Borró la sonrisa de los labios y a mí me entraron ganas de quitarle el mal humor a hostias.
Sin pronunciar palabra, se alejó y empezó a caminar en dirección a donde estaba el resto de la gente. Noah me miró a los ojos.
Negué con la cabeza y la besé en la coronilla.
—¿Le pasa algo?-
—Tiene un mal día, tú pasa de él— le aconsejé inclinándome para besar su mejilla caliente por el fuego y después perderme en su cuello, Mis labios ansiaban su piel desde hacía días y lo último que quería ahora era verla disgustada por una gilipollez sin importancia.
—Te quiero— declaré bajando por su garganta, saboreando su piel y disfrutando al ver cómo se estremecía con mis caricias.
—Nick— dijo un minuto después cuando mi boca había empezado a bajar hacia la curvatura de sus pechos.
Me separé un segundo, embelesado con ella, pero viendo que habíamos despertado el interés de varias personas a nuestro alrededor, que nos estaban mirando, seguramente ansiosas por contemplar un bonito y erótico espectáculo.
Maldije entre dientes y le cogí la mano para tirar de ella en dirección contraria.
—Demos un paseo— propuse alejándonos de las hogueras y adentrándonos en la oscuridad de la noche y en el ruido armonioso del mar. No había mejor lugar que ese, y me gustaba sentirlo en calma, no con todo el alboroto de una estúpida fiesta.
Noah estaba extrañamente callada, sumida en sus pensamientos, y preferí no molestarla. Finalmente, se volvió hacia mí.
—¿Puedo hacerte una pregunta?— soltó con un deje de nerviosismo en la voz.
Bajé la mirada hacia ella y sonreí divertido.
—Claro, pecas— contesté deteniéndome junto a un árbol que había echado raíces bajo la arena y que se cernía imponente sobre nosotros.
Me senté a sus pies y atraje a Noah entre mis piernas. Así podía mirarla a los