capítulo 8

580 5 0
                                    

De vestir, con su pelo oscuro ligeramente despeinado y sus ojos celestes brillando con una emoción contenida, misteriosa y, al mismo tiempo, rebosante de felicidad.

—¡Dios mío! - exclamé llevándome las manos a la boca. Una sonrisa apareció en su rostro, mi sonrisa. Salté a sus brazos un segundo después. — ¡Has venido! - grité con mi mejilla apoyada en la suya, apretujándolo contra mí, percibiendo su olor, sintiéndome entera otra vez.

Me estrechó con fuerza; por fin podía respirar. ¡Estaba allí, joh, Dios mío!, estaba allí conmigo.

—Te he echado de menos, pecas— me confesó al oído para después tirar de mi cabeza hacia atrás y posar sus labios sobre los míos.

Sentí cómo mis terminaciones nerviosas se despertaban, hacía catorce largos días que no sentía su boca contra la mía, ni sus manos sobre mi cuerpo.

Me apartó y sus ojos recorrieron mi cuerpo con avidez.

—Estás preciosa— musitó con voz ronca, colocando sus manos en mi cintura y apretándome contra él.
—¿Qué haces aquí?— pregunté intentando controlar las ganas que tenía de seguir besándolo. Sabía que no podíamos hacer nada, estábamos rodeados de gente y nuestros padres rondaban por allí… Me puse nerviosa.

—No pensaba perderme tu cumpleaños —aseguró y sus ojos volvieron a desviarse a mi cuerpo. Notaba cómo la electricidad surgía entre los dos Nunca habíamos pasado tanto tiempo separados, por lo menos desde que empezamos a salir. Me había acostumbrado a tenerle conmigo casi todos los días.

—¿Cómo has conseguido venir?— inquirí contra su pecho. No quería dejar de abrazarlo.

—Mejor no preguntes— respondió besándome en lo alto de la cabeza. Olí su perfume y cerré los ojos extasiada.

—Bonita fiesta-dijo riéndose.

Me separé de su pecho y lo miré con mala cara.

—No ha sido idea mía.

culpa tuyaWhere stories live. Discover now