Capítulo 31. Respuestas

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Seguramente en cualquier otro momento hubiéramos hecho bromas a los empleados o exploraríamos cada rincón del palacio pero Daniela no parecía querer hacer eso. Ni yo tampoco. Ambas estábamos deprimidas por perder a alguien y no parecía ser como en los viejos tiempos.

Pasé toda la tarde tratando de conseguir que Daniela comiera algo y que se animara a hacer algo. Conseguí hacer que comiera pero nada más. Apenas hablaba más de lo necesario. Solo se acurrucaba en su cama y miraba por el balcón con la mirada perdida. Estaba muy preocupada por ella. Pero no sabía cómo podría ayudar así que pasé la mayor parte de la tarde sentada en una silla mientras me aplanaba el trasero.

Ansiaba que Luke llegara para que él hiciera algo. Parecía tener más suerte que yo con esto. Y, aunque parecía egoísta, quería hablar con Adrián. Necesitaba saber qué rayos hacía aquí. Pero al mismo tiempo, no quería hablar con él. Sería muy doloroso para mí volver a escuchar su voz. Apenas soporté cuando me habló en el pasillo. Ni siquiera podía sostenerle la mirada sin que la navaja y el dolor volviera. Pero tenía que ser fuerte y hablar con él. No podía echarme a llorar. Quería respuestas. Y las obtendría.

•••

Tan pronto Luke llegó, salí de la habitación sabiendo que debería dejarlos solos por un momento. Quizás Luke tendría más suerte que yo animando a Daniela.

Me froté la frente con mis dedos tratando de aliviar un dolor de cabeza por tantas preguntas que me hacía a mi misma. Caminaba sin rumbo alguno pero esperaba que algún pasillo me llevara al baño o a mi habitación para poder echarme agua en la cara y refrescarme un poco. Pero, el mundo juega en mi contra y tan pronto doblé una esquina me encontré con Adrián.

Estaba a unos pies frente a mí y paró en seco, al igual que yo, cuando me vio. Sabía que acababa de decir que quería respuestas de él. No entendía nada y él era el único que podía aclarar mis dudas. Pero, ahora mismo no quería. Tenía un enorme dolor de cabeza y solo quería recostarme a dormir. Así que, di media vuelta y seguí caminando por donde vine.

—¡Abby, espera! —me gritó a mis espaldas pero solo lo ignoré y seguí caminando con la esperanza de que quizás encontraría mi habitación en algún lado. Lamentablemente, tengo la peor suerte del mundo porque Adrián es mil veces más rápido que yo y, en poco tiempo, me alcanzó. Me cogió por la muñeca y me sostuvo firme pero cuidadosamente. Volteé un poco brusca para mirarlo a la cara.

—¿Qué diablos haces aquí? —le dije directo al punto y me zafé de su agarre. Él pareció titubear pero al final optó por decirme.

—Me estoy quedando aquí —. Fruncí el ceño sin entender—. Abby, soy el príncipe del reino vecino.

¿Príncipe? ¿Adrián era un príncipe?

—¿Príncipe? —dije incrédula y él asintió. Traté de asimilarlo lo más rápido posible y lo logré. Pero eso solo hizo que la ira se hiciera presente—. ¿Y no se te ocurrió decírmelo antes?

Ya estaba enojada. Podías notarlo a kilómetros y Adrián abrió la boca para decir algo pero la volvió a cerrar.

—No...—empezó a decir pero la oración quedó en el aire cuando no se le ocurrió una excusa lo suficientemente buena. Yo lo reté con la mirada a decirme algo pero se quedó callado. Bufé y dirigí mi vista al suelo tratando de transmitirle que quería que se fuera. Él pareció no notarlo o, si lo hizo, lo ignoró y se quedó a mi lado. Subí mi cabeza irritada para encararlo.

—¿Y? ¿Qué esperas para irte? —escupí entre dientes y él frunció el ceño como si no entendiera por qué le hablaba así. Pero, pareció recordar lo que me hizo y su expresión se suavizó.

—Abby...solo quería decirte que lo siento —dijo en un susurro lo suficientemente audible para mí. Esta vez fui yo la que frunció el ceño pero no de confusión, sino de enfado.

—¿Lo sientes? ¿Y de qué diablos me sirve eso a mí? —dije transmitiendo mi enojo. La ira seguía creciendo en mí y ya no podía evitarla o reprimirla. Él suspiró.

—Solo quería que me perdonarás por lo que hice. Pero prometo que te lo puedo explicar —dijo y bufé.

—Tus promesas no significan nada para mí y no podría perdonarte. El daño ya está hecho, Adrián. Aléjate de mí —dije negando con la cabeza y él pareció rendirse. O eso quería pensar yo. Había sido tan difícil decirle esas palabras que, si seguía insistiendo, estaba segura de que me haría más daño o peor, me convencería de perdonarlo. Y no estaba dispuesta hacerlo. Pero, era tan difícil negárselo.

No podía sostenerle la mirada y ya sentía las lágrimas aproximarse así que bajé mi cabeza y me limité a mirar el suelo. Él pareció querer decir o hacer algo más pero lo interrumpí antes de que pudiera hacerlo.

—Vete —le dije y no pude ver su expresión pero se alejó de mí titubeante. Como esa vez en el bosque, cuando me rompió el corazón.

Perdón por tardar un poco chicos pero estaba ocupada y no me daba tiempo de escribir. Y después no conseguía internet pero, logré robar internet a un shopping y aquí está su capítulo. Al menos está más largo. :3
También quería informarles que ya pronto empiezan las clases y tardaré un poco más escribiendo. :(

Amando lo ProhibidoWhere stories live. Discover now