capítulo 4

765 4 0
                                    

Dejando entrever mi piel clara en distintos dibujos geométricos. Los zapatos también eran increíbles y me hacían estar casi a la misma altura que Jenna
Ella iba con un vestido corto de vuelo de color burdeos.
—Abajo hay un montón de gente— anunció dejando su copa de champán junto a la mía. Yo hice lo contrario: la cogí y me bebí todo el líquido madre burbujeante de un solo trago.
—¡No me digas! —exclamé, poniéndome nerviosa. De repente, me faltaba el aire. Aquel vestido era demasiado apretado, no me dejaba respirar con libertad.
Jenna me observó y sonrió de forma cómplice.
—¿De qué te ríes? —repliqué, envidiándola por no tener que pasar por aquello.
—De nada, es que sé cómo odias este tipo de cosas, pero tranquila— contestó acercándose a mi oreja: yo estoy aquí para asegurarme de que lo pasamos en grande, añadió sonriendo y besándome en la mejilla.
Le sonreí agradecida. Quizá mi novio se perdería mi cumpleaños, pero al menos tendría a mi mejor amiga a mi lado.
—¿Bajamos?— me propuso entonces acomodándose el vestido.
—¡Qué remedio!


Habían transformado todo el jardín. Mi madre se había vuelto loca; alquiló una carpa blanca que habían colocado en el jardín. Esta albergaba, además de un montón de globos, muchas mesas redondas de color rosa y vistosas sillas, entre las cuales se movían camareros con chaquetas y pajarita. En un extremo del espacio, se servían bebidas en una barra y, asimismo, sobre mesas largas había numerosas bandejas con todo tipo de comida que había suministrado un catering. Esto no me pegaba nada, pero sabía que mi madre siempre había querido organizarme una fiesta de cumpleaños así, siempre había bromeado con mis dieciocho años y mi traslado a la universidad. Habíamos jugado a imaginar las cosas que contrataríamos en la fiesta si nos

culpa tuyaKde žijí příběhy. Začni objevovat