CAPÍTULO 40

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Julia⬆

"Dios tiene planes para ti"

DOS DÍAS DESPUÉS

GAEL

Saber que ya se ha despertado es una gran noticia para todos los que la queremos tanto. Liana está con ella ahora; nadie más que ella ha entrado para verla. La dejé entrar porque ha sido un apoyo incondicional para Megan, y además, todos los demás estaban dormidos, excepto ella.

Cuando entro a la habitación, veo a Megan sentada en la cama, su mirada perdida lo dice todo, no está bien. El collarín que lleva la mantiene erguida, y se nota que está enojada. Reviso la habitación con la mirada y no veo a nadie más que a Megan y a la enfermera que lucha por intentar darle un bocado de fruta en la boca.

«Quizás Liana bajó a la cafetería» pienso para mí.

― Buenos días, solecito.― digo, tratando de hacer que Megan sonría. Pero es en vano, su mirada sigue perdida.

― Aleja esa porquería de mi cara.― responde Megan enojada hacia la enfermera, quien me mira con preocupación.

― Debes comer para recuperarte, Megan.― insisto, esperando que acceda.

Sin embargo, cuando la enfermera intenta acercarle otra porción de fruta, Megan estalla.

― ¡Que alejes esa porquería de mi cara!― grita con desesperación, lanzando la bandeja de comida al suelo. La enfermera retrocede, claramente asustada por la reacción de Megan.

El monitor de signos vitales comienza a sonar con fuerza antes de volver a la normalidad en pocos segundos.

― Déjanos a sola.― Me dirijo hacia la enfermera.― Quiero pensar que tu genio se debe a que no has visto a tu familia o al hecho de que te hayan sedado la última vez. Debes alimentarte si quieres recuperarte y salir pronto de aquí.

Megan me mira enojada.

― ¿Por qué asumes que quiero recuperarme? No volveré a fallar la próxima vez.

Sus palabras me dejan confundido mientras me pregunto qué está pasando por la mente de Megan y cuál es el motivo de su actitud tan negativa.

― ¿De qué estás hablando?― le pregunto, observando su rostro pálido y cansado, a pesar de haber pasado más de cuatro meses en reposo.

― No es obvio.― me mira directamente a los ojos.― Nunca fue un accidente.― dice con una sonrisa amarga.

― ¿Qué carajos te pasa? ¿Cómo que no fue un accidente?― respondo, sintiendo cómo la confusión se apodera de mí.

― ¡Cállate!― Grita con fuerza.― ¡Me arruinaste todo! Yo me lancé, no fue un maldito accidente. No quería vivir, y aún no quiero. Me siento más muerta que viva. Tenías que dejarme morir, maldita sea. Odio esta miserable vida, la odio.― Las lágrimas corren libremente por sus mejillas, reflejando su dolor y desesperación.― La detesto

Me quedo paralizado, intentando procesar sus palabras y la profundidad de su sufrimiento.

La miro con horror y escucho sus palabras. ¿Suicidarse? No parecía la Megan que conocía. Sé que estaba cansada de vivir a base de medicamentos, lo sabía, pero ella nunca habría tomado la decisión de quitarse la vida. Siempre pensaba en su familia antes que en ella misma, en el sufrimiento que les causaría si se fuera.

― Estas mal, Megan.

― ¿Quién Diablos te dijo que yo quiero seguir viviendo? ¡Mierda! Toda mi vida pensé en terceras personas, mi mamá, mi Nana, Luna, Liana, tú, mis ahijadas y él, la persona que le devolvió una miserable chispa de esperanza a mi desgraciada vida. Yo, que me la pasé en la jodida sombra de la desgracia por ustedes, porque a pesar de mi carácter, los amo. Por ustedes, no me puse una maldita pistola en la cabeza. Siempre pensé en ustedes, siempre.― dice entre sollozos― pero ahora, ahora que pensé en mi, por primera vez desde que empezó mi calvario, pensé en mi. Pero cuando finalmente decidí pensar en mí, intentar acelerar lo inevitable, fallé. Nunca la vida esta a mi favor, yo no merezco vivir, no quiero hacerlo. No merezco vivir, Gael.

Contrato sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora