—No, Kate, puedo desayunar en la cafetería del señor Tilo, sabes que tengo un pequeño crédito... —Me interrumpe.

—Ni lo pienses, estás en mi casa por ende vas a comer en ella, así que a la ducha Ana. —Me quedo inmóvil meditando lo que puede acontecer al conocer a su novio, ¿si es como todos y se burla de mi? Sopeso las opciones para poder salir de aquí sin sufrir otra humillación. —Estaré en la cocina, nena, y no intentes escapar, la puerta principal está cerrada. —Suelto el aire con pesar. Cierra la puerta al salir mientras que a regañadientes me sumerjo en el baño y tomo una ducha.

Cuando ya estoy lista decido bajar. Mis nervios están a flor de piel, a cada paso que doy siento el miedo incrementar y correr por mi cuerpo como sangre por mis venas. Al llegar a la entrada puedo percibir un perfume fuerte de hombre, no es de mis gustos pero sin duda el olor es llamativo.

—Buenos días —digo con timidez. Kate me observa con una tierna sonrisa, a su lado está un hombre guapo. Piel clara, cabello rubio y unos ojos verdes que hipnotizan.

—Buenos días... —Mis manos sudan y tiemblan a la vez. Observo fijamente su mirada la cual no se despega de los míos.

—Anastasia —digo en voz baja. Él sonríe y por primera vez puedo ver aceptación en otra persona.

—Es un placer conocerte, Anastasia. —Mis ojos buscan los de Kate. Ella sonríe emocionada, al parecer le hace feliz que no me cohíba. —Soy Elliot. —Asiento cortes mente.

—¡Ven, nena! Te estamos esperando para comer. —Camino de manera obediente hasta sentarme al frente de mi amiga. —Le he hablado a Elliot sobre ti. —Centro la mirada en Elliot.

—Nada del otro mundo. —Hace un gesto de poca importancia. —Le estaba por contar a mi nena que el fin de semana nos iremos de excursión y me encantaría contar con la presencia de ambas, no es como ir de fiesta pero, sin duda el aire de las montañas es relajante, un verdadero paraíso. —Más que inquietarme la familiaridad con la que interactua con nosotras, me alegra. Su invitación a estar rodeado de la naturaleza es excelente. Sería como tomar un respiro de esta caótica ciudad.

—Claro que si, nene, nos encantaría ir —Kate posa su mirada en mi rogándome con ella que acepte —¿Cierto, Anny? —Asiento con una leve sonrisa. Ella se abalanza sobre el haciendo una demostración de amor sin pudor.

Desvió la mirada hacia mi comida sintiéndome verdaderamente incómoda, sin duda Kate no cambiará nunca.

Después de una larga discusión con Kate, acepté a regañadientes que me trajera a casa pasada las siete de la noche. Al llegar me encuentro la peor imagen que mis ojos pueden ver, mi madre desnuda, encima de un hombre que a duras penas puedo ver el color de su piel. Sacudo mi cabeza y continuo mi recorrido hasta mi habitación en donde me quedo todo el resto del día siendo torturada por los múltiples gemidos de mi madre. De seguro ni sabe que estoy en casa, y si lo sabe demuestra claramente que no le importa. 

Luego de lo que parece una eternidad me quedo dormida con la imagen de aquel hombre hermoso de la fiesta y su profunda mirada que eriza cada vello de mi piel.

[...]

Despierto asustada por los gritos descomunales de mi madre. Me levanto rápidamente y bajo a la cocina donde me espera claramente molesta. O mejor furiosa. Mis instintos se ponen en alerta. El miedo se apodera de mi cuerpo provocando que mi cuerpo tiemble. A pasos largos y de manera amenazante se aproxima a mi tomándome del cabello y arrastrándome hasta la sala. Múltiples lágrimas nublan por completo mi visión...

—¡Tú tienes la culpa de todo! —Fuertes sollozos escapan de mis labios. En algún momento mi cuerpo cae al suelo en donde ella golpea seguidamente con su pies mi abdomen haciendo que mis costillas duelan. Cubro con mis manos esa área para no seguir sintiendo el dolor provocado por sus golpes, pero ella lo nota, ya que me toma del cabello y me obliga a mirarla. Mi cuerpo tiembla descontrolada mente producto del miedo que es imposible controlar, sus ojos claros están oscuros, puedo ver la profundidad del odio que le produce verme. —¡Por tu culpa el maldito de tu padre se fue, por tu culpa nos dejó tiradas en esta asquerosa miseria. No me sirves para nada! —Mi mejilla pica producto de la cachetada tan fuerte que me ha dado.

—Mamá, por favor no —Mi voz es un susurro tembloroso producto del dolor y el miedo. No entiendo su arranque de violencia, no sé que la ha llevado a agredirme de ésta manera, podría jurar que en estos momentos aquella mujer hermosa ha perdido completamente la razón. 

Como si mis palabras la incentivaran a seguir retoma su labor de golpearme con mucha más fuerza. Mi cabeza duele y mi mente me alerta, me indica que debo irme sino todo terminará mucho peor. Intento ponerme en pies aún con el dolor tan intenso que estruja mi abdomen. Me toma nuevamente del cabello y en parte me facilita el retomar el control y equilibrio de mi cuerpo. Cuando intuyo en que me volverá a golpear, la empujo con todas mis fuerzas provocando que su cuerpo impacte con la pared y a su vez se desplome en el suelo. Abro mis ojos sumamente asustada al darme cuenta de lo que he hecho, pero mi mente esta plenamente consciente de la oportunidad para huir de aquel lugar puesto que si me quedo un segundo más será mi fin.

Aún con mi ropa de dormir salgo de la casa sin rumbo alguno. Puedo ver el gesto de asco y compasión en las personas que pasan a mi alrededor. Mi cuerpo vibra por los sollozos desgarradores que sale de mis labios y el trote de mi correr sin destino. Infinidades de lagrimas bañan mi rostro el cual ha de ser la viva imagen de la tristeza y decepción. 

 ¿Qué ha pasado?

¿En qué momento todo se salió de control?

¿Qué ha llevado a mi madre a ese arranque de locura? 

Sintiéndome abrumada y desecha corro sin un destino. A lo lejos diviso un parque al cual entrp sintiendo que con cada paso mi alma cae por un vacío. La respiración se me corta y los latidos de mi corazón se aceleran. Sin tener sentido choco con un cuerpo fuerte que inmediatamente me arrastra a su pecho impidiendo que mi cuerpo se desplome al suelo. Aquellos cálidos brazos me hacen colapsar provocando que mi llanto aumente intentando sacar el dolor que me asfixia, la tristeza que me encierra con mis sombras y ahora con la dura realidad de saber que no tengo un lugar donde vivir puesto que no creo que mi madre me deje entrar después de lo que he hecho...

—¿Rose? —Esa voz ronca provoca que mi cuerpo vibre. Una corriente eléctrica recorre mi cuerpo provocando que nuevas sensaciones abrumen mi cuerpo el cual está sobrecargado por todo lo que mi miserable vida ha tenido que soportar. Levanto lentamente mi rostro el cual aún derrama infinidades de lágrimas hasta encontrarme con un par de ojos grises. Son los mismos ojos que se han clavado en mi memoria desde la fiesta. Puedo ver en el fondo de ellos la satisfacción pero, se ve nublada por la preocupación, una preocupación que no logro comprender. —¿Qué ha pasado, nena? ¿Quién te ha dejado así? —Sus palabras martillean mi cerebro. Sin poder controlarlo mi vista se vuelve nublada provocando que todo a mi alrededor se mueva en círculos. Mi estómago se estruja advirtiendo que algo en mí no está bien, pero aquella alerta llega tarde al sentir como pierdo el conocimiento, no sin antes pronunciar con anhelo el nombre de aquel hombre inalcanzable.

¡Christian! — Y sin más me dejo llevar por la oscuridad que me llama hacia la paz que tanto mi alma necesita.

______________________

Marly Castro

Hermosa Ante Mis OjosWhere stories live. Discover now