Capítulo 25. Declaraciones Amorosas

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Narra Daniela:

Una semana. Eso era lo que había pasado desde que hablé con Luke por última vez. Era una tortura interna y no lo soportaba. Tenía que conformarme con miradas rápidas y sonrisas a escondidas en los pasillos. Y eso no me gustaba para nada. Quería poder abrazarlo, besarlo y hablarle. Pero nunca parecía ser el momento indicado.

Toda esta semana me mantuve a mi misma ocupada en cosas que me despejaran la mente de Luke. Paseé por todo el castillo, explorando cada rincón de él e hice de cupido cuando hice que Olivia y Nicolás se convirtieran en pareja. Olivia se mostraba tan feliz contándome todo lo que hacían. Me hacia bien verla feliz. Pero aún no dejaba de pensar en Luke.

Todo en el castillo continuó con la misma rutina de antes. Los reyes trabajaban y Nicole seguía siendo la misma engreída de siempre. Por suerte, manejé evitarla toda esta semana. Adrián actuaba cada día más raro. Un día me evitaba y ni siquiera me miraba y otro día me guiñaba un ojo o me dirigía una sonrisa. Fruncía el ceño cada vez que hacía eso. No entendía nada de su actitud y cada vez me confundía más.

Lo más alegre de la semana fue la emoción que sentí ayer cuando encontré un papel arrugado en mi habitación. Luke me había mencionado que si quería comunicarse conmigo me dejaría una carta en una esquina de mi cuarto donde nadie ponía atención. Ayer, al llegar a mi cuarto, vi un pequeño papel arrugado en ese lugar. Corrí hacia él tan pronto reaccioné y vi una invitación de Luke para encontrarnos. No tenía firma ni nada por el estilo pero reconocí su letra invitándome al mismo lugar de la ultima vez que nos encontramos hoy en la noche.

—¿Qué es eso? —me había preguntado Kelly tan pronto vio el papel arrugado en mi mano. Rápidamente lo escondí tras mi espalda.

—Solo una carta que mi madre me dejó —mentí. Ella asintió y la ignoré a pesar de que debería hablar con ella sobre mi secreto.

Ya era la noche y me dirigía hacia la misma habitación en la que Luke me había citado la última vez.

—¿Luke? —susurré al abrir la puerta y asomar mi cabeza. No veía mucho ya que las luces deberían quedarse apagadas pero pude vislumbrar su silueta.

—Ven para acá, princesa —dijo burlón. Entré más confiada y cerré la puerta a mis espaldas.

—No me vuelvas a llamar princesa —dije tratando de sonar amenazante pero probablemente no me funcionó por la sonrisa de tonta que tenía. Él rió y se acercó más a mí. Colocó sus manos en mi cintura y me besó delicadamente pero a la vez con necesidad. Yo le respondí el beso de la misma manera. Necesitaba de él. Luke sonrió en medio del beso y alejó su rostro unos centímetros del mío.

—No sabes cuán ansioso estaba por volver a besarte —dijo sonriendo.

—Creo que sé perfectamente a qué te refieres —le respondí con una sonrisa también y lo besé otra vez.

Al separarnos, me llevó hacia una esquina de la habitación donde la luz de la luna que entraba por la ventana nos dejaba vernos el uno al otro. Nos dejamos caer en el piso y él colocó su brazo sobre mis hombros haciendo que mi cabeza se reclinara en su hombro.

—¿Qué hiciste todo este tiempo sin mí? —preguntó.

—Todo fue una tortura —dije y sonrió.

—Me sentí igual sin ti —. Sonreí por lo que dijo—. ¿Has hablado con Kelly?

Suspiré antes de contestar.

—Aún no. Ya sé que me vas a regañar por eso pero no sé qué podría decirle. Ella ya lo sabe y no podría negárselo si quisiera.

—Quizás ella se quede callada y guarde nuestro secreto.

—Eso espero. No me quiero ni imaginar lo que pasaría si los reyes se enteran y no les agrada el hecho de que seamos pareja —dije y él asintió pensativo.

Nos quedamos un rato en silencio. No era incómodo. Era más bien un silencio tranquilo y siempre me agradaban este tipo de silencios con Luke. Sonreí por la tranquilidad y cerré los ojos por un momento disfrutando del silencio y el brazo de Luke en mis hombros.

Narra Abby:

Me dirigí hacia al bosque una semana después de la vez que Adrián me contó sobre su padre. No habíamos mencionado mucho ese tema y se notaba que estaba agradecido por eso.

Seguíamos hablando de estupideces todos los días que nos encontrábamos. Siempre me divertía mucho con él y me hacía sentir bien cada vez que me sacaba unas sonrisas. Pero también me hacía sentir mal cuando estaba junto a él. Inconscientemente, Adrián me estaba comenzando a gustar como más que un amigo y eso no podía pasar. Él no sentía lo mismo que yo y eso me rompía el corazón. Me dolía cada vez que lo veía haciendo una broma o sonriendo. Era tan lindo verlo. Pero mis ilusiones con él eran tan imposibles que me dolía cada día más y más.

Negué con la cabeza todas esas estúpidas ideas. No podía permitirme ilusionarme una vez más. No podía sentir estas cosas por la persona que ahora es mi mejor amigo. Pero no lo podía evitar. La friend-zone es una mierda.

—Hola —saludé con una sonrisa tan pronto llegué a "nuestro lugar". Adrián sonrió forzado. Estaba caminando de un lado a otro. Parecía nervioso.

—Hola. Abby, tengo algo que decirte —dijo haciendo pausas en las palabras. Se dirigió hacia mí y, al llegar al frente mío, le miré expectante alzando las cejas. Inhaló profundamente como preparándose para algo.

—Abby, sé que solo somos amigos pero tengo que admitir que te veo como algo más que eso —. Sentí como una pequeña sonrisa se formaba en mi rostro tan pronto dijo eso. Volvió a hablar, pero esta vez más rápido y nervioso—. No sé por qué pero desde el principio me sentí atraído a ti y eso fue aumentando. Eres la única persona con la que me siento cómodo siendo yo mismo. Eres la única que no me mira con pena o tristeza cuando se entera de mis secretos. Eres la única que sigue a mi lado a pesar de saber que mi vida es una mierda. Abby, eres única. Eres diferente para mí y eso me encanta. Tú me encantas. Y sé que tú solo me ves como un amigo y que probablemente esté dañando nuestra amistad por contarte esto pero...Abby, no lo soporto más. No soporto ver tus ojos sabiendo que solo me ves como un amigo. No soporto ver tus labios y aguantar las ganas de besarlos. No soporto el hecho de que no seas mía. Odio todo eso y quizás ahora estés pensando las palabras sobre cómo decirme que no sientes lo mismo pero ya me da igual —. Acercó su mano hacia mi cara y me acarició la mejilla mientras susurró: —Abby, me encantas y no sabes cuánto.

No sé cuánto tiempo estuve ahí sin decir nada. Necesitaba procesar todas las palabras y mi mente no ayudaba mucho. Esto parecía ser un sueño del cual no quería despertar. Estaba en un estado de shock cuando Adrián se alejó un poco y dirigió su mirada al suelo sin poder mirarme a los ojos. Rápidamente reaccioné al darme cuenta de que seguramente pensó que yo no sentía lo mismo.

—Adrián... —lo llamé para que me mirara. Él subió la mirada un poco y abrí la boca para decir algo pero las palabras no parecían querer salir.

—Abby, está bien. Lo entiendo. Tú no sientes lo mismo y.... —comenzó a decir pero lo callé tan pronto me acerqué a él dando zancadas y lo besé.

Él se sorprendió cuando lo hice pero luego me respondió el beso y noté su gran alegría al saber lo que significaba esto. Sonrió cuando nos separamos un poco y le devolví el gesto.

—¿Esto quiere decir que sientes lo mismo? —preguntó rozando sus labios con los míos cuando los movía.

Sonreí más amplio aún y asentí. Noté sus ojos brillando de alegría cuando me besó otra vez.

Amando lo ProhibidoWhere stories live. Discover now