El día en el que Percy conoció a Audrey

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Percy no podía creer lo que veían sus ojos. Se ajustó las gafas para comprobar que no le estaban jugando una mala pasada, y abrió la boca en forma de "o".

— ¿Fred?—murmuró, con una sonrisa que crecía cada vez más—. ¡Fred!

Corrió lo más rápido que pudo hacia su hermano pequeño. Estaba allí; de pie, frente a él, dándole la espalda. Y estaba vivo. <<Podría ser George>>, se decía, <<No; George ahora solo tiene una oreja... Tiene que ser él>>.

Percy trataba de alcanzarlo, pero a cada paso que daba, Fred parecía alejarse más.

— ¡Fred!—gritaba él, desesperado.

Su hermano se dio la vuelta. Miró a Percy con el ceño fruncido.

—Vaya. Eres tú—dijo Fred, sin mucho ánimo.

—Fred...—Percy seguía sin creérselo—. Gracias a Merlín que estás bien, Fred...

Fred negó con la cabeza.

—No estoy bien, Percy. Tú me dejaste morir.

Percy se paró de golpe, y se le cortó la respiración.

—N-no... F-Fred, yo no...

— ¿Pensaste en mamá y papá? ¿Pensaste en George, acaso?—Fred hizo una risa amarga—. Claro que no. Nunca nos quisiste a ninguno de nosotros. No trataste de salvarme.

—Eso no es verdad, Fred...—sollozó Percy—. El culpable fue Rookwood... Yo hice... ¡Hice lo que pude!

— ¡MENTIRA!

Percy retrocedió, con lágrimas en los ojos.

—Tú no le importabas a nadie—siguió diciendo Fred—. Eras un traidor en la familia.

—Fred, por favor... Basta...

—Tú debiste morir en mi lugar.

— ¡BASTA!

Percy se despertó de golpe. El corazón le latía con mucha fuerza; y le costaba respirar. De la frente le caían gotas de sudor; y por las mejillas le resbalaban lágrimas. Se sentó en el borde de su cama, y se llevó las manos a la cabeza.

<<Fred...>>.

Necesitaba salir de la Madriguera; necesitaba aire fresco.

En esos tres últimos meses, la casa había estado muy silenciosa. No se oían los platos de mamá preparando la comida. No se oían los cacharros muggles de papá. No se oía a Ginny reírse. No se oían los ronquidos de Ron. No se oían bromas; ni ninguna anécdota graciosas de ningún tipo.

No se oían todas las explosiones que solían salir del cuarto de los gemelos.

Mientras Percy bajaba por las escaleras, vio a una chica morena que identificó como Angelina Johnson. El pelirrojo sabía que era una antigua alumna de Gryffindor; y una muy buena amiga de los gemelos. Últimamente, se la veía mucho por casa, al igual que al antiguo comentarista de quidditch; Lee Jordan. De vez en cuando, también aparecía su viejo amigo Oliver Wood; y dos chicas más, que también habían pertenecido al equipo de quidditch de Gryffindor, y de las cuales Percy no recordaba su nombre.

Pero Angelina siempre estaba allí. Día tras día. Desde aquel 2 de mayo, siempre había ido a visitar a George.

Percy y ella intercambiaron una mirada. Ella siguió su camino; y el pelirrojo hizo igual.

Pero el chico se detuvo.

— ¿Me odia?

Angelina paró, pero no respondió.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now