Capitulo 27

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Todos estaban en el almuerzo, la nueva invitada robaba la atención.

─¿Quieres más, Susan? ─le pregunto Santi al ver que se había terminado el plato de comida.

La pequeña asintió.

Se levantó de su asiento, entro en la cocina, estaba por regresar a la mesa cuando Melissa lo detuvo.

─¿Tú también quieres más?

─¿Por qué viene esa niña todos los días? ─trato de no ser tan obvia ante sus pequeños celos.

─Carla tenía que hacer varios trabajos fuera de la zona, mi madre se ha ofrecido a cuidarla.

─Tiene abuelos ¿no?

─Están de viaje.

─¿No habrá algo que tengas que contarme sobre esa niña?

Santi comenzó a reírse.

─¿Se puede saber de qué te ríes?

Dejo el plato aun lado, se acercó, la alzo con sus brazos y la dejo en la barra de la cocina. Le beso los nudillos.

─Celosa por una niña, no lo creería de ti.

─No estoy celosa ─volteo la mirada.

─Y además haciendo berrinche.

Le tomo el mentón, pero ella le quito la mano.

─Ayer pasamos toda la mañana fuera. Hoy fuimos de compras, preparamos la comida, casi te cortas un dedo ─ella sonrió, hizo todo un alboroto por una cortada muy pequeña.

─Casi me muero.

─Yo soy el que casi se muere, pero de risa... es una niña.

─Eres más servicial con ella, y yo que soy tu novia no tengo tu atención.

─Creo que ya sé cómo quitarte ese berrinche ─inspiro cerca de su cuello.

─¿Qué haces? ─dijo al sentir su mano introducirse por debajo de su playera─. Santi no hagas eso, nos pueden descubrir ─susurro mientras el escalofrió recorría su espalda dorsal.

─Está bien ─miro sus labios─. Es una niña, ok. No tienes que preocuparte ─beso sus comisuras mientras la bajaba al suelo.

─Lo que creo es que esa Carla quiere fastidiar lo nuestro.

─Lo dudo.

─Por dios, está enamorada de ti.

─¿Cómo lo sabes?

─Se le ve en los ojos, te mira de una manera diferente. Está enamorada de ti, enserio.

─Supongamos que sea cierto, estaría perdiendo el tiempo, estoy loco por otra.

─Por mí.

El asintió.

Continuaron comiendo. Santi repitió hasta quedar satisfecho. Estaban felizmente conversando cuando alguien entro por la puerta.

Un hombre elegante de traje. Su semblante era engreído, de porte sofisticado. Todos se quedaron en silencio al verlo acercarse hasta el comedor, el abuelo de Santi y el tensaron la mandíbula.

─Que hermosa familia... ─metió las manos en los bolsillos de aquel fino pantalón─. Me dijeron que has liquidado la deuda ─miro al abuelo de Santi que estaba de espaldas─. ¿De dónde sacaste el dinero? Digo tus ingresos son... raquíticos.

Rincón Exquisito © (Editando)Where stories live. Discover now