Sin verlo venir, un rápido movimiento de su rodilla se instaló en mi ingle, haciendo que el dolor inevitable provocara encorvarme hacia adelante inconscientemente. Otro movimiento más y ella tomo mi mano, torciendo mis dedos hacia atrás, e irremediablemente, hacerme caer de rodillas al suelo.

-Lo... lo siento. – la escuche titubear después de haberme dado la paliza de mi vida.

Sé que pude haberlo evitado, más no me arrepentía en absoluto. Ahora tenía la oportunidad de contraatacar, o más bien, acercarme a ella de algún modo. 

Apenas y la sometí tomándola del cuello y guiándola hacia la pared más cercana para acorralarla, cuando la sentí luchar por soltarse.

Me sentía renovado de cierto modo. Era absurdo, ya que acababa de recibir una golpiza por parte de ella. Pero podía sentir la conexión. Podía sentir el calor corriendo a través de mis venas y el renacer entero de mi sistema, junto con el radiar de mi alma. Era más fuerte mi deseo por tocarla, por sentirla cercas, por avivar la llamarada interior poniendo mis labios sobre los suyos, que ya nada importaba.

Como sabía que intentaría alejarse, la tome de las manos y la inmovilice poniéndolas encima de su cabeza. Su batalla seso unos minutos.

En instantes ella se prendió de en mis ojos y los examino como si estuviera buscando algo en lo que aferrarse. Algo que reconocer dentro de ellos. Tal vez hasta quería indagar en mi cabeza.

Parpadee al pensar que me recordaría. Que una pequeña parte de ella sabía de mi existencia a pesar de haber eliminado mi recuerdo de su memoria.

-¡Suéltame! Estas haciéndome daño. – susurro, más no sonaba nada convencida.

-Eres tan... desesperante. – provoque en el mismo semblante pretencioso.

Volvió a forcejear con más arranque, y no sé si había sido la disputa o si su respiración agitada se había vuelto pesada por mi cercanía, pero la note afectada.

De un momento a otro, sus ojos viajaron directo a mis labios, observando de la misma forma en la que yo lo estaba haciendo en esos momentos, con necesidad. Pude sentir el trago de saliva de su garganta en mis propias manos. Al final, termino por cerrar los ojos fuertemente y evitar mirarme de nuevo.

-¡Bien! Intentare alejarme de los problemas. – concedió, dejando de forcejear.

-Estas temblando. – insinúe por última vez con la esperanza de saber que aún seguía afectándola, pero era de esperarse que ella no tuviera ni idea de esta situación.

-Es porque estas lastimándome. – recordó haciendo una mueca de dolor. La libere de las muñecas, pero no me desprendí del todo. Quería sostenerla por unos momentos más de cercas. Sentir su temperatura corporal emanar de su piel cálida.

-Así que... te gusta jugar sucio, ¿verdad? – la registre nuevamente, confirmando que el temblor físico era causado por mi cercanía.

-Te he mostrado lo que he practicado últimamente. Ahora puedo defenderme por mi misma. – desafío.

Como no use mucha fuerza como para lastimarla, ella me empujo y tuve que liberarla con gran pesar. Jamás tendría suficiente de ella. No creía nunca tener suficiente de ella.

-Ya lo veo. De todos modos, ellos podrían matarte en cuanto lo quisieran...

-¿De qué hablas? – cuestiono confusa.

-Ellos no son personas comunes, niña.

La sorpresa que reflejaba en su rostro no era más que una reacción normal a causa de mi gran estupidez. Por mi parte, me patee mentalmente por lo que acababa de causar. Ahora tendría que ver la manera de zafarme de sus interrogatorios si no quería arruinar mi propósito.

Return (en edición)Where stories live. Discover now