Capitulo 17

3.1K 136 3
                                    

Al no recibir ninguna señal del otro lado de la puerta, volví a golpear tres veces con persistencia.

—¡Ya va! Maldita sea, ya oí —bien, eso no era un buen comienzo. Jugué con las mangas de mi sweater nerviosa intentando mantener mi posición firme. Debía explicarme lo sucedido anoche. Al abrir la puerta y verme su expresión se suavizó notablemente y me dedicó una media sonrisa aun adormilado. Intenté mantenerme en una pieza—. Buenos días, muñeca —pero al segundo lo olvidé. Su voz sumamente ronca y baja provocó que me flaquearan las piernas. Me aclaré la garganta y traté de concentrarme en lo que debía decirle, no en su falta de camiseta, o en el precioso pantalon de pijama gris que llevaba el cual caía de una forma fenomenal.. <<¡Concéntrate!>> gritó mi consciencia dandome una bofetada mentalmente. 

—Buenos días, Zayn —respondí con mi voz un tono más alto de lo normal. Se recargó en el marco de la puerta total y completamente despreocupado con sus fuertes y desnudos brazos cruzados en lo alto de su pecho y me miró fijo sin borrar aquella leve sonrisa de sus labios. 

—Estoy esperando ansioso la razón por la cual estas golpeando a mi puerta a estas horas de la mañana —cierto, debía decirle de que no recordaba nada. Aunque probablemente eso lo daría por echo. La vergüenza hizo acto de presencia en mi interior.

—Eh.. bueno, me gustaría saber que sucedió anoche. Quiero decir, recuerdo hasta que comenzamos a beber. El resto ha desaparecido de mi mente siendo reemplazado por un horrendo dolor de cabeza —expliqué con sinceridad. Su mirada adoptó una pizca de ternura y ladeó la cabeza.

—Eso que tienes se llama resaca y es comprensible considerando que te bebiste todo en el bar —mis mejillas se incendiaron al instante y me vi obligada a bajar la mirada. 

—Por favor, dime que solo me quedé dormida en un sofá —rogué intentando creerme de que era posible aquello pero en realidad yo sabía que estando ebria lo que menos hacía era dormir. 

—Si eso te hace feliz, puedo decírtelo —suspiré desilucionada y mis hombros se relajaron un poco. El simple hecho de tenerlo delante mio con nada mas y nada menos que unos pantalones, el cabello despeinado y aquella sonrisa arrogante me tensaba. Más de lo normal.

—Ya dime, ¿a quién le bailé esta vez? —pregunté rindiéndome ante la humillación. Lo observé y su mirada destelló unos segundos. Me miraba, sí, pero parecía perdido en sus pensamientos. ¿Estaría recordando lo pasado anoche? Oh dios, ¿habré hecho algo fuera de lugar con él? Fuera lo que fuera por el aspecto de su rostro parecería agradarle aquel pensamiento. Suspiró y se enderezó metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón gris de chandal. 

—Bailaste, me invitaste a bailar contigo —mi respiración se aceleraba con cada palabra que él decía—. Bailamos —mierda, bailamos. ¡Había aceptado bailar conmigo! ¿Por qué no puedo recordarlo? Maldita sea, me encantaría atesorar ese recuerdo en mi interior—. Te subiste a la tarima del piso de abajo y bailaste —mis mejillas se incendiaron al instante luego de oír aquella declaración—. Provocaste a todos los hombres del bar, incluido a mi —su voz había dejado la diversión tiempo atrás, ahora se dedicaba a mirarme fijamente intentando quemarme quizás. Su voz era baja, lenta, abrazadora, inquietante—. Hasta que noté que fue suficiente y te traje a casa —volvió a su semblante normalizado. Suave y pasivo. 

—Debo dejar de embriagarme así, algún día hare algo que no tendrá vuelta atrás —murmuré más para mi que para él, pero por desgracia logró oírlo. Elevó los hombros como restándole importancia al asunto acompañando su movimiento con una mueca.

—Eres divertida ebria. Eres mucho más extrovertida, me agrada eso —sonrió de lado y me observó fijamente. ¡A él le agradaba cuando era extrovertida!—. Bien, si ya sabes todo lo que necesitas, iré a ducharme —<<¡Vé con él!>> se burló mi diablillo interior. Me mordí el labio como sopesando la posibilidad y luego caí en la cuenta de lo que estaba pensando. 

Who is Mr. X?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora