Capítulo 3: Un comienzo

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Las maletas seguían contra la pared y pese a que Tetsu le había dejado espacio libre en el armario de la habitación de invitados, Aomine no tenía fuerzas para deshacer las maletas, haberlo hecho habría convertido todo en demasiado real y aún no había asimilado del todo que el amor de su vida hubiera llegado al extremo de traicionarle por los egoístas deseos de su padre, ese padre que jamás se preocupó por él.

"Tetsuya", el pequeño cachorro de Husky Siberiano se había subido a la cama con Aomine y le miraba apoyando su cabeza en su abdomen, pero Aomine se había acurrucado apoyando la espalda contra la pared al lado de la ventana, subido en aquel cómodo colchón con las rodillas encogidas y mirando las maletas del fondo. Le había dicho a Tetsu que quería estar solo y es que no podía dejar de llorar por lo que había perdido.

Sus días más felices habían sido al lado de Akashi, aún recordaba cuando se declaró de manera torpe y directa. Akashi siempre era demasiado directo con lo que quería y siempre se rodeaba de lo mejor, mejores trajes, mejores coches... el mejor jugador de baloncesto de su equipo, quizá sólo fue un trofeo más en sus manos, se sentía tan utilizado y tan desdichado al saber que su felicidad había desaparecido en unos segundos.

No quería que nadie le viera llorar, ni siquiera su mejor amigo Tetsu. Él era Aomine Daiki y jamás nadie le vería derramar una sola lágrima por nadie. Desahogaría todo en ese cuarto, encerrado en esas cuatro paredes hasta que estuviera mejor y pudiera hablar del tema sin pensar en llorar por aquel desgraciado.

Tetsu le había insistido en que se quedase el tiempo que necesitase pero no quería estorbar, así que al día siguiente empezó a buscar algún apartamento barato al que pudiera irse alquilado un tiempo.

El día que llegó Kagami a desayunar con Tetsu se encontró allí a Aomine y pese a que ambos siempre discutían por todo, ese día ambos chicos se comportaron y no dijeron nada que pudiera hacer daño al otro. Aomine no estaba para pelearse en aquel momento y Kagami lo entendía.

- El otro día estuvo Akashi por la cancha, fue a despedirse de todos. Se marcha esta tarde. Su vuelo sale a las seis - comentó.

- Ya veo - dijo Tetsu mirando a un afectado Aomine.

- ¿Se le veía afectado? - preguntó Aomine como si aquello fuera a quitarle esa espina que tenía clavada dentro de su corazón.

- No. Bueno... ya sabes cómo es Akashi, él siempre parece muy frío y distante, supongo que llevará el dolor por dentro, nunca deja que nadie se acerque a él lo suficiente como para hablarle de esas cosas. Tú fuiste el único con quién consiguió abrirse un poco a los demás.

- Me iré a la habitación un rato - comentó Aomine sin muchas ganas de nada.

- ¿He metido la pata? - le preguntó Kagami a Tetsu.

- No. Démosle un poco de tiempo. Olvidar algo así no debe ser fácil, han estado seis años juntos, toda la universidad. Tiene demasiado que olvidar.

Aquella tarde cuando Tetsu se marchó con Kagami a jugar a la cancha del parque, Aomine se fue al aeropuerto viendo por el cristal de la terminal cómo despegaba el avión del que fue su único amor en la vida. Rozó el frío cristal con sus dedos y apoyó la frente en él llorando mientras cerraba los párpados dándose cuenta de lo que había perdido, de lo que se marchaba en aquel avión.

La semana siguiente, Aomine se mudó a su nuevo hogar pero no fue capaz de abrir todas las cajas de la mudanza y mucho menos, de arreglar las cosas sin derrumbarse. Lo peor llegaba a la hora de dormir, sentir el lado derecho donde Akashi acostumbraba a dormir tan vacío era insoportable, pero luego intentaba pensar que era lo mejor, no podía confiar en él.

Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora