85.

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—Tápala bien, amor —dije cuando Junior salió del coche con la bebé en brazos.

—Ahí está —acomodó la cobija en ella— Ay, es la primera fiesta de mi chiquita.

Sonreí.

—Qué emoción.

Mi mamá había decidido festejar su cumpleaños en grande, estaban toda mi familia. El rancho estaba muy decorado.

—Se ve chula de más con ese vestido —dijo Junior divertido mirándola.

—Apenas lo vi, lo compré —contesté— Se ve preciosa mi princesa.

—Usted también se ve chulísima, eh —me tomó por la cintura— Si Mel no existiera, ya estarías sin vestido en el coche.

Me sonrojé al recordar hace unos ayeres.

—No puedo creer que hacíamos eso —dije apenada— Con toda mi familia a metros del coche.

—Y no fue solo una vez, eh —contestó cómplice— Y la que iniciaba era usted, señorita.

—Ya, Antonio —lo detuve avergonzada— Ahora soy mamá consciente.

Sonrió sarcástico y rodó los ojos.

—Vamos pues, antes de que me regrese a mostrarte que eso es falso.

Le saqué la lengua y tomé su mano para adentrarnos a la casa. Comenzamos a saludar a todos antes de buscar nuestra mesa.

—Esa niña en vestido y con este frío, Paula? —me preguntó una de mis tías apenas vio a Mel.

—Trae medias y está bien tapada —respondió Junior por mí.

—Es que quise ponerle vestido —dije tratando de ser simpática.

Pero la respuesta que recibí no fue la misma. Una de mis primas que estaba al lado se metió:

—Es que acuérdate que Paula es nueva —le dijo a mi tía— Parece que quiere aprender a la mala.

Abrí los ojos de más intentando buscar qué responder ante eso y a sus miradas de desaprobación.

—Es solo un vestido.

—Pues a ver si no se enferma.

—Que bueno que tenemos el dinero suficiente como para que Melody tenga diez doctores que la revisen para ella sola —dijo Junior.

Dicho eso, se quedaron en silencio. Nos evité más momentos incómodos, tome a mi esposo de la mano y buscamos una mesa alejada de todo el mundo.

—Yo sé que es tu familia, mi amor —dijo apenas nos sentamos— Pero qué vergas les importa.

Sonreí.

—No pasa nada.

—No, sí pasa, fueron muy groseras contigo —siguió— Me hicieron enojar, pues ni que la niña fuera de cristal.

Di un beso en su mejilla.

—Solo se preocupan por ella.

—Pues tiene a sus papás que ven por ella día y noche, no necesitamos esa preocupación.

Sonreí y negué con la cabeza. Vi las manitas de Mel moverse.

—Miren quién despertó —dije acariciando sus piececitos— Dámela.

Junior negó.

—Ella quiere estar con su papi, ¿verdad? —le preguntó mientras la sentaba en sus piernas.

—Chiflada —dije al verla sonreírle a Antonio.

—Igualita a su mamá —respondió— Quiero que le digas a Estefanía hoy, Paula.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now