Capítulo 1. Peleas Mañaneras y Regalos Olvidados

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Narra Daniela:

"Despierto por los rayos del sol en mi ventana". Siempre quise decir eso. Pero, en primer lugar, el sol no sale por el lado donde esta mi cuarto y, en segundo lugar, no tengo ventana. La verdad, es que desperté por los horribles sonidos de mi hermana pequeña. Al parecer le encantaba jugar y gritar solo para hacerme la vida imposible. Con un gruñido, me levanté de la cama decidida a callarla.

—LUCY, ¿PODRÍAS CALLARTE LA BOCA? ESTOY INTENTANDO DORMIR —le grité.

—¡NO! Así es mas divertido —me respondió mi queridísima y hermosa hermana. Nótese mi sarcasmo. Peleas de hermanas, que hermosas son. ¿No?

—Si te callas y me dejas dormir te daré nutella por una semana —dije. Lo pensó un rato pero ya sabía cual era su respuesta.

—Dos semanas.

Abrí mi boca para protestar pero este pequeño demonio es MI hermana. Y aprendió de mí.

—Una semana y dos días.

Abrió la boca para decir algo pero en ese momento papá gritó desde la cocina:

—DEJEN DE GRITAR. VAN A DESPERTAR A LOS VECINOS Y NADIE QUIERE ESO.

Los vecinos eran una familia rara. Siempre nos miraban como si tuvieran hambre y nosotros fuéramos comida. Me incomodaba mucho pasar por su casa ya que sentía las miradas de sus hijos posadas en mí.

—¿Por qué tantos gritos? —preguntó mamá saliendo de su cuarto media dormida. Me miró a mi diciéndome ¿qué hiciste? con la mirada.

—Lucy no me dejaba dormir —me defendí.

—¡Mentira! Solo estaba jugando —ella contra-atacó.

—Niñas ya basta. No peleen. ¿Qué hora es? —preguntó mamá dirigiéndose a papá.

—Las 12:00 —contestó papá. No se me hacía raro ver a mamá despertar a esta hora. Algunas madres se despiertan temprano pero para mi mamá, era normal despertar a esta hora. A veces se quedaba hasta más tarde. Dormía igual o hasta más que yo.

—Daniela, ¿hoy no es el cumpleaños de Abigail?

—¿Qué? Claro que no, es mañana.

—Nop. Es hoy.

Vi mi calendario, que estaba en el escritorio de mi cuarto, y mi madre tenía razón. Mierda. Se me olvidó comprarle un regalo. Debo ser la peor mejor amiga del mundo. Añadan eso a la lista de cosas que se me olvidan:

1. Cumpleaños de mi mejor amiga.

Entré a mi cuarto y me cambié lo mas rápido que pude. Bajé para desayunar y me despedí de mis padres con la intención de salir a comprarle un regalo a mi amiga.

Salí de la casa y caminé dirigiéndome hacia La Tienda de Dulces del Señor Ramón. Es un nombre largo para una tienda tan pequeña pero es la mejor del pueblo. Estaba cerca de la escuela así que los estudiantes siempre le compraban algo. Pero ahora estábamos en verano, lo que significa que no tenía muchos clientes.

Siempre me gustaba ir a esa tienda. Desde pequeña, mis padres me llevaban hasta ella para comprarme helados, paletas y muchos otros dulces. En esa tienda fue que Abby y yo conocimos nuestro amor por la nutella. Me encantaba el lugar, en especial por la compañía del Señor Ramón. Era un hombre ya en sus 50 años aproximadamente y ya estaba sin pelos y un poco gordito. Pero, era agradable.

Llegué a la tienda y saludo como siempre lo hago:

—¡HOLA, SEÑOR RAMÓN! —grité. Siempre lo vi como un segundo padre porque me trataba como una hija ya que no tenía familia. Se había casado de joven pero su esposa murió unos años después de que se casaran. También lo veía como un padre por todos lo regaños que nos daba a mí y a Abby. Siempre que hacíamos una broma o un comentario "fuera de lugar" nos daba un discurso infinito y nos torturaba con él. Aún lo sigue haciendo. Pero la mayoría del tiempo Abby y yo logramos escaparnos de esa tortura.

—¡Hola, Daniela! —contestó emocionado pero sin gritar. Sonreí al ver su gigantesca sonrisa al verme. Caminé hacia él, que estaba detrás de una caja registradora. La tienda estaba vacía además de una niña con su padre comiendo un helado. Recordé todas las veces que yo hacía eso con mi padre y mi sonrisa se volvió más grande, si eso era posible. Llegué hasta donde estaba él.

—Te he dicho más de mil veces que no debes gritar en lugares públicos.

Mi sonrisa se desvaneció al escuchar eso. Otro regaño por parte del Señor Ramón. Este es el número 154. Añádanlo a la lista infinita de regaños por parte de todos los adultos de mi vida.

—Lo lamento. Prometo que será la última vez.

—Eso dijiste la vez anterior...y la anterior...y la anterior...y la anterior...y la anterior...y...

—Ok, ok. Ya entendí. Es solo que se me olvidan las cosas.

Añádanlo a la lista de cosas que se me olvidan:

2. No gritar cuando estés cerca del Señor Ramón o te llevaras un regaño.

—Sí claro. Eso dices de todo.

Sonreí de manera inocente como solía hacerlo siempre que me regañaba. Él no resistió y empezó a reír conmigo.

—Hola, cariño. ¿Cómo están tus padres?

—Bien. Siguen igual que como me preguntaste ayer....y ante ayer....y el día anterior...

—Ok, ok. Ya entendí.

En ese momento sonó la campanilla de la tienda que avisa que alguien entró. Miré hacia la puerta y vi a dos chicos. John, un chico de mi escuela, con ojos marrones y pelo negro, y su mejor amigo, Luke (alias: MI novio), de ojos verdes claros  y pelo entre castaño o rubio. ¡Lo sé, es hermoso! ¡PERO ES MÍO! Y soy muy celosa.

—Hola, hermosa —me saludó Luke y me rodeó la cintura para besarme. Me besó de manera tierna y le respondí el beso. Sonrió en medio del beso y alguien me daño el momento cuando tosió "disimuladamente".

¿QUIÉN CARAJOS ME INTERRUMPE MI MOMENTO?

—No están solos —dice el idiota de John. "Sí, ya me di cuenta estúpido" quería decir.

—Lamentablemente —dijo Luke en mi oído y sonreí.

—¿Ya le compraron el regalo a Abby? —les pregunté a los chicos pero al ver la cara de John parecía que no.

—No.

—Sí —respondieron al unísono. Fruncí el ceño. John era el novio de Abby. Se supone que le compre un regalo a su novia. Se supone... ¿No? Hasta Luke se había acordado.

—¿Qué le compraste tú? —le preguntó John a Luke.

—Lo que quería —lo seguimos mirando expectantes.

—Unos patines de hielo —. Oh, que mala amiga soy. Me siento horrible.

—Mierda. ¿Y ahora qué le compro? —preguntó John.

•••

Al final, yo le compré una nutella a mi amiga ya que le encanta y John le compró un vestido que yo le dije que ella quería desde hace muchísimo tiempo. Luego, nos dirigimos hacia la casa de Abby, quien seguramente está durmiendo a esta hora.

Amando lo ProhibidoWhere stories live. Discover now