- No discutan, ustedes escogen los momentos más inapropiados para pelear como niñitas- dijo Irina susurrando mientras parecía dormitar.

- No se te ocurra cerrar los ojos Irina, quédate por favor- dijo Johann preocupado.

- No me has dicho que hacer- dije tomando su rostro para obligarle a verme.

- No hay nada que hacer- dijo aceptando una realidad en la que Johann y yo aún no estábamos conscientes.

- ¿cómo que no hay nada que hacer? Debe haber una forma, algo que podamos hacer para ayudarte- la desesperación se apoderó de mi.

- ¡¡Ya dinos que cae años hacer!! - dijo Johann sacudiendo su débil cuerpo, no tenía suficientes fuerzas para sostener con firmeza sus músculos pues por momentos sus brazos flaqueaban al intentar tocar a Johann.

- No pueden hacer más nada, la arteria está contraída, una vez que eso sucede es imposible repararla, seguiré sangrando hasta morir- dijo cerrando sus ojos.

- ¡¡Irina!! ¡¡Irina!!-Gritó Johann dejando escapar un par de lágrimas mientras sacudia su frágil cuerpo para hacerla reaccionar, no funcionó, aún respiraba pero no había los ojos, Johann la acercó a su cuerpo y palmeó su rostro para hacerla despertar, segundos después y con una mejilla roja Irina abrió sus ojos con pesar.

- Ya no puedo- dijo intentando sonreir- En estos más de 700 años que he vivido, ustedes han sido lo mejor... - hizo una pausa.

- ¡¡No te despidas Irina, no te dejaré ir!! - Johan  gritaba desconsolado mientras lloraba amargamente la partida de su amada, quien ya había perdido color.

- Ustedes me devolvieron la vida cuando yo me hallaba pérdida, les debo tanto- dijo tranquilamente, parecía felíz en cierta manera.

- ¡¡Cállate!! ¡¡Para!! No te irás, Irina, por favor- dijo Johann acusando el rostro de Irina entre sus manos, la abrazó con fuerza más ésta no pudo reponer aquel abrazo debido a la pérdida de sangre. -No me abandones- dijo lloran rompiendo en llanto, uno desgarrador que incluso a mi me formó un nudo en la garganta al verlo tan dolido, tan expuesto y vulnerable.

- No quiero pero debo irme, es mi tiempo- dijo esforzándose por alargar su existencia.

- Irina no nos hagas esto- dije extrañamente triste, aquel nudo en la garganta no se iba, pasé saliva pero era inútil.

- No puedo retrasar lo que el destino me ha deparado, no puedo detener lo que la vida tiene para mi después de esta vida- me miró y sonrió, tomé una de sus manos y la acuné entre las mías, deposite un beso en su dorso y sonreí, no era una sonrisa como las que tenía siempre, esas llenas de malicia o diversión, ésta era totalmente diferente, era una sincera, una que venía desde lo más profundo de mi ser, una de aceptación a lo que se avecinaba y que ni Johann ni yo queríamos aceptar, una llena de verdad y realidad.

- ¡¡Conviertela Florian!! - dijo Johann exaltado, lo miré directo a los ojos, analizando aquella propuesta mundana, quizá si lo hacía ella viviría eternamente como nosotros, ¿Será posible?. Me autocuestioné al verme atrapado en un si, un tal vez y un rotundo no me confundí.

- ¿Es eso posible Irina? - pregunté con la esperanza de tenerla a nuestro lado toda una eternidad, ver a mi casi hermano feliz a su lado, esa era mi esperanza, me devastaba ver a Johann llorar de esa manera, ¿que sería de el sin la existencia de Irina? ¿Sería capaz de sobrevivira esa pérdida? ¿O buscaría la forma de suicidarse?, la respuesta a todo esto estaba frente a mi, Irina debía decirme si esto era posible pues yo haría eso por ver a Johann felíz, lo merecía, era un gran chico, bondadoso y siempre tan fiel a su forma de ser que lo hacía aún más auténtico.

Soy un maldito, lo sé.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz