por completo al zorro.

—Me enseñó Hermione—explicó Angelina—. Resulta bastante útil. Ahora no tengo por qué dejarte solo.

George le dio las gracias de nuevo, y ella se sentó a su lado. Le rodeó con sus brazos y apoyó la cabeza en su hombro. Ninguno de los dos se atrevió a mirar a la lápida otra vez, así que se limitaron a cerrar los ojos.

— ¿Cambió?—preguntó George, rompiendo el silencio. Al ver que Angelina no entendía a lo que se refería, le aclaró: —Tu patronus. Era el de Fred y es el mío. ¿Cambió por él?

—No lo sé—respondió—. Cambió después de su muerte.

George asintió lentamente, como si sus palabras fueran difíciles de asimilar.

— ¿Qué recuerdo usas?—quiso saber.

Ella sonrió, con aire nostálgico.

—No es un recuerdo concreto. Simplemente, trato de que me vengan a la memoria algunos de los momentos que pasamos en Hogwarts todos juntos.

—Pues no son pocos—observó George.

—Quisiera que fueran más.

George tuvo que darle la razón en eso. Cuando paraba a pensarlo, siete años no parecían lo suficiente. Miró a Angelina, y esta parecía estar pensando lo mismo.

—Feliz cumpleaños, George—dijo ella, pasado un rato.

Se esforzó por sonreír de nuevo. Seguidamente, suspiró. Debía hacerlo. Tenía que volver a mirar la tumba de su gemelo al menos una vez más, para poder decir:

—Feliz cumpleaños, Freddie—murmuró, con voz temblorosa. Entonces, empezó a recordar sus primeros días en Hogwarts junto a Fred. Todas y cada una de las bromas que gastaron. Sus salidas nocturnas con el Mapa del Merodeador. Todos los entrenamientos y partidos de quidditch a los que habían asistido. El verano en la Madriguera con Angelina y Lee. Los viajes en el tren que tanto disfrutaban.

Consiguió que todos sus recuerdos felices con Fred le vinieran a la mente.

Volvieron a resbalarle gotas de agua por toda la cara. Aunque, esa vez, fue por un motivo diferente.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now