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—No, Antonio, no me gusta —me quejé molesta viéndome en el espejo.

—Mi amor, te ves chula de más.

—No, no y no —fruncí el ceño—. ¡Parece que voy a parir trillizos! Y apenas es el quinto mes.

Estaba frustrada, el embarazo me tenía más revuelta de emociones que nunca.

—De todos modos, se va a manchar, solo será para un rato.

—Pues no lo quiero —respondí—. Parece que quieres que me vea horrible en la revelación.

Junior suspiró frustrado y tratando de recuperar la paciencia.

—Mi amor, tu mamá es muy enojona —dijo cerca de mi panza—. Aprovecha el tiempo que te queda ahí.

Salió de los probadores para ir a buscar más vestidos. Me miré en el espejo, mientras acariciaba mi estómago.

—No le hagas caso a tu papá —le dije a mi bebé—. Perdió la paciencia y no entiende que este vestido no nos queda bien ni a ti ni a mí.

Tomé unas fotos para mandárselas a mi mamá y Estefanía.

—Estas son las únicas opciones que quedan —entró Antonio con tres vestidos en mano.

—Vamos a ver.

—¿Te ayudo? —me preguntó y asentí.

Se acercó para bajar el cierre. Me vio en el espejo y me dedicó una sonrisa cansada.

—Te amo, mami —dejó un beso en el espacio en mi cuello.

—¿No estás enojado conmigo? —le pregunté tomando de su cara y pegándolo a mí.

—Ya aprendí a aguantarte —reí—. Estás creando a mi bebé, es lo menos que puedo hacer, pues.

Sonreí y volteé para besarlo.

—¿Qué quieres que sea? —pregunté mientras terminaba de retirar mi vestido y buscaba las otras opciones.

—Me da igual, chula —se sentó en el pequeño sillón que había en el vestidor.

—No tienes una opción favorita? —negó—. Bueno, yo tampoco.

—¿Y qué crees que sea?

—No lo sé —pasé mis piernas por el vestido blanco pegado—. A veces siento que será niña, pero otras estoy segura de que será niño.

Junior se quedó fijo mirando mi cuerpo.

—No me veas así —me quejé riendo y terminando de subir el vestido.

—Es que de verdad que estás chula.

Me sonrojé y cuando lo notó, se carcajeó.

—Me da mucha risa que aún te dé pena todo.

Rodé los ojos.

—Claro que no.

—Todavía me sigues pidiendo que no me separe de ti en el antro, te sonrojas por todo —comenzó a enumerar—. Te tengo que acompañar a todos lados.

—Ay ya —lo interrumpí—.¿Qué opinas?

Genuinamente me había gustado. Mis caderas resaltaban y mi pancita tenía mucha más forma.

—Preciosa.

—¿En serio? —asintió—. ¿No me estás mintiendo?

—Pau, una pregunta más y ahora sí perderé toda la paciencia.

Reí.

—Entonces este —dije asintiendo.

—A ti te gusta? —volví a asentir—. Vamos a pagarlo entonces, mami.

Después de pagar, salimos a comer dentro de la plaza.

—Por fin —dije tomando la charola—. Podría comerme un elefante.

Mi novio carcajeó.

—Eres una exagerada, Paula —negó—. Desayunaste muy bien.

Tomé mi hamburguesa y abrí mi caja de nuggets

.—Vamos a ir la próxima semana con la ginecóloga y le voy a decir que has estado comiendo mal, ¿eh?

—Pues qué chismoso —mordí de mi nugget—. ¿Si vendrá tu mamá? —asintió.

—Mami, yo ya vi el asunto de los invitados hace semanas —contestó—. Ya todos tienen su vuelo y todo.

Sonreí.

—Me encanta —dije feliz—. Estoy muy emocionada.

—Seguro te la pasarás llorando toda la fiesta.

—Ay tú también —molesté—. Tú lloraste cuando nos dijeron de bebé.

Lo vi sonrojarse.

—Porque no me lo esperaba, déjame —carcajeé.

—Ese fue el día más bonito de mi vida —recordé.

Y es que ver los ojos de mi novio al escuchar la noticia se había convertido en un momento que se repetía constantemente en mi cabeza.

—¿Sí? —asentí—. El mío también, pero a lado está cuando vi a una morra chulísima en uno de mis conciertos hace unos años.

Sonreí y elevé las cejas.

—Ah sí, ¿y cómo era o qué? —pregunté fingiendo no entender.

—Yo no he visto una mujer más hermosa desde entonces.

Sentí mis ojos brillar de amor puro.

—Pero de haber sabido a lo que me metía —dijo burlándose, abrí la boca y le pegué—. No es cierto, mami.

Reí negando.

—Me metería otras mil veces para terminar así de enamorado contigo.

Sonreí y me acerqué para darle un beso.

—Te amo, mi amor —dije pegada a su boca—. Soy muy feliz contigo.

Junior me sonrió y puso una mano en mi estómago.

—Tu mamá no es tan mala, mi cielo—se refirió al bebé.

Carcajeé y después lo miré suplicante.

—¿Qué? ¿Por qué me ves así? —preguntó, miró la comida y entendió—. No te lo vas a terminar, ¿verdad?

—Cómetelo tú, ¿sí? —pedí y él rodó los ojos mientras tomaba mi comida—. Te amo

.—Al rato me lo compensarás en la casa.

la cherry; junior hTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon