─Pues hazlo, porque esa es la verdad. Y ahora junto con Melissa esto será aún más hermoso; los dos juntos, compartiendo sus vidas.

─No me la creo ─dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

─¿Quieres un pellizco?

Ambos rieron. Deseaba que esa felicidad que sentía jamás se fuera de su vida.

Mientras desayunaban esperaba con ansias recibir su contestación por las flores que le había enviado.

─¿Tienes planes con ella para hoy?

─Aun no. Alice la empapelo con mucho trabajo.

─Esa mujer es un fastidio ─hizo un mal gesto─. Lo último que supe de ella, fue que pregunto a todo mundo por ti. Busca saber dónde trabajas ahora.

─Se le pasara, tiene un buen hombre a su lado.

─Pero te busca a ti, y mi consejo es que tú y Melissa mantengan su noviazgo lejos de los ojos de esa mujer.

─No creo que se atreva a meterse con nosotros.

─Santi, no sabes de lo que somos capaces las mujeres. Lo digo por el bien de los dos.

─Tal vez tengas razón-

─Permíteme ─tomo el móvil─. Diga... buen día Señor Stilman... claro... si... ¿Cuándo?... no lo sé, estoy demasiado ocupada... que te parece si en mi presencia van unos amigos míos... entonces el jueves de la semana que viene a las 9... perfecto. Bye.

─Señor Stilman, ¿lo conoces? ─pregunto una vez que había colgado.

─No del todo, su abuela y yo éramos amigas.

─Solo es otro millonario con poder adquisitivo.

─Es más que eso. Es un joven visionario, y justamente me hablo para invitarme a participar en un evento para recaudar fondos para los niños enfermos con cáncer. Necesito un favor tuyo y de tu novia, quiero que asistan en mi presencia a ese evento.

─¿Estas segura? Es un evento para gente importante.

─Tonterías, van a ir y se acabó. Tómalo como una cita, habrá una cena, baile y juegos pirotécnicos te aseguro que no te vas arrepentir.

─Con tal de estar con ella, no me importaría ir.

─Le diré a Stilman personalmente que los trate como se merecen.

Estaba pegada al monitor, la mandona le había encargado algunos pendientes que debían estar listos antes de que se marchara, últimamente estaba enfadada todo el tiempo, pensaba que tal vez se debía a que Santi y ella, ya no estaban juntos, pues cuando llego a la oficina ella le pregunto si sabía dónde trabajaba Santi, pero Melissa mintió diciendo "no lo sé", le tenía miedo pero no dejaría que se le acercara, desconocía por que ambos habían entrado en el club de la perdición pero no lo iba a fastidiar, si debía saberlo sería cuando él se lo contara. Lo único importante para Melissa era que estaban juntos, y no lo echaría a perder.

─Buenas tardes ¿usted es Melissa Valverde? ─le preguntaba un joven con un ramo de rosas.

─Sí, soy yo.

─Le traigo este ramo de rosas de parte de... ─tomo una nota del bolsillo de su camisa─. Santi, tu novio ─el chico sonrió.

Melissa nerviosa y sonrojada se levantó para recibirlas. Las conto, una, dos, tres... eran doce en total. Se fijó en la mirada de sus compañeros, la miraban a través de sus oficinas.

Las coloco en su escritorio, Santi ya no estaba en la oficina pero le daría un fuerte beso y un gran abrazo.

Tomo la tarjeta que estaba entre las flores, había un mensaje de su puño y letra.

"Hoy he despertado con ganas de tenerte en mis brazos, con ganas de besarte, con ganas de darte buenos días en persona, pero sobre todo con ganas de verte" - Santi R. "tu novio"

Continuo leyéndola una y otra vez, no se cansaba de hacerlo. Era la primera vez que le regalaban flores, y que le escribían algo realmente bonito.

─Bonitas flores.

Reconocía esa voz aguda y filosa, de solo verla los bellos se le erizaban.

─¿Quién te las envió? ─la mandona se acercó, tomo una de las rosas y se las llevó a la nariz─. Son lindas. Y bien, ¿Quién te las envió?

─M-mi novio.

Ella soltó una risa malévola─. ¿Quién se puede interesar por ti?

Melissa no respondió a sus ofensas, se quedó quieta esperando a que se marchara pronto.

─¿Enserio tienes novio?

─Si ─desvió la mirada para no encontrarse con ojos que la fulminaban.

─Que mal gusto tiene ese tipo, fijarse en alguien como tú, de casualidad ¿ya te viste en un espejo? ─la miro de pies a cabeza─. Eres una enana, tienes un cabello horrendo, en realidad no tienes gran cuerpo comparado con el mío, que mucho más atractivo que el tuyo ─se acercó con sus tacones chirriantes─. ¿Esos son pechos? deberías utilizar relleno, los míos son grandes y naturales.

─Él me quiere por lo que soy.

─¿Crees que eso es lo que atrae a los hombre? Deja de ser estúpida ─inclino la mirada hacia ella─. Si no eres linda te va a dejar. Adiós Melissa ─se burlaba mientras salía de la oficina de cristal.

Ya no la soportaba, pero no tenía el valor para callarla. Era su jefa, solo debía soportarla.

Sin hacer caso a sus comentarios retomo su lugar, y volvió a contemplar aquella tarjeta. Sonreía como una tonta, pero una enamorada.

Tomo el móvil y le envió un whap.

«Gracias por las rosas. T.Q.M.»

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