Capitulo 30

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Las oficinas principales del imperio del millonario Marc Stilman estaban en aquel edificio moderno, de cristales y metal. Acompañado de otros hombres subió al elevador. Bajaron en otra recepción, la secretaria con amabilidad los guió hasta la sala de juntas. Uno de los hombres le abrió la puerta, entro mientras ellos se quedaban a fuera.

La sala era demasiado amplia, había una mesa de forma ovalada y quince sillas ejecutivas al rededor. Tomo asiento. Giro la silla para clavar la mirada en aquellos edificios que se alzaban en el horizonte. Cerro los ojos lentamente, inspiro con fuerza; ese mal presentimiento comenzaba a quitarle la tranquilidad.

─Buen día, Señor Rutherford esa voz era la de José, el chofer de Stilman.

Se giró para verlo de frente─. Buen día.

José sereno se acercó, parecía a simple vista demasiado calculador. Se ajustó la corbata y tomo asiento justo a su lado.

─No ha dormido, señor, las ojeras lo delatan ─dijo sin mirarlo.

Santi entro en rotundo silencio, incluso su respiración se volvió aguda.

«¡Por supuesto que no he dormido! ¡¿Qué carajos quieren de mí!»

─Esperaremos a los demás, no tardaran.

─Podría decirme-

─No hablare, Señor. Tengo órdenes de no responder a sus preguntas hasta que los demás lleguen.

Santi se llevó la mano a la frente.

─Joder... maldita sea la hora en que conocí a Stilman... no puedo salir de la ciudad, me tienen vigilado y más falta ¿van a controlar mi vida?

─Haremos lo necesario para que usted nos ayude.

─¿Ayudarles? Están locos, solo soy una persona normal.

─Lo era, señor.

─¿Podrías dejar de decirme "Señor"?

─Lo siento, señor.

La primera hora transcurrió demasiado lento. Odiaba ese silencio. Miro a José, seguía en la misma posición miraba hacia la mesa.

¿Al menos podrías hablar?

─¿De qué quiere hablar, señor?

─Háblame del Señor Stilman.

Por fin volteo hacia el─. El señor Stilman era una persona muy tranquila, su vida era este edificio, todos los días llegaba con puntualidad. Una mi vida que desde pequeño fue marcada como tragedia, perdió a sus padres muy pequeño, luego a su abuela, y ahora él. Muchos piensan que su vida de extravagancia era perfecta, pero no era así ─bajo la mirada, aliso su corbata antes de seguir─. He trabajado para la familia Stilman durante algunos años. Todos fueron serviciales conmigo a pesar de no ser de su misma condición ─frunció el ceño mostrando las arrugas de su frente─. Encontrare al bastado que le hizo esto al señor Stilman.

─Cálmate José ─todos voltearon hacia la femenina que entraba por la puerta, anteojos y ropa ejecutiva entallada, elegancia al por menor.

─Señorita Elisa ─José se levantó.

─Toma asiento, por favor.

No venia sola, el hombre robusto que lo había interrogado mantenía esa mirada fría, cargaba un portafolio en la mano.

Se acercaron a la mesa, se sentaron frente a ellos. Aquel hombre no dejaba de mirar a Santi.

─¿Elisa que está ocurriendo?

Rincón Exquisito © (Editando)Where stories live. Discover now