NOAH
Ya se habían ido casi todos los invitados. Jenna estaba saludando a mi madre y Nick estaba fumando un cigarro con lion en la parte de atrás. Mire a mi alrededor, al desorden que había quedado tras la fiesta, y agradecí por primera vez tener a alguien que limpiase la casa todos los días.
Después de tanto rato socializando, me gustó tener un momento a solas para poder apreciar la suerte que tenía. La fiesta había sido increíble, todos mis amigos habían estado allí y me habían traído regalos espectaculares que ahora ando reposaban en una pila enorme sobre el sofá del comedor. Iba a llevarlos a mi habitación cuando noté que alguien me rodeaba la cintura con los brazos.
—Te han hecho un montón de regalos-susurró Nick en mi oído.
—Sí, pero ninguno se puede comparar con el tuyo— repuse girándome para mirarlo a los ojos. Es lo más bonito que me han regalado nunca y significa mucho porque viene de ti.
Él pareció sopesar mis palabras por unos instantes hasta que un atisbo de sonrisa apareció en sus labios.
—¿Lo vas a llevar siempre?— me preguntó entonces. Una parte de mí comprendió que para él aquello era muy importante, en cierto modo había puesto su corazón en ese colgante y sentí un calor intenso en el centro de mi pecho.
—Siempre.
Sonrió y me atrajo hacia él. Sus labios rozaron con infinita dulzura los míos, con demasiada dulzura. Me adelanté para profundizar el beso, pero me sujetó quieta donde estaba.