Capitulo 31

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Me aferré a su camiseta como si estuviésemos en el medio de una tormenta de mar y él fuese un salvavidas. Sentía como el aire comenzaba a faltarme pero me calmé mentalmente, no quería volver a tener mi foto desmayada en el suelo en las portadas de todas las revistas adolescentes. Harry pasó su brazo por mis hombros mientras que yo me aferré a su cintura y poco a poco avanzamos hacia quién sabe donde. 

—¡HÁGANSE A UN LADO! —gritó enfurecido pero fue como si nada hubiese salido de sus labios. Los paparazzis seguían rodeándonos, aplastándonos y cegándonos con sus malditos flashes. Harry comenzó a empujarlos sin soltarme y logramos llegar a una puerta. Abrió y me empujó dentro. Pasó él y la cerró a sus espaldas poniéndole seguro. 

—¿En dónde estamos? —pregunté sin alejarme de él. Temblaba, por los nervios y por el miedo. Esos hombres podían despedazarme y no iba a importarles si podían tomar sus malditas fotografías. 

—No lo sé, estoy intentando buscar algún interruptor de la luz —estaba todo total y completamente oscuro—. Quédate quieta —me pidió mientras dejé de sentir su brazo bajo mi mano. Oí sus pasos y luego tropezó—. ¡Mierda! —fruncí el ceño ya que se oía demasiado lejos. Mi corazón comenzó a palpitar más rápido de lo normal y el miedo avanzó por mi cuerpo.

—¡¿Harry?! ¿Estás bien? ¿Que pasó? 

—_______, no te muevas. Hay una escalera —y eso lo explicaba. Él estaba abajo. Vaya, cayó por unas escaleras. ¿Estará bien? Lo oí quejarse y luego no oí nada más.

—¿Harry? —nada—. ¡Harry! —entonces una tenue luz me dejó ver los escalones justo delante de mis pies y él estaba abajo. Miró a su alrededor y yo me limité a observar sus movimientos desde arriba de las escaleras. 

—Es un sótano. Parece que aquí guardan cosas que no sirven —dio un paso hacia adelante pero mi voz lo detuvo.

—¡No! Harry, sube. Salgamos, creo que los paparazzis ya se fueron —voltee y pude ver con dificultad la puerta. Subí mi mano hasta el seguro y traté de quitarlo pero estaba demasiado duro—. Maldita sea —murmuré molesta haciendo más fuerza en mi tarea. 

—¿Qué sucede? —susurró en mi oído provocándome un escalofrío. Me aclaré la garganta y me hice a un lado señalándole el seguro de la puerta.

—No puedo abrir —dio un paso llegando hasta la puerta y trató de abrir el seguro. Luego de dos intentos frunció el ceño. 

—Ábrete estúpido seguro —intentó con ambas manos pero era inútil.

—Pareciera que está oxidado y viejo —comenté acercándome un poco más a la puerta y entrecerrando los ojos para tratar de ver mejor.

—Bien, estamos oficialmente encerrados —fruncí el ceño. 

—No, no lo estamos. Sigue intentando —intentó un par de veces más pero el maldito seguro no iba a ceder. Apoyé mi espalda contra una de las paredes de ladrillo y tiré mi cabeza hacia atrás—. No puedo creerlo. 

—¡Hey! ¡Ayuda! ¡Estamos encerrados! —gritó Harry golpeando la puerta pero al parecer nadie nos oía. Rebusqué en mis bolsillos pero no estaba mi teléfono.

—Mierda, no tengo mi teléfono. ¿Tienes el tuyo? —negó levemente y caminó hacia las escaleras.

—Lo dejé en la suite —contestó mientras bajaba escalón por escalón.

—¿A dónde vas? —pregunté entre curiosa y asustada. Volteó unos cinco escalones abajo y me miró.

—Iré a ver que hay aquí abajo, tendremos tiempo para investigar hasta que alguien nos encuentre —al no obtener respuesta de mi parte continuó bajando.

Who is Mr. X?Où les histoires vivent. Découvrez maintenant