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chapter eight

chapter eight

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Derek's POV

Furioso.

Esa es la palabra que describía cómo me siento.

Llegué a casa y veo a mi hermana haciendo ejercicio como loca. Lo dejé pasar hasta que ella me habla.

— No me digas, ¿te peleaste con Sandra?— la miré mal y ella levantó las manos como defendiéndose—. Bueno es que hueles a enojo, celos y decepción.

— Y si así fue ¿qué?— le espeté.

— Lo que sea que haya pasado, te aseguro que tiene solución.

Negué con la cabeza, frenéticamente.

— ¿Te parece bien que se haya besado con otro hombre?— decirlo dolía mucho—. Y me lo ocultó, ¿sabes por qué? Porque sabía que es de lo peor.

— ¡Hey Derek! Dices eso porque estás enojado pero ella te ama, se nota a leguas— en el fondo sabía que decía la verdad pero no podía admitirlo, el enojo no me dejaba pensar con claridad—. No te hagas imágenes en tu cabeza que no son. Sé que estás molesto y es normal pero es mejor que hablen tranquilamente para que aclares todo.

— No puedo... — mi voz sonó tan deprimente que dio vergüenza.

Cora me abrazó. Esta respuesta de su parte no me la esperaba y solo deje que mi cuerpo sintiera su calor y calmara un poco mi dolor.

Nos separamos en el momento en que la alarma se activó, resonando en todo el lugar y haciendo parpadear el rojo foco de la misma.

Había problemas.

La puerta corrediza se abrió, dejando ver al alfa calvo y que me daba una extraña sensación, como si algo en él guardara algo que cambiaría mucho.

Cora corrió decidida a atacar y aunque quise detenerla fue en vano. Y lo peor fue ver como la tomaba con facilidad del cuello, tirándola con fuerza al suelo sobre su espalda y ahí la sostuvo.

— Supongo que estás listo para la revancha— murmuró el alfa y la sangre me empezó a hervir más pero aunque quise atacarlo, me quedé ahí pues la mujer alfa entró a escena, con sus pies descalzos y sus gruesas garras oscuras.

Corrió decidida hacia mí, comenzando a lanzar patadas sin parar pero pude esquivarlas hasta que logré en una de esas tomar su pierna y lanzarla lejos de mí.

Los instintos de lobo ya me empezaban a aflorar por todo el cuerpo pero solo sentí los caninos salir cuando solté un rugido que demostraba lo enojado que estaba.

La mujer alfa tomó uno de los tubos que llevaban el gas por la casa y, aunque intenté evitarlo, con él me dio el primer golpe certero que sacudió mi cerebro, sintiéndome noqueado. Caí al suelo en el momento en que con el mismo tubo arremetió contra mi espalda pero todo fue dolor cuando mi carne se abrió desde mi espalda hasta el pecho para darle paso al tubo.

Cacería de lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora