Capitulo 22

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Melissa permanecía a lado de Santi. Estaba nerviosa por la mirada azul de aquella mujer que la estudiaba. Aquel hombre de cabellera blanca, solamente sonriera divertido. Mónica en la silla de ruedas esperando la confesión de una vez por todas.

Habían llegado el lunes a medio día, un largo viaje. Y sin tiempo que perder los reunió a todos en el salón. Era el único lugar que tenía retratos por todos lados de la familia. Todos tenían esa mirada tan azulada, su abuelo, su madre, y su hermana. Todos apuntaban hacia ellos dos.

─¿Y bien? Cuál es esa noticia tan importante ─la mujer de tez morena y mirada azul esperaba impaciente la respuesta de su hijo.

─Madre... ─volteo hacia Melissa─. Melissa y yo, estamos saliendo.

Mónica aplaudió, su madre sonrió, y su abuelo alzo el pulgar.

Melissa se prendió como un semáforo, estaba un tanto relajada, al parecer no había de que preocuparse.

─La quiero mucho. Es una buena chica ─Santi le tomo la mano─. Quería que lo supieran, porque desde ahora, Melissa es parte de mi vida.

Su madre fue hacia ella, la abrazo fuertemente, para después darle un beso en cada mejilla.

─Madre, Melissa tenía miedo de que no aceptaras nuestras relación.

─¡Santi! ─le dio un codazo.

─¿Por qué no iba aceptarlo? Por dios, eres una buena mujer ─la volvió abrazar, esta vez acaricio su espalda.

─Ven aquí, hijo ─su abuelo lo recibió con un abrazo generoso─. Ella es la chica ¿verdad?

─Si, ella es mi chica.

─Esto hay que celebrarlo ─su abuelo salió del salón.

─Sigo aquí, ¿hello? ─Mónica cruzaba los brazos─. Yo sabía que terminarían juntos.

Melissa fue hacia ella, se abrazaron como hermanas.

─No llores ─dijo Mónica mientras le limpiaba las escasas lágrimas─. Sonríe, por favor.

─Lo siento, es que estoy muy emocionada. Yo quiero tanto a tu hermano.

Su madre volteo─. Y tu Santi ¿No tienes nada que decir?

Levanto la mirada de su novia─. Eres lo que necesito en mi vida, esto es real ─le tomo la mano, y sobre ella comenzó a dibujar un infinito─. Recuérdalo.

Al regresar, su abuelo tenía en mano una botella de vino.

─Exquiste ─pronuncio con felicidad. Le dio una copa a cada uno y sirvió aquel líquido aromático, una mezcla de muchos años─. Un brindis por ti, hijo, y por tu chica ─todos alzaron su copa.

─¿Más tranquila? ─murmuro Santi en su oído.

Ella asintió feliz mente.

Pasaron el resto de la tarde juntos, caminaron por el viñedo. No paraba de hablarle de los muchos años que la familia se dedicaba al cultivo de la uva. Aunque claro, ella ya lo sabía, no importaba lo que dijera pues solo quería escucharlo, miraba sus labios moverse al hablar e incluso los observo al humedecérselos. Sin perder tiempo los beso.

La cena era de los momentos que más disfrutaba Santi en compañía de su familia. Alguien llamo a la puerta, su madre salió de la cocina y abrió la puerta.

Buenas noches, señora.

─Carla, que sorpresa.

─Si... bueno... yo pasaba por aquí-

Rincón Exquisito © (Editando)Where stories live. Discover now