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chapter thirty nine

No podía creer que estuviera aquí

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No podía creer que estuviera aquí. No podía creer que después de todo el daño que hizo en Beacon Hills, Jackson fuera un chico totalmente amable, educado y un gran amigo.

Llevábamos en Londres un par de días y Jackson nos había abierto las puertas de su casa sin poner ningún pretexto y me sentía como si estuviera realmente con alguien de mi familia.

Jackson resultó ser mejor de lo que esperaba y más con la mala reputación que se cargaba desde que estábamos en la escuela, mucho antes de que fuera mordido. Era en pocas palabras, un patán y prepotente sin un poco de respeto. Luego de la mordida fue un monstruo en toda la extensión de la palabra. Pero ahora era uno de los mejores chicos y me alegraba de que también fuera un buen hombre lobo.

A Dean no le había gustado mucho tener que quedarnos en la casa de un hombre lobo y más cuando ya venía uno con nosotros pero debía de aguantarse porque yo, su hermana, también era parte de esto y estaba orgullosa de serlo.

Pero volviendo a Jackson, ahora estábamos caminando por un pasillo del hospital general de Holmes Chapel, no muy lejos de Londres, porque Jackson me habló de una chica que conoció hace meses y que estaba con cáncer en fase terminal.

Era terrible de solo pensar que tu vida pende de un hilo por una maldita enfermedad incurable y más cuando estás en un momento pleno de tu vida, que te hacen falta vivir tantas cosas y cumplir con tantos planes que tienes bien marcados en tu memoria.

Jackson casi me suplicó para que salvara a la chica, Emma, y debo decir que acepté sin pensarlo. Si con la mordida ella tenía una nueva oportunidad para vivir, yo no sé la iba a negar y si ella quería estar o no en mi manada estaba bien, a fin de cuentas yo solo la iba a morder para rescatarla y nada más.

Nos detuvimos frente a una puerta marcada con el número 483 y Jackson me habló antes de entrar.

— No te preocupes en darle explicaciones, de todos modos lleva casi una semana de estar prácticamente todo el tiempo inconsciente— asentí con un fuerte nudo apretado a mi garganta—. ¿Podrías hacerlo rápido? Es que no quiero que llamemos la atención si ella se despierta al momento de sentir que la muerden.

— Espérame aquí afuera, saldré corriendo en cuanto lo haga.

Abrí la puerta y entré a la oscura habitación. Eran más o menos las doce de la noche y el turno nocturno del hospital estaba bastante tranquilo por lo que no tuvimos problemas en no encontrarnos con algún doctor o enfermera. Escuché que Jackson cerró la puerta tras de mí mientras avanzaba a la cama. Percibí rápidamente el olor del cáncer y me estremecí porque era un olor como putrefacto y me lamenté por todas esas personas que sufrían este tipo de enfermedades.

En cuanto estuve a su lado pude ver a la chica. Tenía su piel blanca, muy pálida por la enfermedad pero podía percibir esos pequeños atisbos de vida que aún surcaban su piel especialmente en las mejillas. Tal y como lo dijo Jackson estaba dormida, inconsciente, y pude ver debajo de sus ojos cerrados unas profundas manchas de ojeras además de que casi tenía la piel pegada al hueso porque esas enfermedades podían consumir completamente a quienes la padecen.

Cacería de lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora