Capitulo 54: Salvaje Duro y sin compasión (Parte 2)

2.2K 108 2
                                    

Narra _____

La habitación era un horno, tan caliente que la piel podía sentirse arder. No era la habitación, era el momento.
Estaba tirada en la cama, el acababa de arrojarme con desesperación que hasta dolió, no es que yo fuera una reliquia rompible, pero de igual manera había dolido.

—No podrás caminar en tres días, Font— amenazo. Camino peligrosamente hacia la cama, se subió a horcajadas sobre mi, apoyándose manos a mi costado.

Al instante mis manos fueron directo a su espalda, esto era una obsesión. Abrí mis piernas para que se pudiera acomodar mejor, era como el misionero solo que la ropa estaba de más en la escena. Sentí como sus manos tocaban miel, su labios vagando por mi cuello —el terreno más sensible de mi piel— pensé. Esto me provocaba un leve cosquilleo que no comía controlar, pero en vez de soltar una leve risa, un gemido salió en su lugar. Un gemido del cual yo me sorprendí, Sebastián se separó de mi impresionado por lo que acababa de hacer, a miles de kilómetros de podría notar su excitación y lo que estaba provocando en mi.

—Continúa, por favor— pedí. Mi cuerpo se doblaba hacia él, restregándole mis pecho en su desnudo torso. Comenzaba a sentir la necesidad de lo que estábamos haciendo.

Volvió a su labor, esta vez con más intensidad. Su tacto me dejaba inmóvil, aguantándome las ganas de suspira; estaba conteniéndome y ahogando los suspiros, que lamentablemente se iban a convertir en gemidos si los dejaba escapar.
Sus labios devoraban los míos esta vez, comenzó siendo suave y lento, pero todo cambió en el momento que decidí apretarle el trasero. Fue en ese momento donde paro, me miró fijamente a los ojos y volvió a besarme con una intensidad inigualable, su lengua pedía acceso; lo denegué.
Bastaron 5 segundos para reincorporarnos y llenarnos del aire vital que tanto pedía nuestro cuerpo por el veloz momento.

Lo acerque lentamente a mi, delicadamente delinee sus labios con la punta de mi lengua; lo sentía temblar. Al parecer no soporto más porque volvió a besarme con la desesperación que tenía hace dos minutos, no podía controlarse.

Inconscientemente saque mi blusa de mi cuerpo, él se encargó de desaparecerla.
Miro mis pechos que solo eran cubiertos por la fina tela del sostén, ya no me sentía apenada como la primera vez. En una maniobra rápida quito mi sostén, dejando mis senos al descubierto.
Eso sí daba pena, pues aún había poca luz del atardecer.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando él comenzó a besar cada barre de mi pecho, cada milímetro que se cruzaba. Nada me importó, solté un leve suspiro que al parecer fue gemido seguido de los demás; era placentero.

No se de donde saque fuerzas para tirarlo debajo de mi, solo lo había hecho. Me sentí la domadora, la sensación del momento. Sonreí traviesa y comencé a besarlo, lentamente me dirigí a su cuello, quería dejar marcas en el algunas más grandes que otras —Tal vez figuras— pensé.

Me pare de la cama y quite sus pantalones, me lleve una sorpresa al ver cómo solo llevaba un trasparente bóxer, su miembro estaba totalmente parado. Tragué saliva pesadamente, mientras volvía con él y quitar esa tela que me impedía ver su buen firmado miembro.

Una ves despejado lo tome entre mis manos, me deje inmóvil la sangre había circulado tan rápido a ese lugar —Te explotara en la cara— hablo mi subconsciente.
Lo introduje a mi boca con lentitud, al instante Sebastián se colocó duro como una roca. Comencé con movimientos lentos pero él no tardó en tomarme por los cabellos para acelerar el ritmo.
—Maldito salvaje, acaso no sabe que me estoy atragantando— volví a decir en mi mente.
No sabía cómo rayos ese pedazo de carne entraba en mi boca, simplemente no sabía que tenía mucho espacio.

—Basta— apenas podo formular eso —Ponte abajo— ordenó y obedecí, cree que seré su sumisa como la otra vez.

En un hábil movimiento quito la última prenda que quedaba en mi, dejado libre mi feminidad.
Se aproximaba a esa zona, parecía que iba gateando. Cerré los ojos para no darme cuanta a donde iba hasta que sentí su aliento en esa zona, con lentitud pasó su lengua y una corriente eléctrica invadió todo mi cuerpo. Se sujetó de mis piernas para dar mayor profundidad, su lengua exploraba cada parte de mi zona íntima. Era tan placentera la sensación que provocaba y al parecer a mi cuerpo le encantaba pues, se entregaba totalmente a la acción.

—Para, es algo que no puedo resistir— le dije. Sentía me me moriría con el tremendo placer que me estaba dando.

Se paro y fue al armario, saco el típico empaque de color metálico donde se suponía que venía el condón.

—Quiero que te acueste boca abajo— ordenó y lo hice. Quede boca abajo tal como él ordenó, dejando mi trasero solo para el —Ahora coloca tus manos en los barrotes de la cabecera— volvió a ordenar y lo hice —Te voy a atar las manos a ella— volvió a decir y comenzó a atarlas fuertemente —Quiero que obedezcas a lo que te ordene— asentí con la cabeza —Te penetrare duro y sin compasión, si algo te duele no dudes en decírmelo— dijo de nuevo. Sentí un poco de temor e incomodidad, pero comenzó a valerme mierda cuando sentí como comenzaba a besar mi espalda.

Deslizó una de sus manos a mis senos, y con dificultad comenzó a apretarlos. Sentía todo su peso en mi, de igual manera sentía como su miembro rozaba en mi trasero por el movimiento que hacía al tocar mis pechos. Quería tocar sus nalgas y arañarlas un poco, pero al intentarlo me lastime, solo un roce ya que estaba atada. No podía ni siquiera mirarlo.

Se paró, escuchaba pasos por la habitación.

—Voy a introducir un dedo, relájate—

Abrió mis piernas y sentí como comenzaba a dar masaje a la zona.
—Un dedo— sentí como lo introducía, seguido de eso comenzó a dar movimientos circulares lentos, rápidos en segundos.
Ya eran 3 dedos y se sentía mucho mejor. Los movimientos eran básicos —Dentro, fuera— pero la sensación que me provocaba era grande.

—Ahora para bien ese culo— dijo con la voz más ronca que pudo salir de él.

—¿Qué?— cuestione atónita. —¿Me tomaras por atrás?— cuestione temerosa

—Por supuesto— susurro en mi oído, mordió el lóbulo para finalizar —Salvaje, duro y sin compasión, ¿lo recuerdas?— asentí con la cabeza— con voz— exclamó y me dio una nalgada. Sensación tan más genial.

—Si, lo recuerdo— dije entre gemidos ahogadores.

—¿Qué es lo que quieres?— pregunto con tono dominante.

—Que me hagas el mejor sexo— susurre

—¿Como lo quieres?— pregunto mientras acariciaba mi espalda. Solo lo sentía a horcajadas en mi espalda

—Salvaje, duro y sin compasión— respondí con necesidad.

—Entonces para ese culo—



------------------
Esperen la parte 3 y 4
Gracias por sus comentarios y votos 🙌🏻

Intercambio | T1 | Sebastian VillalobosWhere stories live. Discover now