Capítulo 35. Final - Parte 1

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Narra Abby:

Miré hacia la puerta de la habitación de Daniela una vez más esperando que entrara por ella. Nada sucedió.

Se había tardado varios minutos solo para conseguir un vaso de agua. Estaba segura de que se había distraído con algo como siempre solía pasarle.

Me dirigí hacia la puerta de la habitación decidida a buscarla. Caminé por los pasillos por lo que parecían unos minutos hasta que doblé una esquina y me encontré a la persona que buscaba.

—Dani, al fin te encuentro —dije suspirando—. ¿Dónde rayos te habías metido?

Ella se encogió de hombros restándole importancia—. Solo me distraje.

Asentí creyéndole al instante. Ella era muy distraída.

—Ven. Vamos a seguir caminando —me invitó y me tomo del brazo para dirigirme a no sé dónde.

—¿A dónde me llevas? —le pregunté.

—Solo camina —dijo y me quedé callada el resto del camino ya que sabía que si seguía hablando solo me diría lo mismo.

Caminamos por varios pasillos más y doblamos unas cuantas esquinas hasta que llegamos a donde Daniela quería traerme. Era un pasillo normal y común pero no reconocí si ya había estado aquí ya que todos los pasillos eran iguales. Al frente nuestro había una puerta cerrada.

—Entra —me ordenó.

—¿Y por qué no entras tú?

—Estaré detrás tuyo. Solo entra, por favor —dijo y fruncí el ceño un poco confundida pero caminé hacia la puerta y la abrí. Me asomé a la habitación que parecía ser de alguien del castillo. Las sabanas de la cama estaban bien puestas pero podía notar algunas señales de que alguien era el dueño o dueña de esta habitación.

Entré completamente cuando Daniela me apuró y, cuando esperaba que ella entrara por la puerta también, me cerró la puerta en la cara.

—¿Daniela? ¿Qué haces? —le dije acercándome a la puerta. Giré el pomo de esta pero Daniela había cerrado la puerta con una llave. Estaba completamente atrapada aquí.

—Lo hago porque quiero que seas feliz. Ya verás que luego me vas a agradecer —dijo y escuché sus pasos mientras se alejaba.

Golpeé la puerta un par de veces más y grité su nombre hasta que me rendí. Suspiré derrotada y volteé a ver la habitación en la que ahora estaba encerrada.

—Hola —dijo una voz un poco tímida a mi izquierda. Me giré hacia ella esperando que no sea la voz de quien estaba pensando. Era Adrián.

Lo miré por unos minutos y él se quedó en silencio, haciendo lo mismo que yo con él. Tenía una mirada triste y a la vez suplicante que no se despegaba de mí. Me estaba poniendo nerviosa otra vez y me sentía expuesta a él. Verle a la cara no era muy agradable. Su rostro y sus facciones solo me hacían recordar a sus hirientes palabras en el bosque y era en lo único que podía pensar.

De repente recordé que él no había hecho esto solo. Mi mejor amiga lo había ayudado.

—¿Tú planeaste esto? —pregunté con rudeza. Él asintió—. ¿Por qué?

—Abby, ¿como puedes preguntar algo así?

—¿Algo como qué? —. Me hice pasar por tonta mientras desviaba el tema.

—Como eso. ¿Cómo puedes preguntar algo tan tonto? Ya sabes por qué. 

Yo negué con la cabeza esperando que no empezara con uno de sus discursos de amor. Si lo hacía, estaba segura de que yo volvería a caer en sus redes.

Amando lo ProhibidoWhere stories live. Discover now