69.

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Lo besé con desesperación, como si quisiera transmitirle todo lo que sentía a través de los besos.

—Claro que te quiero, no puedo estar más lejos de ti, perdóname —dije entre besos.

Junior me interrumpió besándome de nuevo.

—Solo eso quería escuchar.

Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él mientras nuestro beso se intensificaba. Agradecía la lejanía y la discreción de los baños, porque no quería separarme de Antonio.

—No me beses así —me pidió entre besos.

—¿Cómo?

—Tú sabes lo que estás haciendo, Paula.

—¿Y quieres que me detenga?

No me contestó, solo me besó con más desesperación. Bajé mi mano a su abdomen. Sentí su respiración hacerse más densa.

—¿Quieres que nos reconciliemos oficialmente? —preguntó divertido, y asentí sin saber realmente a qué se refería.

Me tomó de la cintura y me llevó al baño de mujeres. Se aseguró de que no hubiera nadie más y cerró la puerta con seguro.

—Ahora sí —dijo tomándome entre sus brazos para subirme al lavabo y colocarse entre el espacio de mis piernas.

Volví a besarlo. Adoraba sentirlo tan cerca de mí, mi cuerpo reaccionaba feliz con su tacto en mí.

—¿De verdad así nos vamos a reconciliar? —le pregunté agitada.

—No sé, pero yo ya no aguanto, mami.

Bajó sus besos a mi cuello y yo pasé mis brazos detrás de su nuca. Solo se escuchaban nuestras agitadas respiraciones. Sentí cómo subía mi vestido a la mitad.

—Tendrá que ser muy rápido, ¿sí? —me preguntó, y asentí.

Pude sentir sus besos bajar, y cerré mis ojos. Pronto también sentí sus manos colarse entre mis piernas, y cuando estaba a punto de haber un contacto directo, toques en la puerta nos separaron.

—¿Hay alguien? —escuchamos.

Nos miramos espantados, y me acomodé rápidamente el vestido.

—Contesta —le dije a Junior.

—¿Cómo voy a contestar yo, Paula? —susurró—. Es el baño de mujeres.

Cerré los ojos y negué.

—¡Sí, estoy yo! ¡Ahora abro! —grité, y ambos guardamos silencio hasta que la escuchamos irse.

Miré a Junior, quien estaba conteniendo la risa.

—Tenemos que salir ya —dije viéndome en el espejo y acomodándome todo.

—No, espera —intentó tomar de la cadera, pero me aparté.

—Ya fue mucho, Antonio —contesté—. Sales rápido y después iré yo.

Bufó y asintió.

—Te veo afuera, entonces.

Salió del baño, y yo estuve ahí, mirándome. Estaba completamente sonrojada y despeinada, suspiré y me peiné para después salir de ahí.

—¡Por fin! —dijo Gabito al verme—. Juré que me habías abandonado.

Sentí a Junior ver la escena mientras tomaba un trago. Me senté de nuevo junto a Gabriel.

—Estás toda roja —dijo cuando me vio—. ¿Ya te pegó el vino o qué?

—Un poco —mentí sonriendo—. Ya puedes seguir contándome.

Me sonrió, y comenzamos a hablar. Definitivamente estaba más relajada, aunque en mi cabeza solo me preguntaba ¿qué seguía?

—Oye, Pau, a mí me encantaría que saliéramos a cenar solos —dijo Gabito después de una larga charla.

Puso su mano sobre mi brazo y se acercó más a mí.

—Vámonos, chula —escuché a alguien detrás de mí antes de que pudiera contestar—. Ya es tarde.

Volteé y vi a Junior esperándome. Gabriel me miró confundido.

—¿No estaban peleados? —me preguntó.

—Nada que una escapada al baño no pueda arreglar —contestó, palmoteando los hombros de Gabriel—. ¿Nos vamos?

Suspiré y asentí.

—¿Nos ponemos de acuerdo en la semana? —le dije, y él asintió. Me despedí de él—. Me encantó volver a verte.

—Cuídate, Pau, te extrañaba mucho.

Sonreí y tomé la mano de Junior para caminar hacia el estacionamiento.

la cherry; junior hWo Geschichten leben. Entdecke jetzt