Capítulo 12: Desesperación

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Tras mucho cavilar, llegó a una conclusión. Seguiría con parte de la decisión anterior, no se entrometería en su relación con Kagami ni intentaría conquistarle porque sabía que jamás podría volver a ganarse un rincón en su corazón pero, sí que trataría de recuperar la amistad que una vez tuvieron y le devolvería la ilusión por el baloncesto aunque Aomine le hubiese dejado claro que no era su culpa por el que perdió el interés. Lo haría por su propio egoísmo porque le gustaba cuando Aomine jugaba y sacaba su carácter, quería volver a verle sonreír y disfrutar con los mates. No sabía qué le había pasado para que cambiase tanto, no era que le desagradase el actual Aomine pero quería volver a ver al antiguo, ése que rebosaba descaro y osadía.

Aprovechó que el fin de semana lo tenía libre para visitar la antigua cancha donde jugaba con sus amigos. Tenía la esperanza de encontrarlos allí, también quería recuperar el contacto con ellos y redimirse por sus acciones pasadas. Pero a los únicos que se encontró fueron a Kagami y a Daisuke practicando con la pelota. No pudo evitar sentir envidia al verles gastarse bromas mientras jugaban, deseaba tanto que Daisuke fuera hijo suyo y de Aomine... pero no era así y debía hacerse a la idea.

Padre e hijo detuvieron sus movimientos y se giraron cuando escucharon a alguien acercarse a ellos. La cara de Daisuke se iluminó en cuanto le reconoció contrastando con la de Kagami, su ceño fruncido y su mirada entornada indicaban que no estaba contento con su presencia.

- Hola, Dai – saludó con una pequeña sonrisa al niño y a continuación miró con seriedad al hombre frente a él – Kagami.

- Akashi – le devolvió el saludo con el mismo tono.

- ¿Quieres jugar con nosotros? – le propuso el pequeño sin ser consciente de la tensión que se había creado entre ambos adultos.

- Seguro que Akashi tiene prisa y debe marcharse ya. La vida de los famosos es muy ajetreada – intentó disuadir a Daisuke, quien miró a su jugador favorito con pena.

- Hoy es mi día libre por lo que acepto tu propuesta encantado – le contestó al niño sonriendo.

Akashi aprovechó que Daisuke gritaba y brincaba feliz para mirar triunfante a Kagami quien tenía cara de fastidio por no haber podido librarse de él. No le quedó más remedio que dejar que Akashi se uniera a ellos. Y entre tiros y dribles, pasaron la mañana.

Hubo un momento en el que la pelota salió disparada y se escapó por un agujero que había en las rejas, quedándose en medio de la carretera. Antes de que los adultos pudieran reaccionar, Daisuke ya había salido tras ella. Estaba a punto de cruzar la carretera sin mirar cuando Kagami le alcanzó y le agarró del brazo deteniéndole.

- ¿Cómo se te ocurre salir corriendo tras la pelota sin mirar por dónde vas? – le regañó cabreado y asustado.

- Lo siento – murmuró cabizbajo el niño – Pero por aquí no suelen pasar muchos coches – trató de excusarse.

- Me da igual que pase uno o que pasen miles, tu padre y yo te hemos dicho millones de veces que jamás cruces la carretera sin mirar – le rebatió alterado – Nos vamos a casa ahora mismo.

- No, por favor – le rogó desesperado – te prometo que no volverá a pasar.

Kagami observó con seriedad al pequeño y acabó rindiéndose ante aquellos ojos llorosos. Daisuke no era un chico que llorase fácilmente y verle así le demostraba que para él era importante seguir jugando con su ídolo.

- Está bien pero no saldrás de la cancha sin que yo te lo diga, ¿entendido? – le preguntó y el niño asintió – Espera aquí.

Iba a ir a por la pelota cuando un coche pasó por encima de ella destrozándola. Miró a Daisuke y éste entendió que quería dar por finalizado el entrenamiento pero no estaba dispuesto a ello.

Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora