21.

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—Puedes salir a abrirme? —escuché cuando contesté la llamada de Junior.

—Estaba durmiendo, Antonio —dije adormilada—No traes llaves?

—Tengo las manos llenas.

Bufé molesta y colgué. Fui a abrir la puerta y vi a Junior con un montón de bolsas y como ya esperaba, un ramo de rosas. Sinceramente ya no me emocionaba.

—Ah, pasa.

Tomé alguna de las bolsas y las puse en el sillón, después me dirigí a mi cuarto de nuevo. Lo ignoré. Y aunque sentí terrible por dejarlo solo y no recibir siquiera las rosas, estaba bastante lastimada.

Pasaron unos minutos y Antonio entró a mi cuarto. No lo miré, continué viendo mi celular.

—Pau, me estás lastimando.

Reí sarcástica y volví a ignorarlo. Se hincó junto a mi lado de la cama y pasó sus dedos por mi mejilla.

—Por favor, no me trates así. —lo vi y sentí lástima, pero aún así, regresé mi mirada al celular

—Te adoro y me duele que estés así conmigo. No sabes cuánto estuve contando los días para estar junto a ti.

No reaccioné porque sabía que si volvía a ver sus ojos, era probable que comenzara a llorar.

—Mírame, mi amor. —tomó mi mentón y me hizo mirarlo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, su mirada cambió—No, chula.

Y entonces, se acostó a mi lado y me abrazó. No pude más y lloré. Me sentía tonta, no podía ser que siempre cediera ante él, sin importar lo que haga o como me trate.

—Cómo me duele verte así —Junior me pegó a su pecho y acariciaba mi nuca—De verdad, perdóname, mi amor.

—No sé qué hacer contigo, me haces sentir tonta —hablé aún sollozando—Te adoro, de verdad que te adoro, pero ya no puedo.

—No, no digas eso, mi amor. —sentí cómo me apretó más. Pude notar la preocupación en su voz.

—Por qué no puedes quererme, Junior? —pregunté bastante afectada—Qué tengo que te hace tan difícil quererme?

—Nada, mi amor, escúchame por favor —tomó mi cara entre sus manos—Yo también te adoro, todo el tiempo estás en mí. Cuando estoy en el aeropuerto, solo busco cosas para traerte. En los conciertos, solo imagino cuánto me gustaría que estuvieras en camerinos esperándome. No digas que no te quiero porque me muero de amor por ti.

Lo miré a los ojos, mi corazón estaba a mil por hora. No sabía cómo reaccionar, no quería ceder pero todo era demasiado difícil.

—He sido un mierda contigo, yo lo sé —siguió hablando—Pero no me dejes porque has sido lo más real que he tenido en años.

Asentí y lo abracé, pegué mi cabeza en su pecho.

—Te amo, Paula, con todo mi corazón.

Abrí mis ojos en sorpresa, era la primera vez que nos decíamos esa palabra.

—En serio? —lo miré.

—Cómo no podría amarte, chula, eh? —preguntó susurrando—Si me quieres como nadie nunca.

No pude más y lo besé.

Nuestro beso pronto cobró intensidad, me subí en él y bastaron segundos para que sintiera sus manos retirando mi blusa.

—Demuéstrame cuánto me amas.

Y aunque suene tonto, esta vez fue distinta. Siempre que habíamos estado juntos me sentía enamorada y querida pero esta vez fue diferente. De verdad sentí amor.

—Abrázame —me pidió cuando terminamos.

Sonreí y me pegué a él.

—Ay, mi amor, qué sería de mí sin ti? —preguntó llevando su mano a mi cabeza para hacerme masajes.



Desperté con el desayuno ya hecho y una nota junto a él: "Mi amor, tuve que ir al estudio, regreso temprano". Sonreí mirando lo que probablemente él había preparado. Restregué mis ojos y comencé a desayunar.

Por la tarde, Antonio me llamó para decir que estaría un rato más en el estudio, por lo que me apuré y fui al súper a comprar cosas para preparar algo rico de comer. Sin embargo, al salir me encontré con una perrita que me obligó a detenerme en medio de la calle. Era una especie de pitbull y era de color café.

—Estás bien? —pregunté como si pudiera responder. Noté que tenía una herida en su pata y piel levantada en varias zonas de su cuerpo.

Suspiré, no puedo dejarlo aquí, pensé.

—Vámonos.

Intenté levantarla pero me mordió y aunque me dolió bastante, dejé mi dolor de lado para buscar una manera de subirla al coche. Tomé una de las salchichas que había comprado en el súper y la acerqué a su boca, así poco a poco logré que se subiera al coche.

—Qué te habrá pasado, preciosa? —le pregunté a la perrita.

No pude evitar mirar lo sucios que estaban los asientos por la perrita, sabía que tendría que llevar el coche de Junior a lavar pronto. Me estacioné frente a un veterinario y con mucho trabajo pude hacerla salir.

Tuvieron que sedarla para poder revisarla porque estaba siendo muy agresiva. El veterinario dijo que estaba muy lastimada, probablemente había peleado con otros perros o había sido golpeada. También calculó que tenía aproximadamente 5 años. Después de curarla, ella despertó y estuvo mucho más tranquila.

—No te puedo dejar, mami —le dije subiéndola al coche—Me acompañarás ahora.

Arranqué y a los minutos recibí una llamada de Junior.

—Hola amor —me saludó—Donde estás?

—Saliendo del súper, llego en unos minutos, sí?

—Okay, aquí te espero.

Llegué al departamento, coloqué la correa que compré en el veterinario en el cuello de la perrita y subí con ella al ascensor.

Entré al departamento y no vi a Antonio por ninguna parte, solté a la perrita y ella comenzó a oler. Caminé hacia mi cuarto y ahí estaba él mirando su teléfono.

—Hola tú —me sonrió—Quieres ir a comer?

—Traje cosas para preparar pizza —dije y él se emocionó—Me ayudas?

—Si me das un beso, sí.

Sonreí y me acosté sobre él para besarlo. Estuvimos así unos segundos hasta que se separó.

—Pau? —me detuvo—Hay un perro en el cuarto. —Solté una carcajada.

—De eso quería hablarte —dije separándome de él—La encontré en la calle, estaba muy lastimada y se estaba quejando. La llevé al veterinario a que la curaran y me la quiero quedar.

La miré, la perrita solo estaba sentada viéndome.

—Pobrecita, no tiene familia.

Junior me miró y sonrió, después jaló de mi brazo y pegó mi cabeza a él.

—Qué tierna eres, mi amor. —me dijo viendo a la perrita—Te servirá mucho tener compañía.

Se levantó y acercó su mano a la perrita. Esta olió la mano de Junior y comenzó a restregarse en ella, él sonrió y la acarició.

—Eres la primera persona que no muerde —dije sorprendida—Hasta el veterinario salió herido.

Él sonrió.

—Ya tiene nombre? —negué—Pongámosle Mila.

—Como tú digas, mi amor. —le sonreí de vuelta. Me encantaba ver cómo Mila se pegaba a Junior.

—Hola, Mila, soy tu papá. —dijo burlón y yo reí.

—Bueno, espero que no te moleste que haya ensuciado los asientos de tu auto. —me volteó a ver y negó.

—Ese coche es más tuyo que mío, mi vida.

Cómo me encanta ese hombre.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now