Capítulo 14: Hogar

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- Voy a preparar algo de comer – dijo Akashi marchándose hacia la cocina.

- No necesito que prepares nada, puedo hacerlo yo.

- Descansa la pierna.

Akashi se marchó a la cocina, quería prepararle algo delicioso a Aomine, alguna comida especial que sólo él supiera cocinar, algo que le recordase a cuando habían vivido juntos hacía ya tantos años atrás. Miró lo que había por la cocina y se decidió por preparar un estofado de carne. Sabía que siempre había sido uno de los platos favoritos de Aomine aunque le daba mucha pereza prepararlo, así que no habría comido en mucho tiempo. Además, el moreno siempre dijo que su estofado era el mejor que había comido jamás.

Tardó casi dos horas en preparar todo y más teniendo en cuenta que no conocía la cocina y que Aomine era un desastre para ordenar las cosas, siempre lo había sido. Sólo esperaba que su hijo no cogiera esa mala costumbre. Una vez lo tuvo todo preparado, empezó a colocar la mesa y cuando estaba por terminar, se dio cuenta de que las bolsas de la compra aún seguían en la entrada donde las habían dejado, así que las cogió y empezó a sacar las cosas para guardarlas.

En aquel momento, empezó a reírse como nunca antes había hecho al ver su cara en el cartón de los cereales. Aomine al escuchar aquella sonrisa que tan pocas veces se podía escuchar de Akashi, se giró a mirarle viendo cómo tenía entre sus manos la caja de los cereales.

- Deja eso – le dijo Aomine.

- No sabía que tenías tantas ganas de vivir conmigo – dijo colocando la cara dibujada en el cartón al lado de la suya.

- No hagas el idiota. Los ha cogido mi hijo, al parecer te admira y no sé el motivo por el que lo hace, sólo eres un imbécil – le dijo enfadado.

- Ya... escúdate en tu hijo siempre. ¿También me besaste por su culpa? – preguntó sonriendo haciendo sonrojar a Aomine.

- Quita eso de mi vista – se quejó Aomine.

- ¿El qué? ¿Mi cara? – sonrió Akashi colocando el cartón frente a su cara.

Aomine enfadado se levantó con rapidez tirando el trapo con la bolsa helada al suelo y trató de quitarle la caja de las manos cuando en el forcejeo, ambos perdieron el equilibrio cayendo al suelo. Akashi abrió los ojos para ver que había caído encima de Aomine quien tenía la caja en su mano y le miraba sonrojado, hacía años que no le veía sonrojarse.

- ¿Por qué me besaste ayer? – le preguntó Akashi.

- Me diste pena – comentó Aomine haciéndose el difícil y Akashi sonrió.

- No lo parecía, más bien parecías asustado.

- El asustado eras tú, te echaste a llorar como una niña.

- Sí, me asusté. Creí que te perdía y me lancé a por ti. Puedes llamarme idiota pero es lo que siento por ti, Daiki. Tú siempre fuiste el único chico que consiguió llegar a mi corazón, nadie veía nada bueno en mí excepto tú. Aún no sé qué es lo que viste, porque ni yo mismo me veo suficiente para alcanzarte a ti.

Aomine se había quedado mudo de la impresión con Akashi encima de él mirándole con dulzura, con esa ternura que Akashi tan sólo sacaba con él, al menos lo hacía cuando salían juntos. Sabía que debía apartarle antes de que sucediera algo de lo que pudiera arrepentirse después, pero su cuerpo parecía no estar dispuesto a obedecer, menos cuando Akashi fue acercando su rostro al suyo, estaban tan cerca que sus respiraciones se mezclaban y sus labios casi se rozaban. Aquel era el último momento que tenía para detenerle, si bajaba un poco más, ya no habría vuelta atrás.

Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)On viuen les histories. Descobreix ara