Capítulo 19. Sentimientos Confusos

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Narra Abby:

Me escondí de Adrián detrás de un árbol y pude ver su cara de confusión al no encontrarme. Aguanté las ganas de reír y dejé de mirarlo.

Cuando volví a mirar a su dirección me sorprendí al no verlo donde estaba. Me di vuelta alarmada y choqué con él.

Ambos caímos al suelo conmigo encima de él.

—Auch —dijo y reímos.

—Eres muy torpe —me dijo y, con la mano que tenía libre, le di un golpe en el hombro.

Nos quedamos así por un rato, mirándonos a los ojos. No sé cuanto tiempo había pasado. Quizás habían sido segundo pero parecieron los segundo más eternos de mi vida. Pero de una manera linda. Él me miraba tiernamente, recorriendo sus ojos por cada parte de mi rostro como si no quisiera perderse un detalle de mi cara.

Yo también recorrí mi mirada por su cara. Sus hermosos ojos verdes complementaban su cabello negro a la perfección y sus rasgos le daban unos toques sexys. Al final, posé mi mirada en sus labios y sé que él hizo lo mismo conmigo.

Sin querer, los deseé. A pesar de que tan solo lo conocía desde hace poco, quería que me besara. Hasta si ese sentimiento estaba en el fondo de mi ser, sabía lo que quería. Y lo que quería era que él me besara.

Él se acercó más a mí y de pronto, recordé algo. Recordé el momento en que John estaba besándome. El momento en el que el rostro de John había sido cambiado por otro. Reconocía ese rostro. Era el rostro de Adrián.

Pero, ¿qué significaba eso? ¿Qué significaba el hecho de que haya imaginado su rostro justo en ese momento? ¿Será que lo quería?

Me acerqué a Adrián instintivamente y él lo tomó como una invitación. Se acercó más y acarició mi mejilla. Jugueteó con un mechón de mi cabello rubio y luego, pensé lo peor de él. Pensé en algo que dañó el momento. Imaginé su rostro en el de la persona que tanto daño me hizo. ¿Será que Adrián es igual a John?

No soportaría que otro chico juegue conmigo como lo hizo John. Soy más frágil de lo que parezco y no quiero que eso vuelva a pasar.

Al pensar eso de Adrián, me aparté y me levanté.

—M-me tengo que ir —tartamudeé y Adrián también se levantó y asintió.

—Yo también —dijo y asentí. Me di vuelta para alejarme de allí. Para alejarme de él...

Aún con la nutella en la mano, seguí mi camino por el bosque. Sentía la mirada de Adrián puesta sobre mí mientras me iba. ¿Qué estará sintiendo ahora? Seguramente pensó que su juego no le funcionó conmigo.

Al saber que ya no estaba a la vista de Adrián corrí hacia mi casa.

Corrí como si pudiera escapar de lo que acababa de pasar.

Narra Luke:

Iba rondando los gigantescos pasillos cuando me encontré justamente con la persona que quería ver: Daniela. Instintivamente, sonreí. Ella me vio y me devolvió la sonrisa.

Quería ir a hablarle pero había un problema. No andaba sola. Estaba con Kelly. Al ver que Daniela sonreía y miraba atenta hacia mi, Kelly volteó su mirada hacia donde yo estaba.

¡Mierda! Borré la sonrisa de mi cara para tratar de disimular y miré hacia al lado de Kelly fingiendo que nunca las vi. Por el rabillo del ojo, vi como Kelly frunció el ceño, miró a Daniela y luego a mí.

—Creo que me llaman —dijo a pesar de que yo no escuché nada. Quizás no se dio cuenta de nuestro jueguito de miradas y sonrisas. Quizás...

Caminé hacia Daniela lo más rápido que pude y no me le acerqué tanto por si alguien más venía.

—Tenemos que hablar. Hoy en la noche. Espérame frente al salón real —le susurré y la rodeé. Seguí mi camino por el pasillo y miré hacia atrás. Con una mirada, supe que ella había entendido mi mensaje y supe que estaría allí.

Narra Daniela:

Salí sigilosamente de mi cuarto y traté de hacer el menor ruido posible mientras me dirigía al salón real.

Esperé a Luke un rato y lo vi llegar a mi izquierda.

—Sabía que no me fallarías —dijo y sonreí—. Sígueme.

Asentí y obedecí. Me llevó hacia un cuarto más pequeño que los demás cerca del salón real. Me sorprendí al entrar a ese lugar.

El cuarto era pequeño con unos sillones que ya se veían viejos y la única luz que tenía era la luz de la luna llena que entraba por una gigantesca ventana en una esquina. Parecía de película con lo hermoso que era.

Luke había puesto unas sábanas y unos cojines en un lugar del cuarto. Me dirigió hacia ellas y se sentó. Lo imité y dejé mi cabeza caer en su hombro. Él me rodeó mis hombros y me sentí protegida, casi como en casa.

—Parecido a los viejos tiempos, ¿no? —dijo y sonreí.

—No exactamente pero sí —dije y me removí para acomodarme mejor haciendo que mi mano cayera en su abdomen. Él se removió incómodo antes de hablar.

—Daniela...he escuchado...rumores en el castillo —empezó pero se detuvo.

—¿Sobre? —pregunté para apresurarlo.

—Sobre ti —. Sentí un nudo en la garganta tan pronto dijo eso.

—¿Y qué decían? —pregunté curiosa.

—Dicen que...te convertirás en la princesa —. Hizo una pausa—. No es verdad ¿o si?

No sabía que decirle. Yo aún no asimilaba el hecho de que esto estuviera pasándome en verdad. ¿Y si se enojaba conmigo?

Negué con la cabeza, segura de que eso no pasaría. O eso creía... Decidí contarle la verdad.

—Es cierto —afirmé. Él asintió y, aunque no vi su cara supe que fue forzado—. ¿Estás enojado conmigo? —pregunté después de un rato de silencio.

—Jamás podría enojarme contigo —dijo y me besó la frente de manera tierna.

Cuando dijo eso, sentí como todas mis angustias se calmaron y como todo mi cuerpo comenzó a relajarse. No me había dado cuenta de lo mucho que me importaba su opinión en todo esto. Siempre me importó pero ahora fue más que nunca. Ahora era que lo necesitaba para estar ahí conmigo y eso era exactamente lo que estaba haciendo. Siempre siendo mi héroe en mis pequeñísimos momentos de angustias y eso me encantaba de él. Siempre iba más allá de mis expectativas y lo adoraba por ser así. No podía haber mejor novio que él.

Pero, aún había algo que quería saber.

—Luke, ¿cómo llegaste aquí? —pregunté y sabía que estaba sonriendo a pesar de que no lo veía.

—Es una larga historia.

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Abby en multimedia.

Amando lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora